"El arte del placer y el juego del amor".
Victor es invitado a un Club Nocturno donde hombres y mujeres bailan sensualmente, mezclándose con el sexo y el alcohol.
Ahí conoce a un Stripper, famoso por enamorar a hombres y mujeres a diestra y siniestr...
"Los hombres más capaces de pensar sobre el amor son los que menos lo han vivido; y los que lo han vivido suelen ser incapaces de meditar sobre él."(José Ortega y Gasset)
Un mal presentimiento invadió lentamente a Victor mientras se deslizaba con pesadez sobre el hielo, ni siquiera el sonido de ambas cuchillas raspando esa fría capa congelada hacia que se relajara como solía hacerlo siempre.
Debía admitir que desde que conoció a Yuri, no podía sacárselo de la cabeza, pero esta vez era diferente. Las inmensas ganas que tenia de verlo hacían que estuviese inquieto. Ya no le daba vueltas al tema de si en realidad estaba enamorado de Yuri, estaba más que seguro que lo amaba más que a nada en este mundo. Quizá a algunos se les hacía exagerado que el ruso dijera que el japonés era el amor de su vida. Pero a pesar de que aún no conocía toda su historia, aun así él estaba dispuesto a estar su lado siempre.
Una repentina llamada lo distrajo de inmediato. Saco el celular de su bolsillo y se sorprendió un poco al ver el nombre de Phichit en su pantalla.
-Ho-
-¡¡¡Victor!!! -Lo interrumpió con un grito. Se podía percibir la desesperación y los sollozos del moreno a través del teléfono.
-Tranquilo Phichit, qué suce-
-¡¡Secuestraron a Yuri!!
El cuerpo del ruso se tensó por completo y la desesperación lo apodero rápidamente. Una imagen mental se hizo presente en él casi de inmediato, era Yuri con su hermosa sonrisa. Esa sonrisa con la que se había despedido de él antes de marcharse de su departamento, pero esa hermosa imagen sufrió un cambio muy drástico. Ahora se imaginaba a Yuri sufriendo, siendo maltratado e incluso violado. Casi podía jurar escucharlo implorar por ayuda mientras sus lágrimas fluían a través de esos hermosos ojos café envueltos en pánico. Todos esas imágenes y pensamientos lo llenaron de miedo, impotencia y sobre todo de rabia.
Apretó el celular con todas sus fuerzas, tratando de controlarse para no arrojarlo al suelo del coraje que sentía.
Nadie debía tocar a su Yuri, él era el único que podía hacerlo.
-¡¡¿Victor, me estas escuchando?!!
-¡Ah! Si, lo siento. ¿Dónde estás?
-Estoy en el club, ¡date prisa!
El ruso colgó rápidamente la llamada y salió de la pista como alma que lleva el diablo. Por su comportamiento tan inesperado, varios de sus compañeros le preguntaron qué es lo que pasaba pero él no respondió pregunta alguna. Se veía ido, como si su mente estuviese vagando en otro mundo, pero su semblante se mostraba serio y con una fría mirada.
Guardo sus cosas lo más rápido que pudo, salió del lugar y corrió a su auto. Abrió la puerta y con brusquedad arrojo su maleta en el asiento del copiloto. Encendió el auto y sin perder ni un segundo más lo puso en marcha, provocando el típico sonido en las llantas al acelerar de golpe.
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