REVERSE ATRACTION

El ojo izquierdo

PoV Bill

Existía una leyenda en nuestro mundo, acerca de criaturas mágicas que tomaban forma animal, los humanos los llamaban ''Guardianes'' y los adoraban como deidades, obviamente la leyenda es real, como tantas otras, los guardianes existieron y yo fui uno de ellos.

Siglos atrás, antes de que la tierra conociera el poder Bill Cipher, existieron criaturas dotadas de un gran poder espiritual quienes reinaban en los bosques, respetados por los monstruos, venerados por los humanos, y entre ellos me encontraba yo, un ser mítico con forma de ciervo, el único de mi especie con pelaje dorado. Los guardianes nacieron del poder de los dioses celestiales, pero yo, el dorado, nací del poder de la diosa infernal para que de esa forma el balance del mundo no fuera alterado, pero a la vez fui condenado por mi propia especie y visto como la oveja negra de la manada.

Recuerdo el día en que los primeros humanos llegaron a nuestro hogar, débiles criaturas muriendo de hambre que buscaban un refugio, y nuestro rey decidió brindarles un lugar en nuestra tierra y compartir con ellos nuestra comida, un acto de piedad que con el correr de los años nos condenaría a todos. Nosotros los guardianes les enseñamos a arar la tierra, a cultivar en los campos, y así, con nuestra guía, los humanos prosperaron y lo que comenzó como un refugio poco apoco se convirtió en Gravity Falls. En gratitud los humanos nos ofrecían ofrendas en lo que llamaban ''Festival de la luna llena'' celebrado el doceavo día de luna llena, pero las ofrendas cada vez eran menos, los humanos habían aprendido los medios de subsistir y ya no nos necesitaban, para nosotros significaba que podíamos volver a nuestros días de paz sin la necesidad de velar por ellos.

Un día de verano una de las hembras estaba dando a luz, yo aun era joven, por lo que sentía curiosidad y me acerqué a ver, extrañamente ninguno de ellos me hizo a un lado ''el nacimiento de una nueva vida es motivo de celebración, debes celebrarlo con nosotros'', dijeron. Horas pasaron hasta que la nueva vida llegó al mundo, un pequeño bebé de pelaje marrón al igual que el resto de ellos. Vi a su madre lamer su rostro de forma amorosa, lo vi tambalearse hasta lograr pararse y lo vi dar sus pequeños primeros pasos que perecían saltitos, pequeños brincos que se dirigían hasta mí.

- ¿Qué estás haciendo? – dije cuando el pequeño comenzó a frotar su pequeña nariz sobre mi pelaje – tu madre está por ahí – dije apuntando con mi pata indicándole la dirección, pero el pequeño no parecía tener intenciones de apartarse – eres extraño.

- Creo que le agradas – dijo su agotada madre - ¿por qué no elijes el nombre? – no podía creer que me estuviera pidiendo eso, mucho menos que existiera alguien a quien yo le agrade

Comencé a observarlo detenidamente, supongo que él pensaba que era un juego, pues comenzó a observarme fijamente también, al menos hasta que dio un pequeño bostezo y se acurrucó a mi lado obligándome a acosarme con él para así mantenerlo cómodo. Quería observar cada detalle de él, cada gesto, cada mirada, algo que me diera una idea, fue cuando noté que los lunares de su lomo seguían un patrón determinado, asi como lo hacían las estrellas del cielo.

- Dipper – pronuncié despacio, Dipper, la osa mayo, ese es el patrón que siguen sus lunares.

Con el paso de los años el lazo que me unía a Dipper se volvía más y más fuerte. El fue el único en no hacerme a un lado, de hecho, cada vez que volteaba él estaba ahí, incluso en los peores momentos, sin que dijera una palabra su sola presencia me hacía sentir completo. Pero esta historia no tiene un final feliz, tal como una comedia griega, lo que empieza bien acaba en tragedia.

Finales de septiembre, jamás podré olvidar esa fecha, el verano había acabado y el otoño empezaba, las hojas de los árboles cambiaban de color y comenzaban a caer. Tú y yo estábamos cerca del lago, por alguna razón te gustaba ver las hojas caer de los árboles