CAPITULO 2

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-PARTE II -

CONOCIENDO A LOS LAMBERT - STEELE

Carla nunca fue una mujer que sirva para estar sola, así que a los 6 meses de separarse de Ray se fue de viaje y volvió casada con Stephen Morton. Un tipo creído, arrogante, nunca me gusto, no sé, su mirada, su forma de hablar, de actuar. Todo iba bien hasta que un día volví de la escuela y él estaba el en la casa, con varias cervezas encima, se me acercó, me agarro del cuello con fuerza, yo venía hablando con Kate, cuando de repente me empezó a decir, que no tuviera miedo solo quería probarme. Para mi suerte Kate llamo a nuestros papas que estaban yendo a buscarme. Como la puerta estaba cerrada de una patada la abrieron y ahí me vieron arrinconada en un sillón con las manos de Morton sobre mis piernas llegando casi a levantar mi pollera. Frank me tomo en sus brazos, una vez que me tranquilice separo a Ray que no dejaba de golpearlo, llamaron a la policía y se lo llevaron. Fuimos a poner la denuncia, por supuesto Carla gritaba que había sido mi culpa por provocarlo. En ese entonces yo tenía 6 años.

Ella, mi madre, quien debía defenderme, les dijo que me llevaran que no me quería cerca. Con la denuncia y los cargos levantados, Ray y Frank fueron a ver a un señor muy amable, Grey, creo se llamaba, quien luego de escuchar mi relato y ya con mis mamas y hermanos a mi lado y sin llegar a un tribunal, porque Carla firmo la custodia completa a los hombres de mi vida.

Al volver a Seattle, adquirieron varias propiedades en The Commons at Ballard, cercadas y separadas del resto. Por supuesto ni hablar la seguridad que contrataron. Pero fuimos y somos felices.

Mientras estudiábamos Kate, Eli y yo empezamos desde abajo en la editorial de Frank. Jordan, Philip y Andre lo hacen en la de Ray. Hoy día Kate es la jefa de relaciones públicos de las dos empresas; Eli, diseñadora gráfica, es la jefa de publicidad y yo trabajo en la dirección. La idea de nuestros papas es que en un no muy lejano tiempo, dejen las empresas en nuestras manos, retirarse, y según mama Amelia – dedicarnos a malcriar a nuestros nietos, porque jovencitas quiero muchos niños corriendo y jugando – Claro que los peques de Annabel también son sus nietos y digamos que a su corta edad saben cómo manipular muy bien a sus cuatro abuelos y a sus tías y tíos.

Del marido número tres de Carla, Stephen morton, nos enteramos que un par de meses después que nos fuimos de Portland, desapareció como si se lo hubiera tragado la tierra. En realidad poco importa, salvo que Carla se fue de viaje a Las Vegas y volvió con el marido número 4. Desde ese hecho casi no hemos mantenido contacto, cosa que agradezco.


Lambert-Steele y Grey: en busca de la felicidadWhere stories live. Discover now