No puedo

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No puedo, no puedo más. Ha sido mi cupo por hoy. Me levanto con rapidez de la silla en la que me encuentro frente al estrado y salgo corriendo atravesando las puertas de la sala.

No puedo, no puedo respirar. Corro hacia el lavabo de señoras y me deslizo por la pared junto a la puerta. Intento regular mi respiración, pero no puedo. Por lo que me inquieto mucho más y mi pulso se dispara de nuevo.

Todo eso no hacía falta, nada de eso hacía falta. Yo solo quería acabar cuanto antes con toda esta mierda y ellos... Ahora querían reabrir otros casos... Me sentía incomprendida, ignorada, sola.

Mis pensamientos me inundaban, desbordándome más de lo que ya estaba. Mi pulso desenfrenado y mi respiración entrecortada no hacían nada por ayudar a calmarme. Todo me estaba superando.

No fui consciente de que la puerta se abrió hasta que no tuve a Peter sobre mí atosigándome a preguntas. No lo escucho, no puedo escuchar nada. Solo puedo pensar e intentar respirar. Me ahogo.

- ¡Sofí!- Es lo único que oigo que grita Peter antes de estampar sus labios contra los míos.

Y con eso, como si fuera la cura a todos mis problemas, corta mi respiración unos segundos para hacer que vuelva a normalizarse. Y, aunque mi pulso sigue acelerado, ahora es por la razón correcta.

Dejo de pensar en todo lo que nos rodea o nos depara el futuro y me dejo llevar por sus suaves labios. Rodeo su cuello con mis brazos y lo atraigo más a mí. Simplemente hay veces que me gustaría meterme dentro de su pecho, entre sus brazos, permanentemente, para que nada pueda hacerme daño, para estar completamente protegida de todo, aislada.

- Lo siento, lo siento tanto, princesa.- Susurra sobre mis labios cuando nos separamos apenas unos centímetros.- Deberíamos habértelo comentado primero, princesa. Lo sé. Pero yo... Lo siento tanto...- Se lamenta atrayéndome a su pecho.

- Sí, deberíais, tienes razón.- Admito.- No quiero que se alargue más, parece que esto no se acaba nunca.

- Lo sé, lo siento. Yo solo quería que pagara por todo lo que ha hecho, lo que te ha hecho.- Me da un apretón.

- No puedo, no puedo con esto... Llévame a casa.- Pido.

Sin decir nada más me hace ponerme de pie para besarme suavemente una vez más y cargarme en brazos, cosa que agradezco, porque no me apetece andar.

Cuando sale del baño conmigo, mi madre me empieza a atosigar con preguntas, pero yo me limito a esconder mi cabeza en el cuello de Peter para esconderme del mundo. Joe es quien la calma y le pasa a Peter su americana para que me cubra con ella. Empezamos a avanzar hacia la puerta y solo me permito levantar la cabeza unos instantes. Mi madre, Joe, el padre de Peter, mis hermanas y Jenn nos acompañan de camino a la salida. Ellos me apoyaban, estan conmigo. Yo no estaba sola, no lo estoy.

(...)

- Despierta, dormilona. Arriba.- Susurra alguien a la vez que siento pequeños besos en mis hombros, cuello y rostro.- Vamos, princesa, sé que ya estás despierta.

Y sin verlo sé que está sonriéndome de esa forma brillante en la que suele hacerlo.

- Estoy dormida, sigue besándome así.- Murmuro mientras me acomodo para dejarle más espacio para sus pequeños besos. Su pecho vibra, pero sigue con su recorrido.

- Preciosa, sabes que me encantaría seguir con esto.- Dice, aunque no para sus mimos.- Pero debemos salir de la cama antes de que yo no sea capaz de dejarte salir. Hemos de mirar muchas universidades, rechazar otras muchas y hablar sobre qué vamos hacer o en qué lugar de este insólito planeta quieres que vivamos.

¿Porqué esperar? Por ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora