Dani

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A nadie le gustaban las sequías, mucho menos a los campesinos y aldeanos de las pequeñas comarcas, lo que hacía que la lluvia fuera bien recibida en momentos de necesidad. Por los caminos ya empezaban a formarse charcos, la lluvia había comenzado a caer hace unas pocas horas y no había cesado hasta el momento. A pesar de todo, a los niños pequeños no les importó salir a la calle para divertirse con aquel suceso natural, corrían, saltaban, reían, jugaban... Hacía mucho tiempo que aquellos niños no podían disfrutar de aquella manera.

A la lejanía se pudo divisar un caballo blanco sucio, con las crines que se pegaban a su mojado cuerpo y a cuyo jinete parecía no importarle. Un hombre, vestido con una túnica gris cuya capa que casi llegaba al suelo. Su rostro estaba escondido por la capucha de la túnica. Lo único que se podía ver de él era su larga barba grisácea. Los niños, tras quedarse parados intentando saber quién era esa persona, chillaron y regresaron a sus respectivas casas acechados por el miedo.

La sonrisa del sujeto se hizo más amplia y aumentó la velocidad del caballo para poder intentar llegar más pronto a su destino, la Torre del Valle de los Lobos.

***

La puerta se abrió de golpe dejando ver un tornado de agua. Se pudo escuchar un grito de puro terror, Melodi, una de los aprendices de tercer grado estaba en problemas. A su lado apareció Josep, el aprendiz de tercer grado, su compañero.

-¡Llama a Jonás, corre!-gritó Josep al ver que él no podía sólo con el problema.

Melodi, aún asustada quiso teletransportarse, pero fue en vano, no pudo, el miedo inundaba su cuerpo. Salió corriendo y empezó a subir por las escaleras a toda prisa en busca de su maestro. Abrió la puerta del despacho de Jonás con un golpe.

-¡Tenemos un problema en mi habitación!-gritó jadeando.

Jonás, un hombre adulto cuyas canas comenzaban a verse, dejó de mirar el pergamino que estaba leyendo y se levantó para estar junto con su pupila. La cogió del hombro y ambos desaparecieron de la estancia para presentarse de repente en la habitación de Melodi, en donde un cansado Josep luchaba para tener controlado al tornado. Jonás alzó la mano, y con unas palabras en arcano consiguió hacer desaparecer el tornado al instante.

-Gracias maestro.-jadeó el muchacho.

-Sí, muchas gracias.-suspiró Melodi con las mejillas ruborizadas.

-No hay que agradecer nada.-sonrió Jonás. Miró a la muchacha.-Veo que necesitas ayuda.

-Si... Bueno, no me vendría mal.-miró al suelo avergonzada.

-Será mejor que descanses un poco.-le dijo a ella, aunque se dirigía la verdad a ambos.- Josep buen trabajo.-dijo Jonás al ver a su alumno con mala cara.

-¿Buen trabajo? Estoy a punto de finalizar el tercer grado, se supone que ya debería controlar a la perfección los tornados de agua y lo único que he hecho ha sido mantenerlo quieto en un sitio y de mala manera... No merezco tal alago.-enrojeció el muchacho dando una patada a la silla del escritorio.

-¿No te crees merecedor de ello?-preguntó Jonás sorprendido.-yo creo que lo mereces, eres un buen alumno y aprendes con rapidez, estás trabajando día y noche para mejorar tus habilidades, no creas que no me he fijado. ¿Cómo crees que has llegado tan lejos en tan poco tiempo?-hizo una pausa y sonrió.-Tranquilo, eres un buen aprendiz y no dudo que el libro de agua te sea sencillo de acabar, ni tampoco pienso que tengas muchos problemas con el libro de fuego. Así que relájate y no te metas tanta presión.

-Gracias maestro.-sonrió con amabilidad, necesitaba una motivación y su maestro se la había dado.

-Ya te puedes ir.-dijo este.

CRÓNICAS DE LA TORRE V: VUELTA ATRÁS (CORRECCIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora