Cap. 1

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Las luces fluorescentes del local hacían efecto en Jessica, era normal, luego de las tres botellas de cerveza que se tomó de porraso. Se sentía mareada, débil, y con unas tremendas ganas de devolver las galletas que almorzó en su trabajo aquella mañana.

A paso lento, buscó entre el mar de gente, igual o más ebrios que ella, a su mejor amiga, quién supuestamente no se iba a separar de su lado en toda la noche. No llegó ni a los servicios higiénicos cuando un hombre, el quinto en toda la noche, se acercó para tratar nefastamente de coquetear con ella, el alcohol volvía imbéciles a los hombres, pero este se pasó de tragos, pues sus manos se dirigieron sin ningún pudor hacia las caderas de Jess. Una buena cachetada fue lo que recibió, y antes de que el hombre dijera o hiciera algo, ella ya estaba caminando fuera del local. Aquello último la descolocó, debió de haber traído a su novio, Brent, pero la insistencia de su amiga diciendo que debía ser una "noche de chicas" le hizo rechazar la compañía de su futuro esposo.

Porque sí, Brent era eso, su futuro esposo, aquel hombre que conoces por casualidad y en tan sólo un día te enamora como nunca antes un hombre lo ha hecho. Ése era Brent, un hombre de 27 años, que sabe lo que quiere y respeta tus deciciones.

Para cuando se dió cuenta, Jess ya se encontraba de camino a su apartamento, pensar en su novio le hacía perder la noción del tiempo, un día de estos terminaría en el culo del mundo de tanto pensar en él.

Pudo haber tomado un taxi, pero de nuevo, su mejor amiga le había invitado diciendo que pagaría todo incluyendo el transporte, todo con tal de que Jess se tome un tiempo para ella, y no para su trabajo o su galán. Tan sólo había traído un poco de dinero por si quería costearse alguna bebida cara, terminó gastandolo en cerveza, ya que su "por ahora ya no mejor amiga", decidió dejarla a un lado por irse a quién sabe dónde con un atractivo hombre que conocieron en el bar.

Al cruzar una avenida, sintió un pequeño calambre en su espina dorsal, una sensación que sólo le daba cuando alguien le observaba fijamente, volteó para comprobar, pero no había nadie. No había mucha gente alrededor que se viera sospechoso, y pocos eran los autos que pasaban a esa hora de la madrugada. Emprendió de nuevo su camino, esta vez avanzando más rápido, la sensacion seguía estando allí, decidió sacar su móvil, por si pasaba algo, era mejor avisarle a Brent, que se encontraba en el apartamento que compartían.

En un sólo segundo, le arrebataron el móvil que tenía en su mano, era un hombre envuelto en un saco oscuro y a espaldas de las luces, lo que le impedía verle bien el rostro, aquel hombre la tomó por las manos retorciéndolas hacia su espalda, evitando que Jess se pueda defender, el miedo recorría todo su cuerpo, el terror era un grito que no salió nunca de su garganta.

—Si gritas, te corto el cuello y dejaré que mueras lentamente mientras yo te disfruto.

Aquella amenaza fue suficiente para que Jess se rindiera, no había nadie alrededor, y aunque gritara, tendría su garganta rasgada antes de que alguien pudiese oírla. Dejó de forcejear con su agresor, aunque su cuerpo siguiese temblando anticipando lo que vendría. Era como estar envuelta en plástico y metida en un congelador, todo el alcohol que ingirió esa noche arremetía con devolverse por donde vino.

—Lo sabía —dijo aquel hombre con una ladina sonrisa. —No eres más que una ramera, te hacías la dificil en el bar, pero se notaba que querías un hombre a gritos. ¿Querías que te siguiera, cierto? ¿Te exita todo esto?

Jess abrió los ojos a tope, reconociendo por fin la voz de aquel hombre, era el sujeto del bar, aquel al que abofeteó por tocarla. No imaginó que la seguiría fuera del local, ahora mismo no parcía un hombre ebrio, se veía totalmente consciente de lo que hacía, y eso no causó más que repulsión en Jess, lágrimas de rabia caían por sus majillas, de impotencia, iba a ser violada entre los edificios, a tan solo un par de cuadras de la seguridad de su apartamento, deseó con todas su ganas que alguien la ayudara, le rogó a dios, pero no apareció nadie. Iban a usarla y luego matarla, la navaja que se deslizaba por su vestido era la prueba de que no saldría viva de esto.

Pero, sin poder creerlo, el hombre soltó un grito cayendo sobre el delgado cuerpo de Jess, y antes de que éste la aplastara, Jess se levantó haciendose a un lado mientras trataba de calmarse, alguien tiró de ella haciendo que perdiera el equilibrio y cayera a un lado, raspandose las palmas de sus manos las cuales sangraron un poco.

Con miedo de que sea compinche de su agresor, se puso de pie ignorando el creciente dolor de su tobillo, volteó entonces a encarar a sus agresores, pero no pudo evitar abrir la boca como la de un pez al ver la escena que tenía frente a sus ojos, ahora no sólo tenía el cuerpo tiritando, todo su ser temblaba y pedía a gritos que saliera huyendo de ahí.

Aquel hombre que la apartó estaba ahora golpeando sin cuidado alguno al hombre que hace poco iba a violarla. La sangre de éste empezaba a brotar, la camisa de su supuesto salvador empezó a teñirse de miles de gotas de sangre que salpicaban.

Lo iba a matar, y Jess sintió una satisfacción que le preocupó, pues nunca en su vida ella había avalado la violencia, es más, siempre se consideró pacifista y repudiaba a todo aquel que fuera violento. Pero ahora mismo, no se sintió en peligro, teniendo a aquel hombre deformando la cara del que fue su agresor.

Entonces reaccionó, aquel hombre pudo haberla salvado de una violación, pero quién podría decirle si este sujeto iba a irse después, quisá también quería algo de ella. Empezó entonces, tratando de no hacer mucho ruido, a caminar con pasos cortos hacia atrás, pero el sujeto que hace un momento estaba golpeando al otro hombre, dirigió su mirada hacia ella. Jess palideció, aquellos ojos brillaban, como si disfrutara del poder que sus golpes ejercían sobre el cuerpo, fue suficiente para que Jess reaccionara y corriera como si una orda de zombies le siguieran en motocicletas.

Llegó a su apartamento, empezando a tocar desesperadamente la puerta, para cuando Brent le abrió, ella saltó a sus brazos y empezó a llorar desconsoladamente.

—¿Jess? Dios mío ¿Qué pasó? ¿Porque lloras mi amor? —Brent estaba en shok, no entendió nada hasta que vió la parte desgarrada del vestido de su novia, un sentimiento de ira empezó a recorrer su cuerpo, pero no podía dejar a su novia así, verla en ese estado le hacía doler el corazón — Tranquila, estoy contigo cariño, estas a salvo, lo siento, debí acompañarte, lo siento. Ya no llores, ey, mírame, te amo. Por favor no llores.

Brent no sabía como reaccionar, ver a su novia llorar lo descomponía, nunca le gusto ver a las mujeres en ese estado. Y mucho menos ver a su novia así.

Cargó a su chica hasta el baño, dejándola en medio de la habitación, Jess ya había dejado de llorar, pero todavía dejaba escapar algunos sollozos, además de que su cuerpo seguía temblando.

Le fue quitando las prendas con lentitud, acariciando su piel en el proceso, sus ojos se encontraron, los de ella mostraban miedo, los de él comprensión. Jess no podía hablar, las escenas se repetían una y otra vez en su mente.

Brent la llevó hasta la tina, llenándola de agua tibia, cuando Jess entró, pudo sentir su cuerpo relajarse al contacto. Fue el turno de Brent en quitarse la ropa, trató de no caer en la tentación de besar desesperadente a su novia, su único objetivo ahora era calmarla, hacerla sentir segura, y asi ella podría contarle lo que sucedió. Al menos eso era lo que él esperaba.

Ya ambos en la tina, Jess se recostó sobre el pecho de su novio, en ningún momento éste la presionó para que hablara, lo cual agradecía, pues en ese momento no quería abrir su boca, lo que pasó horas antes en aquel lugar le dejaron una sensación en su cuerpo que difícilmente podrá dejar de sentir.

Si tan sólo hubiese dicho que no a su mejor amiga, no hubiese tenido que lidiar con un ebrio en el bar, no hubiese tenido al mismo ebrio sobre ella a punto de hacerla suya en la oscuridad de la madrugada y encima del cesped, no hubiese visto a ese mismo hombre muerto a manos de otro.

Aquella noche, Jess se la pasó llorando durante horas, y sin darse cuenta, se quedó dormida. En los brazos de su novio, el único hombre que la protegería de cualquier cosa. Ante cualquier amenaza.

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⏰ Última actualización: Sep 30, 2018 ⏰

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