daddy issues (C A N C E L A D A)

U N O

    JISOO.

  Estaba sentada en mi habitación mirando la computadora y escuchando como mamá me gritaba desde el otro lado de la puerta, de pronto llegó un correo que decía:

Señorita Kim Jisoo :

Por este medio le comunicamos que fue aceptada en la escuela de artes de Busan.

Esperamos con ansias su respuesta pues tiene mucho potencial. Esperamos que se sienta decidida.

Atte: Park Sook.

Directora del instituto Art for Young minds de la ciudad de Busan

Firma padres o tutor:

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Imprimí la carta, y sin importar que mamá estuviera atravesando la salida de mi cuarto la logré esquivar, salí rápido de la casa y tome mi bicicleta me dirigí a casa de mi hermana. Me apresure a llegar lo antes posible.

—Llegó. Llegó por fin. —Le dije mientras mi corazón quería salir de mi pecho.

Soltó sus cuadernos y cayeron al suelo.

—¡Llego! —Me abrazo— ¿La leíste?, ¿lo hiciste?

—Si. Lo siento no pude esperar, además llego en correo. Y tenía que distraerme mamá me estaba gritando otra vez y... —Me detuvo.

—Espera ¿papá volvió a pelearse contigo? —Frunció el ceño.

—Bueno, no es algo nuevo. Ya no importa, no falta mucho para poder irme de aquí, solo tres meses más. —Miré el papel y sonreí.

—Prometo llevarte conmigo en cuanto consiga el trabajo. —Besó mi frente.

—Te voy a extrañar tanto.

Naeun era lo único que tenía, más bien la única persona que me quería en la familia. Además de la abuela.

—Lo sé, y yo aún más. Pero recuerda, solo son tres meses. Eres fuerte y valiente, tú puedes con todo. —Me abrazó y beso mi mejilla. —Te amo muchísimo. 

Eso piensa ella, pero en realidad estoy tan quebrada por dentro que ya ni si quiera se que pensar. Si hago las cosas bien o siempre lo hago mal, eso es lo que papá y mamá me hacen pensar, sobre todo papá. Y a pesar de estar tan mal, sentía que todo iba a mejorar pues ya no faltaba mucho para irme de aquí; dejar los gritos, los malos maestros, la mala escuela, todo esto se acabaría. Tal vez la gente mala nunca se valla, pero solo me calmaba el hecho de que estaría más cerca de Naeun, muy lejos de papá y mamá. Todo bien.

Aunque mamá no era mucho el problema, pero con papá; me sentía insegura, sola, triste, y muy agobiada. Gracias al cielo, esto pararía rápido.

Me despedí de Naeun y me fui a casa, cuándo llegue todo estaba apagado subí por un árbol que da a mi ventana, entre al cuarto y me acosté en la cama mire al techo Serán los tres meses más largos de toda mi vida si lo pienso bien. Pero después me alejaré tanto que esperó no recordarlos jamás.

Cuándo menos lo espere me quedé dormida, mi despertador sonó y me levanté a ducharme. El agua estaba muy helada como de costumbre, papá apaga el agua caliente por las mañanas. Tanto así me odiaban, y él sabe que soy la primera en levantarme así que nunca me ducho con agua caliente.

Termine de ducharme y baje por mis cosas, me fui en mi bicicleta. Y llegué a la escuela, los maestros comenzaban a faltar al igual que los alumnos, algunos alumnos solo asistían a tomar fotos y a hacer algunas cosas por última vez. Ese no era mi caso, yo solo iba a perder tiempo que podría pasar en casa, pero tomando en cuenta que tengo padres descerebrados no me apetecía quedarme en casa. Escuché que no habría clases el resto del día así que decidí irme por ahí, para ver que encontraba. Salí de la escuela y me fui a un pequeño parque cerca de ahí, podía estar todo el día en el. Naeun me dio una copia de las llaves de su casa para que me quedara ahí cuándo quisiera, pero la idea de estar en un parque me parecía más divertida. Podía dibujar y hacer cualquier otra cosa. A veces me quedaba para ver el atardecer o para ver las estrellas, sabía que si llegaba tarde papá me preguntaría, y aunque se lo dijera me golpearía un millón de veces, así que no podría ver las estrellas.

Pero aún tenía mucho tiempo, me quedaban siete horas más, mi periodo escolar comenzaba desde las siete de la maña hasta las seis de la tarde. Y por más horrible que suene me gustaba más estar en la escuela que estar en casa y era mucho mejor entre la semana que los fines de semana, los viernes me aterraban tanto.

Las horas se me pasaron muy rápido tanto que me excedí de tiempo pero no lo hice a propósito, sabía cómo me iría llegando a casa, lo que me confrontaba era que pude ver muy bien el atardecer y algunas estrellas, pero lo que me aterraba es que papá me golpeara solo porque él quería, y por llegar a las siete a casa, así eran las cosas con él.

Llegué a casa y subí por el árbol de mi ventana, tomé la ropa de dormir y me la puse, después de eso me metí en la cama, como si no hubiera pasado nada, e intente dormir para olvidar todo. Escuché como abrían la puerta de la habitación, cerré los ojos y me mantuve inmóvil por unos momentos, no funciono. Papá tomo el cinturón de su pantalón y comenzó a golpearme. Podía sentir el cuero golpeando mi espalda una y otra vez; pude ver a mamá, solo estaba ahí parada viendo a papá golpearme, había una que otra lagrima que se escapaba de sus ojos, pero no me importo no era como si me fuera a defender de él. Siempre me decía que la razón por la que ella me odiaba era porque nunca me defendía de papá y ya que ella lo amaba tanto odiaba la idea de oponerse ante sus acciones, decía que a mí me amaba también pero que papá era su única razón de existir en el mundo no podía hacerlo enfadar, según ella.

—Basta, basta. —Suplique, traté de cubrirme, pero era simplemente inútil. Las lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos, estaba tan harta de sentirme débil frente a ellos, de sentirme triste y agobiada, de tan solo vivir, no había razón alguna.

—No sabes hacer nada de lo que te ordeno, ni si quiera llegar a la hora que se debe, estoy cansado de tus estupideces Jisoo, harto de ti.

—Tampoco te pedí que me trajeras al mundo. Además yo también estoy harta de ti, de ambos. —Dije con voz temblorosa. 

No debí de decir eso. Vi como el cinturón se dirigía a mi mejilla, y solo lo escuche estamparse en ella, después de eso salió de mi habitación a paso acelerado.

—Lo siento tanto. —Mascullo mamá antes de cerrar la puerta de mi habitación.

Las lágrimas no dejaban de caer de mis ojos, mi mejilla ardía y mi espalda se sentía cansada, al igual que yo. Estaba tan harta de todo.