Capitulo 1

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Era una fria mañana de julio, y la familia Thomson comenzaba sus actividades.

Las niñas, Marie, Kristen y Julie, debian ir al colegio, pero siempre fue difícil levantarlas. Su madre decidió llamar una vez más, ya que las anteriores 4 no habían funcionado.

Luego de que todas estuviesen cambiadas, se encargaron de partir hacia la parada del autobús.

Todas las mañanas era lo mismo. Levantarse, levantarlas, desayuno, uniformes, parada, autobús, escuela.

Dos manzanas no son nada, pero cuando llevas a pequeñas inquietas de la mano, todo cambia. Y es que con sus edades ¿como quedarse quietas? Cinco, siete y casi nueve. Hermosos años para no preocuparse por nada...

Luego de cruzar la primer manzana y en la esquina de la segunda, Marie comienza a percatarse de pequeñas manchas que parecían guiar hacia un sendero, y se lo hizo notar a su madre.

De modo fugaz, la madre intuyó que bien podia tratarse de un líquido cualquiera, despues de todo muchos jovenes salen los fines de semana dejando en las calles evidencias de como la pasaron. Por lo que la teoría de que eso sólo fuese alcohol no estaba fuera de lugar. Sin embargo, por más que quería, no lograba encontrar una botella o algún vaso,y mientras más lo observaba, ése líquido comenzaba a perder lugar en la categoría de bebida alcoholica.

De repente, una idea comenzo a dar vueltas en su cabeza. El color, el grosor... el olor. Todo parecía querer indicarle que lo que estaba pensando era realmente cierto.

Pero no hay nada más lamentable que el que la razón comience a ganarle a la imaginación en un momento así. Y es exactamente eso lo que le estaba ocurriendo a ella.

Con temor, tomo a las tres de la mano, al mismo tiempo que se ponía delante de ellas. Seguia con sus ojos las inesperadas señales, si es que así pueden llamarse, que se presentaban en su camino. Y es que la verdad era que jamás esperaba algo asi esa mañana. La rutina y la monotonía, eran algo que ella bien conocia, y como se los caracteriza, no tenian porque cambiar.

Lentamente, seguía con su mirar cada una de esas pequeñas manchitas, cada una de esas gotitas.

En la segunda manzana, lo único que las separaba de la parada, era un desolado y oscuro descampado. Es cierto que era de mañana, pero era invierno, y el sol sólo estaba dispuesto a ayudarlas despues de las 7:00 am.

Solo eran las 6:05 am.

Prácticamente, no veían nada. Solo algunos autos pasaban fugazmente para guiar el camino. Fuera de eso, eran ellas contra el mundo. En este caso, ese mundo era ése descampado. Un mundo oscuro que te recibia con una alfombra, una alfombra roja, como esas que se encuentran en los desfiles, o en alguna entrega de premios. Una roja alfombra liquida.

A paso lento, la valiente mujer decidío avanzar. Larga, la distancia que las separaba del descampado, no era. A lo sumo, unos 30 pasos. Pero la atmósfera, el ambiente, la tensíon, el miedo y la incertidumbre, llegaban a colocarle a ésos simples números, incontables ceros.
Por esa misma razón, ella creía que jamás llegarían a destino. Pero el tiempo es relativo,y lo que penso que serían horas, solo fueron segundos. Y ya estaba alli, a merced de ese oscuro espacio abierto.

Solto a las niñas poco a poco, mientras que con un ademán, les indicaba que tomaran distancia y se quedasen separadas de ella.

Asomó lentamente la cabeza para visualizar su alrededor. Tenia la esperanza de que ese liquido tal vez perteneciera a algún animal herido o que a alguien se le cayese colorante rojo mientras pasaba por ahí.

Pero no fue asi.

Porque la vista del ser humano ha sido creada para determinar rápidamente la forma de las cosas. Para denominar fugazmente cualquier elemento que tengamos delante de nosotros. Y cuando esté elemento se encuentra borroso, se encuentra nublado, casi indescriptible... Entonces comienza a funcionar en nosotros un proceso de connotación. Aquello que vemos, le damos un significado. Pero este significado esta condicionado por nuestras vivencias.

Madre no podía enfocar bien su vista. No podía determinar que era lo que veía. La oscuridad parecia querer tragarse aquella forma, y siquiera las luces merodeantes se atrevian a salvarla.

Eso no era un animal, pero tampoco terminaba a completar la forma de una persona.

Queria ponerle un nombre a lo que veía. Pero no podia. Porque en su proceso de connotación, el significado que le daria a lo que veía, está ligado a sus vivencias.

Y allí estaba el problema. Ella jamás encontraría colocar rápidamente un nombre a lo que observaba, porque jamás habia visto algo asi.

Jamás se habia encontrado con un cuerpo desmembrado.

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