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Eran alrededor de las doce de la noche o un poco más tarde cuando Todoroki decidió levantarse de su cama al no lograr conciliar el sueño, era inútil intentarlo en ese tipo de noches, sus ojos enfocaron el estilo japonés que tenía su nueva habitación mientras dejaba un lento suspiro salir de sus labios por la frustración que le causaba aquello. No es que le importara el estar solo, jamás le había molestado gracias a la crianza que había obtenido de parte de su padre (Y una familia de la que había sido literalmente alejado) desde temprana edad, de vez en cuando sucedían aquellos momentos en que analizaba lo solitaria que era su vida. Los recuerdos lo embargaban sin detenerse. Aun si Midoriya le había ayudado meses atrás a aceptarse por completo (Al punto de salvarlo), no podría aceptar jamás haber sido tratado como una herramienta ¿Por qué no se había dado cuenta del sufrimiento de su madre? ¿Por qué había sido tan débil en aquel entonces? No había forma en que pudiera perdonarse ni a su padre ni a él mismo el daño que habían causado a aquella mujer a la que era causante de la enorme cicatriz que portaba en su ojo izquierdo. Se había atrevido a reconciliarse que su madre, pero aun no bastaba para curar su soledad que pesaba en sus hombros y el miedo de que, si alguna vez tuviera una pareja, se comportara como Enji Todoroki.

Abrió la puerta de su habitación para caminar por los pasillos que daban a la sala común de los dormitorios de Yuuhei, tal vez podría leer un poco y conseguir que el sueño por fin quisiera acompañarlo, pero un ruido llamo la atención del medio albino junto a la luz del lugar que se encontraba encendida. No era muy normal a menos que todos planearan algún tipo de desvelada grupal que usualmente era incentivada por kirishima y Kaminari o alguna de las chicas más animadas de la clase A. Poco a poco al llegar al lugar sus ojos heterocromaticos enfocaron la única figura del lugar. Cabello rubio y rebelde, propensa musculatura pese a su corta edad y una botella de té helado posada en los labios rosados del joven. Sabía bien quien era, incluso si meses atrás había ignorado completamente su existencia desde que habían participado en el festival deportivo aquello había dejado de ser de ese modo.

—¿No deberías estar durmiendo a estas horas, Bakugou? —la curiosidad no era parte de aquella pregunta, después de todo Todoroki no era alguien que realmente se molestase en intentar inmiscuirse en la vida de los demás a su alrededor. Se percató de que el rubio fue totalmente ajeno a su presencia al verlo dar un pequeño brinco por la sorpresa para pronto dejar a la vista aquel ceño fruncido que siempre lo había caracterizado.

—¡Qué mierda, Todoroki! ¿Intentas hacerme ver como un idiota, maldita perra? —Soltó con un gruñido y un montón de gritos acompañando sus palabras.

—No es mi intención realmente. No esperaba encontrarte en este lugar, para ser sincero... —Murmuró lo último sin darle mucha importancia a las palabras de su compañero, si discutían con Bakugou definitivamente jamás lograría conciliar el sueño—. Deberías dejar de gritar, no es correcto. —Mencionó Todoroki formalmente, su tono era tan neutro y frio como solía ser la mayor parte del tiempo.

—¡Me estás jodiendo! —Dijo el rubio aun frunciendo el ceño, pero esta vez fue diferente, Todoroki lo sabía desde hace algún tiempo. Incluso si ambos seguían compitiendo (El contrario más que sí mismo) y participado en los diferentes ejercicios grupales juntos, Bakugou había comenzado a evitarlo. Aquello molestaba ligeramente a Todoroki. No era alguien que comprendiera a las personas, mucho menos a alguien tan explosivo y cerrado como Bakugou Katsuki—. Como sea, no tengo tiempo para tratar con idiotas. —soltó un bufido molesto antes de meter sus manos en los bolsillos para retirarse.

El de cabellos bicolor se dirigió a la máquina expendedora de la sala común, ignorando el sentimiento de decirle algo al chico para detenerlo y pedirle una explicación a sus extrañas actitudes de los últimos días. Incluso había notado como este intentaba mantener distancia en los enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Algo llamo la atención del joven de doble Quirk «¿Esa es... ¿Una receta de chocolate?» parpadeo un poco confuso ante el descubrimiento con el papel que recién recogía del piso.

día de san valentin, una sorpresa para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora