Final

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- Espera ¿Sabes en cuánto pasa el siguiente metro? – Escucho preguntar a mis espaldas.

Me detengo antes de llegar a la mitad de la escalera, me giro para responder que debe preguntar al asistente de la estación, pero el brillo proveniente del andén me deja en silencio, no veo a quien debo responder.

El chico que me habló se acerca un escalón mientras mis ojos se acostumbran al cambio de luz.

- ¿Estás bien? - Me pregunta.

"¿Es él?... si es él" pienso cuando logro distinguir su rostro.

- Hola – logro decir sin saber porque – tienes que consultar abajo con...

- No – me corta – Quería saber tu nombre – me dice - ¿Te acuerdas de mí?

No sé qué hacer ahora. El chico que acabo de ver en el metro se armó del coraje que yo no tuve, se bajó del tren y me habló.

Trago en seco y muevo mi cabeza negando lentamente

- Lo supuse. Necesito hablar contigo – se sienta en el suelo y me enseña el espacio a su lado para acompañarlo. Nervioso subo los pocos escalones que nos separan para sentarme junto a él.

"Es hora de romper con mis nervios"

- No te conozco, soy Marcelo.

- Sí sé cómo te llamas, Marce – me muestro totalmente sorprendido por su respuesta.

- ¿Tu no seguías hacia otra estación?

Me mira, me sonríe y asiente – Sí, pero tenía que hablarte.

- Okey, ya estamos hablando – le digo con un toque de sarcasmo tan usual en mí.

- ¡Ha, ha, ha! Aprendiste a ser sarcástico – se carcajea y yo sin entender nada. Lo miro con molestia y respondo – Dime de dónde nos conocemos.

- Del colegio, fuimos compañeros en básica. No éramos muy amigos, pero igual pasábamos momentos juntos.

- ¿Y te llamas?

- José

- ¿José? ¿El segundo José que llegó al curso?

- Sí

- ¿El José que invité hasta mis cumpleaños?

- Sí

- ¿Es en serio?

- Sí

- No puedo creerlo... ¡Estás totalmente cambiado!

- Al parecer sí, tú no has cambiado tanto en lo físico.

Me río con esa confirmación y me sonrojo.

- Pero tus gustos si cambiaron ¿Cierto? – me dice guiñando un ojo.

Me sonrojo más – Jamás creí que toparía contigo, wow, que chico el mundo – le respondo avergonzado.

- En realidad llegué este año. Estuve en el sur con mi papá y nos mudamos para acá en enero. Eres uno de los pocos compañeros que recuerdo.

- No sé qué decir – miento. En verdad quería contarle que siempre me pareció un niño guapo. Quizás si hubiésemos seguido juntos, hubiese terminado enamorado de él y no del colombiano que llegó el año 2001 al colegio.

- De todos modos, el caso es que no me bajé del tren por eso.

- ¿No? – pregunto dubitativo

- Me bajé por la misma razón que me miraste – me confiesa.

On The TrainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora