Han pasado cinco años sin verla. Cinco años donde lo único que puedo hacer para enterarme de cómo está es a través de redes sociales, ni siquiera un mensaje privado, tan distante, como una fan más.
Sólo puedo ver su rostro a través de las fotos y videos que ella sube. Y, en cuanto comenzó a hacer directos, procuro no perderme ni uno solo.
Así de común, todo dejó de ser íntimo.¿Cómo es que todo llegó a terminar así?
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Invierno de 2012.Algunas copas, y fueron suficientes para terminar en los brazos de cualquier hombre que se me cruzara con facilidad.
Vestida con un abrigo de peluche, mi melena rubia, una copa de champán en la mano y un corazón dibujado en mi mejilla, respondía al nombre de Electra Heart.Ellos se quedaban algo extrañados por aquel apodo, pero muy poco les importaba este dato con tal de tener una compañía tan hermosa como lo era yo. De verdad que esa noche excedí mi límite, y podría jurar que me besé con alrededor de sesenta hombres en menos de tres horas. Las demás chicas me miraban con asco, como incrédulas de que alguien pudiera ser capaz de eso tan fácilmente.
Podría decir que sentían envidia, pero juro que nadie querría sentirse como yo en esa época. Tan sola y decepcionada de la vida, cuya única compañía era una perrita de peluche la cual ladraba mientras más vino tomaba. Tan sola, que necesitaba de la atención de los hombres para sentirme al menos viva de nuevo. Había pasado por tantas cosas, que contarlas sólo extendería inútilmente mi narración.
Para las tres de la mañana, yo ya estaba demasiado ebria en un bar casi desierto. A como mis últimas neuronas me permitieron, caminé hacia afuera dispuesta a tomar un taxi o algo así. Ninguno de los sesenta hombres, ni los que habían prometido matar dragones por mí, parecían estar ahí para mí.
Heme ahí, usando un poste de luz de la carretera como soporte, mi cabello hecho un desastre, mi maquillaje más arruinado aún y mis tacones en la mano. Apenas y lograba ver con claridad que frente a mí había una calle, y eran muy pocos los autos que pasaban.
Ninguno se dignaba a siquiera ver si me encontraba bien, y yo estaba casi llorando del frío. Me senté en la acera a esperar que amaneciera o a que muriera de frío, lo que sucediera primero.
Cuando cerré mis ojos un rato, el ruido de unas motocicletas hicieron que me desconcentrara de mi sufrir.Cuando pasaron frente a mí, pasaron de largo. Aún sentí algunas miradas, por lo que decidí regresar a mi plan de quedarme ahí dormida hasta el amanecer.
Y, fue de repente, cuando una de ellas se detuvo frente a mí.
-Deberíamos llevarla con nosotros- escuché una voz femenina al momento de unos tacones bajar de la moto. Ella caminó hacia mí y me ofreció su mano, ayudándome a incorporarme y a caminar el corto camino hacia la motocicleta.
Como pude, subí. No me importó si eran secuestradores en potencia o en realidad eran buenas personas. Lo único que no quería, era seguir ahí tirada a casi mitad de la calle.
La persona de la cual debía sujetarme era una mujer de cabellos largos y rizados, al parecer la misma que se bajó a recogerme. Ella tomó ambas de mis manos y las colocó en su abdomen, sujetándolas con una asegurándome de no caerme y con la otra se sujetó del hombre que se encargaría de manejar la moto.
-Sujétate bien, el camino es algo largo- me susurró al oído para después besar mi oreja con delicadeza. Se sintió tan tierno y acogedor como un beso de buenas noches.