Capítulo 1: El comienzo del camino

63 4 0
                                    

Era un día frío y lluvioso, normal en plena estación de invierno. Todos estaban reunidos alrededor de un feretro, en el cual ahora descansaba el señor Roberts.

No fue nada muy raro, murió por la edad. Sucedió una noche oscura, en pleno invierno.

Él era el abuelo de Troye, pero para mi sorpresa, él no parecía triste a diferencia de todas las personas alrededor que yacían alrededor del cuerpo del anciano con una cara de profundo lamento.

Yo no había conocido muy bien a su abuelo. Apenas lo veía por las visitas que hacía constantemente a la casa de Troye, este solía ir a su habitación y apenas salir para intentar prepararse una taza de café, que siempre yo terminaba haciendo. Él tenía cara de ser buen señor, pero por lo que Troye me había contado, no era así, no era para nada el anciano amable que todos veían.

Mi hermano aseguraba todo lo contrario, que él era de lo más amable y pacífico, pero yo le creía a Troye.

Habían muchas personas por ahí, incluyendo los padres de amigos de Troye, a pesar de la presencia de sus padres los chicos no estaban debido a que sabían de la situación.

Conozco a Troye desde sexto de primaria, sin embargo no conozco del todo a varios de sus amigos. No puedo decir que no me agradan, sin embargo lo prefiero así, no creo llegar a congeniar mucho con ellos.

Troye tocó mi mejilla, solía hacerlo cuando estaba muy metido en mis pensamientos o lo ignoraba.

—¿Sucede Algo? —Preguntó mirándome algo preocupado. Me giré para verlo, pero aún estaba algo distraído.

—No, no pasa nada —Murmuré mirándolo. Tratando de concentrarme y no perderme en mis pensamientos una vez más.

Repentinamente, me rodeó el cuello con una tela suave haciendo que me sobresaltada. No supe que era hasta que pude mirarla tomando uno de los extremos.

—¿Una bufanda? —Pregunté algo desconcertado.

—Tu piel está fría, y estás temblando —Comentó desinteresado.

—Mi piel siempre ha sido fría —Respondí, mirando el charco de agua a mis pies.

El resto del funeral transcurrió con calma, algunas lágrimas y más lamentos. Lo entendía, el hombre había sido alguien querido por muchos y aunque yo no sintiera demasiado aprecio por él, no podía imaginarme lo que sería perder a un ser al que le tengo cariño.

—Deberíamos levantarnos de esta maldita banca, está muy dura y mi trasero va a aplanarse —Se quejó, provocandome una risa, todos voltearon a mirarme.

Tonto Troye.

—Lo siento —Pedí disculpas rápidamente en un murmullo. Para los adultos era una falta de respeto reírse en una situación como esta, probablemente porque no era un momento gracioso para muchos.

—Eres un idiota —Troye se reía, pero en voz baja, por lo que nadie más que yo podía escucharlo.

—Calla, fue tu culpa —Reclamé— No deberías hacerme reír, y sé que lo hiciste apropósito.

—Eres muy gracioso —Murmuró entre risas.

—¡Estoy tratando de regañarte! —Traté de poner mi mejor cara de enfado, pero Troye me revolvió el cabello.

—Anda, deberíamos irnos de aquí —Fruncí el ceño. Yo nunca desobedecía a mi madre. Ella me había dicho que no me moviera de aquí hasta que pasara por mí.

—No podemos. ¿Recuerdas lo que le prometí a mi madre? —Troye apoyó su brazo en mi hombro mientras trataba de darme una de sus mejores sonrisas la cual casi me hace ceder por un momento.

—Helen es muy paranoica, no somos niños —Muchos pensarían que es una falta de respeto que el se refiriera a un adulto por su nombre en vez de, por ejemplo,"Señora Peterson" pero mi madre le había insistido en que la llamara por su nombre ya que había confianza y otras cosas más.

Suspiré rendido mientras Troye me arrastraba fuera del patio de su casa, donde habían organizado el funeral. Su ambiente deprimente empezaba a deprimirme a mí también.

Apenas íbamos a cruzar la calle cuando...¡Sorpresa! Mi madre estaba allí. Probablemente nos había visto cuando llegaba en el auto y había venido a regañarme.

—¡Ángel! ¿Cuántas veces te he dicho que te quedes donde te digo? —Me estaba riñendo solo a mí, ignorando la presencia de Troye.

—Fue idea de Troye, yo no tengo la culpa mamá —Me crucé de brazos, mientras ella me miraba fijamente.

—Troye es un buen chico, no lo metas a él en esto —Escuché una suave risita de parte de Troye, me giré para mirarlo. Tenía una mirada burlona, le estaba dando gracia que mi mamá me regañara.
Fruncí el ceño y murmuré letras casi no audibles.

Solíamos hablar así cuando estábamos en un sitio publico y había demasiada gente cerca, y no queríamos que nos escucharan.

«E-R-E-S U-N I-D-I-O-T-A» dije murmurando.

«A-S-Í M-E Q-U-I-E-R-E-S» Murmuró sonriendo.

—¿Qué tanto se secretean? —La voz de mi madre interrumpió nuestra pequeña charla a base de leer letras.

—Nada, Señora Peterson —Estaba llamándola así apropósito, para distraerla.

Maldito Idiota.

—¿Podemos salir? El lugar está muy triste, mamá —Dije poniendo mi mejor cara de cachorrito abandonado.

Dudó por un par de segundos, pero luego accedió, pero antes de irme me tomó del brazo.

—No te alejes de Troye —Reí y la miré sonriente.

—Para nada, mamá, sabes que siempre estamos juntos —Pude ver como se relajaba y soltaba el agarre de mi brazo.

Por fin libre pensé.

.

Llevábamos buen rato caminando y no sabíamos donde estábamos. La nieve hace buen rato se había quedado atrás, así que no había forma de guiarnos con nuestras huellas. Habíamos llegado a un callejón oscuro, donde no caía absolutamente nada de nieve gracias a unos trozos de madera que habían colocado arriba.

Estoy seguro de que estaba haciéndose tarde y pronto, en unas horas, mi madre llamaría a la policía, al FBI, a los SWATS y no sé qué más.

Cada vez estaba más preocupado por el castigo que recibiría, que probablemente duraría años, mientras que Troye estaba de lo más relajado.

Idiota.

Escuchamos un fuerte ruido el cual hizo que me sobresaltara y noté que el se tensó.

¿Qué demonios?

Seguimos caminando, y giramos hacía donde provenía el ruido, adentrándonos más en ese callejón que no parecía tener salida.

Un contenedor de basura había caído al suelo, era demasiado grande como para que alguien pudiera tirarlo. No conocíamos a alguien lo suficientemente fuerte para hacer eso.

—¿Qué mierda? —Escuché murmurar a Troye.

—Esto debe tener una explicación... —Traté de pensar en una excusa lógica mientras miraba al contenedor caído, apenas visible en toda aquella oscuridad.

—Tú sólo quédate aquí —Me soltó el brazo y caminó. Traté de detenerlo, pero era demasiado tarde, ya no lo veía.

DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora