Peligroso.

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Las hojas de los árboles se movían de un lado a otro ante el baile de los aires. La luz del sol se asomaba y se escondía como si temiese a ser descubierto. Las nubes eran la manta para el. Para abrazarle durante los días tristes.

Aveces me sorprendía el ambiente tan triste que se posaba ante mi. Londres se caracterizaba por ello. Por tener todo el tiempo aquellas nubes que le mantenían triste. Aquellas nubes que parecían esconder el sol en un acto de posesión.

Yo miraba a traves de aquella ventana. Las voces de cada compañero eran minúsculas ante los millones de pensamientos que recorrían mi mente y mi alma.

- Buenos días... - Escuché aquella voz dentro del salón de clases, todos se acomodaron en sus asientos prestando atención al profesor de literatura.

- Buen día. - Repitieron algunos, mientras yo me dedicaba a sacar mi libro.

El profesor posó su mirada sobre mi, de una forma tan rápida, que ni siquiera me dio tiempo a corresponderla. ¿Como había terminado así?.

Me encogí de hombros por aquella acción. Tom Hiddleston. Ese era el nombre de mi profesor, de aquel hombre que me había enamorado con sus palabras y su gran pasión por la lectura. Amaba cuando sus ojos brillaban al recordar alguna obra de Shakespeare, dado que me había enterado. Era su autor preferido de toda la vida.

Hace unos meses, él había confesado su amor por mi, lo cual me sorprendió gratamente, ya que no creía lo que estaba saliendo de su boca. Yo me había enamorado de el, desde que lo había visto cerca de la fuente, frunciendo el ceño ante el libro que sostenía sus manos. De eso, ya habían pasado dos años. Técnicamente me volví loca, cuando me había enterado que sería mi profesor en el último grado de preparatoria.

Sin embargo, no todo podía ser perfecto, luego de algunas citas dónde debo decir, habíamos disfrutado de la compañía mutua. Un buen día, él había decidido dejar de verme. Dejar de lago aquello que se había convertido en error. Y que quizá tenía razón.

- ¡Tierra llamando a Gwen! - grito uno de mis compañeros, sus ojos verdes se posaron ante mi con una sonrisa. Casi la mitad del grupo me estaba observando. Ahí caí en cuenta, que había dejado mi rostro estamparse sobre el libro. Vergüenza total. - ¿Estas bien? Llevo como 100 horas intentado llamar tu atención.

Sonreí levemente, no quería admitirlo, pero estaba segura que Tom me estaba observando. No lo mire.

- Tranquilo, James. - dije.- Solo no tuve una buena noche.

- Bueno, deberías aprender a dormir bien. - sonrió pellizcandola mi mejilla - No digo que no seas hermosa, incluso con aquellas ojeras luces muy linda, pero...

- Ya basta señor Graham. ¿Podria guardar silencio? - interrumpió Tom, notablemente molesto. La mayoría quedó asombrado, puesto que Tom se había caracterizado por ser alguien sumamente relajado.- Es decir... Tenemos un tema extenso, y mi intención no es que salgan tarde de mi clase. No lo merecen.

Y con ello, se apresuró a escribir cosas en el pizarrón, yo suspiré y miré de reojo a James, quien hizo una señal de que el profesor estaba chiflado. Rei en voz baja, y la clase continuó su curso.

De vez en cuando Tom hacia que alguien leyera un párrafo, obviamente siempre saltándose mi nombre. Al parecer no lo recordaba.

La clase al fin había terminado. La campa sonó, haciendo notar nuestra libertad.
James se levantó a toda prisa guardando sus cosas.

- Oye Gwen. ¿Te apetecería ir por un café? - sonrió, mostrando sus bellos hoyuelos.

- Claro. Suena bien. - le devolví la sonrisa, dispuesta a seguir su paso.

- Lo siento, señorita Evans. ¿Tiene un minuto? - Pare en seco al escuchar la voz del profesor, di media vuelta para mirarlo - Es un asunto, sobre su examen. Al parecer hizo trampa.

- ¿Disculpe? - pregunté incrédula.

- Tranquila Gwen. Arregla el asunto que tengas. Dejaremos ese café pendiente. ¿Vale? - volvió a sonreír. Acercándose para besar mi mejilla - Nos vemos profesor Hiddleston.

Este solo asintió, todos salieron dejándome ante el. Ante Hiddleston.

- ¿Trampa? - pregunté - Yo sería incapaz de hacer trampa, además de que....

- Lo se. Sé que no hiciste trampa. - ladeé el rostro desconcertada - ¿Por que aceptaste salir con el?

- No puede ser... - susurre - Tom, por dios, no puedes venir con esto ahora. Yo tengo derecho a salir. Además. ¿Por que te importa?

Resople, dispuesta a salir de aquel salón, sin embargo, Tom tome mi muñeca con la mirada cabizbaja.

- No iba a permitir que el tocará... Solo yo puedo hacerlo. - dijo serio.

- ¿Que demonios? ¡Sueltame! - lo mire molesta - si no lo haces, juro que gritare por ayuda...

- Hazlo...

Me quedé en silencio. No podría hacerlo, no resistiría si algo malo le pasaba a ... ¿Que demonios me pasa?

- Lo siento mucho.... - continuó - Pero... Aún te amo, Gwen.

- Tom, no puedes....

Y sin más, me tomo del mentón, besándome profundamente. Aquello era peligroso. Bastante, para mi gusto.

- Por favor....

Y de nuevo, la rendición se apoderó de mi.

Oh no....

Tom Hiddleston one Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora