- Yo quiero conocer a Mei- dice Hotaru emocionado.
- Tengas que tener mucha suerte en la vida- contesta mi tía Usui.
- Bien, todo está más claro ahora.
- ¿Seguro? Aún no termino.
- Deduzco que ese dinero, que dice la carta que tengo, es de mi padre y de Mei, lo que no me ha contado es que tengo que hacer con ese dinero.
- Respecto a eso, quiza sea mejor que te lo explique ella.
- ¿Ella?
- Mei.
- ¡¿Mei?!
- ¿Vendrá?- pregunté.
- No lo creo, pero me envió un fax hace unos días, dijo que te buscaría.
- Bueno, ahora sé toda la historia, y me alegro de que me la haya contado usted, y no... usted sabe, una asesina.
- No creo que debas verla así.
- Estoy de acuerdo Edgar- dijo Hotaru- es una mujer legendaria, ayudó a toda tu familia. Y sobre las personas que mató, seamos sinceros, le hizo un favor al mundo.
- Él tiene razón, será estupendo conocerla.
- Quien sabe...
- Oye, ¿querías respuestas no?
- Supongo.
- Ahí las tienes.
- Bien, descubriré todo.
- Por último, quiero que recibas el dinero que tu madre dejó para ti.
- Mi padre le dio ese dinero antes de morir a ella supongo.
- Es lo más probable.
- O quizá- dijo Hotaru poco convencido- Mei se lo dio, y de alguna forma la persuadió al suicidio.
- Eso no... No lo creo- dije, pero sin duda lo consideré.
- Aquí está todo lo que recibí- Dijo y me dió una tarjeta blanca y plateada- hice que el banco no te cobrará nada, es como si yo fuera simplemente la intermediaria.
- Entiendo.
- Y si lo quieres en efectivo, sólo ve a cualquiera de nuestros bancos y usa la tarjeta.
- Muy bien.
- ¿Qué es lo que harás?
- No estoy seguro, pero yo le aviso, para que esté enterada.
- De acuerdo- dijo y Hotaru y yo nos pusimos de pie.
- Que cansancio- dijo Hotaru haciendo estiramientos.
- Quiero que sea también mi contadora personal, y cuide cómo gasto todo el dinero.
- Será un placer, haré un contrato.
Estaba a punto de amanecer cuando salimos de ahí, eran las 5 de la mañana, y caminamos por la calle hasta casa. A esa hora ya había muchos conductores dirigiéndose a su trabajo, pero se sentía muy fresca la mañana. Hotaru me dejó ahí en casa, se despidió, y se fue a su casa a dormir.
Entré y advertí que al salir no había cerrado con llave, caminé hasta mi habitación, y ahí vi a Sumire acostada, dormida, abrazándose a sí misma medio enredada con las cobijas de la cama. Me acerqué, la cubrí con la manta cuidadosamente, y me recosté a su lado, no recuerdo más.
A las desperté a las 4:00 de la tarde, estaba hambriento, y me dolía un tanto la cabeza, tenía los ojos enrojecidos y el cuello estaba matándome. Me puse de pie, giré la cabeza algunas veces, y caminé hasta la ducha, donde el agua caliente me sentó perfecto.
Salí en toalla y me topé con Sumire, justo ahí, frente a la puerta.
- ¿Sumire? ¿Qué haces?
- Yo, solo esperaba a que despertarás.
- Oh, es amable de tu parte, ¿Que hacías aquí anoche?
- Pues, estaba algo preocupada, tenía un mal presentimiento, y decidí venir, pero no te encontré en casa, así que me quedé a esperarte.
- ¿Cuánto tiempo?
- Todo el día.
- Boba, ¿y por que no me llamaste?
- Siempre tienes el celular apagado, además...
- ¿Qué?- vi que se sonrojo.
- No me has dado tu número telefónico...- dijo y se encogió de hombros.
Ahí me percaté de que realmente, no me había dado el tiempo de tener una charla con Sumire; no sabe nada de mi papá, ni de mi vida, y ahora que lo carburo, creo que de ella solo se su nombre. Y que le gusta salir por las noches a caminar.
- Sumire, ¿quieres que salgamos esta noche?
- ¿Salir? ¿A que? ¿Ya fuiste con la oculista?
- Si, salir, tu sabes, ir a cenar o algo.
- Pues, claro, solo tendré que avisarle a mis padres, pero no habrá problema.
- Perfecto. Y si, he ido ya con la oculista.
- ¿Me dirás dónde estuviste toda la noche?
- Claro, ven, en el desayuno.
- ¿Desayuno? Ya casi es la cena.
- Bien, lo que sea, siéntate.
Y le conté todo lo que ocurrió anoche, incluyendo a mi padre y a mi tía.
Ella comprendió perfectamente, y analizó todo, me hizo preguntas y al igual que Hotaru, admiró motivada a Mei, y por supuesto, a papá.
De hecho, se ofreció a acompañarme en el momento en el que Mei me encontrara, pero tuve que decirle que no. Era un momento obviamente íntimo, y quería escuchar a Mei atentamente. Estoy seguro de que no se sentiría tan cómoda hablando con Sumire ahí.
Le conté acerca del dinero también, y no pareció interesarse en lo más mínimo, pero ya sabes lo que dicen de las mujeres; no, es broma, pero es verdad que Hotaru en el camino me recomendó no decirle a nadie, supongo que sabría que Sumire sería la excepción de alguna forma, pero en el camino estaba lo suficientemente somnoliento como para percatarse de aquello.
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Mi hijo Edgar
Non-FictionEn Japón, la vida se vuelve difícil para Edgar, quien pierde a su padre a una corta edad y aprende a lidiar con ciertos problemas solo al lado de su madre. Una serie de acontecimientos hace que se vuelva más cercano a su amigo Hotaru y a una chica q...