La jóven al alejarse de su escondite, comenzó a dar saltitos alegres mientras se acercaba al chico; se sentía tan humillada en cierta manera de lo torpe que lucía al tratar de "actuar alegre". Siguió dando vueltas y saltando con alegría hasta que el joven miró a aquella coneja, ambos hicieron cotacto visual por unos segundos, Mikasa quedó congelada, sonrojándose al ver que el chico la miraba, pero Levi volteó la mirada enseguida quedando de perfil hacia ella al momento en que una lágrima brotó de sus ojos, Mikasa pudo sentir como su corazón se rasgaba "lo haré por él... ¡lo haré por él!" pensaba incansablemente. Levi limpió rápidamente aquella lágrima mientras se disponía a levantarse de su asiento, pero ella con rapidez corrió hacia él y lo tomó de su mano sin mirarlo a la cara.
- ¿Qué estás haciendo?, suéltame.
La conejita cabizbaja negaba sin soltarle.
- Suéltame.
Mikasa alzó la cabeza y lo sentó nuevamente en la banca, colocando sus manos en la cadera negando con mucha carisma, luego alzó una mano y con su dedo índice volvió a negarle.
- Tsk... no estoy de humor para estas tonterías.
La coneja extendió la mano donde tenía el globo, Levi le miraba confundido y absorto.
- No tengo nada que hacer con ese globo. ¿Por qué me lo das?, no soy un niño.
Ella volvió a tomar su mano y colocó la tira del globo en ella.
- Por favor.. --Dijo tratando de cambiar su voz a una más infantil--
Levi frunció el ceño y cerró la mano tomando aquel globo un poco avergonzado, desviando el rostro hacia otra dirección.
- Bien.
Mikasa sonrió muy feliz y aliviada mientras aplaudía y daba pequeños saltos, por lo que luego dirigió su mano a la cabeza del chico y le dio suaves palmadas.
- Cada que estés triste, recuerda que siempre habrá alguien que quiera hacerte feliz y sonreir, sé que no logré eso, pero estoy satisfecha con lo que pude lograr.
Levi, al oírle, volteó nuevamente hacia ella e inclinó un poco su rostro, mirando luego a los ojos de aquella coneja, intrigado.
- ¿Quién eres?
Un poco asustada, Mikasa se da la vuelta y comienza a retirarse moviéndose muy torpemente; por lo que Levi toma de la muñeca a esta dulce coneja y logra voltearla quedando frente a frente nuevamente.
- Pregunté.. ¿Quién eres?
- Nadie.
El chico sonrió de lado sin apartar los ojos de la chica bajo el disfraz.
- No puedes ser "nadie", alguien eres.
- Si, soy alguien, pero... no me conoces.
Arqueó una ceja sin dejar de sonreir, respondiendole casi en sarcasmo y con un tono algo juguetón.
- ¿En serio, Mikasa?
La joven estando impactada quedó paralizada, mientras este quitaba la cabeza del disfraz de ella. Al quitarla, pudo ver a la chica un tanto asustada pero por sobretodo, sonrojada.
- ¿C--Cómo supiste...que era yo?
- Porque la coneja pasó de tener una voz infantil, a tener la voz de la chica que estudia conmigo, la chica que bailó conmigo en esa obra tonta de la escuela, la chica que estuvo semanas a mi lado cuando mandaron de tarea el proyecto de epidemiología. ¿Crees en serio que no reconocería tu voz?
- Q--Que tonta soy... --cubrió su rostro muy avergonzada, ocultándose también de él, sintiéndo deseos de ser tragada por la tierra--
Levi tomó aquella mano que cubría su dulce cara bajándola, mientras con la otra alzaba su rostro con suavidad.
- Gracias.
Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas mientras su sonrisa se hacía notar al oir aquellas sinceras palabras.
- Yo...
- Mikasa... gracias. Realmente eres la chica maravillosa que siempre imaginé que eras. Desde que hice esa tarea contigo, hubo algo que llamó mi atención de ti, lo dedicada que eres en las cosas que te propones, y desde que tomé tu cintura la primera vez que practicamos, mi corazón ardía por estar más tiempo contigo, pero, cuando te vi en ese vestido en la obra... me rendí.
- L--Levi...
- Quédate conmigo... conejita...
Acercó su rostro depositando un beso en sus labios mientras la abrazaba con ternura; ella correspondió su beso mientras se aferraba a sus brazos sintiendo sus corazones a punto de estallar.
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Una coneja en mi corazón
FanfictionLevi siempre muestra una personalidad fría, pero no quiere decir que carezca de sentimientos... en momentos de tristeza, una conejita logra endulzar su corazón