Butterfly [Touken]

Encuentros

—Padres ¿por qué soy tan cobarde?

Se preguntaba un joven albino mientras miraba hacia el techo de la habitación, se sentía vacío por dentro, sin vida ni propósito.
Nada podría traerle color a su vida.

—Ya me cansé incluso de fallar — susurró — Hoy será el día definitivo, lo prometo.
(...)

—¡No has ido a recoger los análisis!, ¡Estás loca! — gritó su enfadada su amiga.

—No, lo siento pero no tengo tiempo — respondió tranquila.

—Mentirosa... Tienes más tiempo que yo — recriminó.

—Vamos, no hay que hablar de eso, no es para tanto — se mostraba impasible.

—Claro que es para tanto, recuerda te sentías mal, en los resultados se verá el porqué — le recordó.

—Tú lo has dicho, me sentía mal, pero ya estoy mejor — giró el rostro para verla, parecía un poco molesta. Touka suspiró resignada — Está bien, mañana iré por ellos ¿contenta? — Yoriko asintió.

Ambas hablaron de cosas sin sentido en lo que quedaba de camino a la casa de Yoriko.

—Bueno Touka, te veré mañana.

—Hasta mañana — se despidió.
A ella todavía le quedaba camino por recorrer.

Para llegar a su casa pasaba por un puente de una altura aproximada a los veinte metros.
En este transcurrían automóviles, pero tenía una pequeña banqueta para que también lo utilizaran las personas, aunque por esa hora todo estaba tranquilo, no había tanta recurrencia.

Ella se encontraba caminando con la vista al frente, ignoraba todo a su paso, no obstante, algo logró captar su atención, un joven de cabellera inusual que se encontraba a la orilla del puente, con una única intención.

—¡Oye! — gritó para que el joven volteará, pero al parecer no la escuchó — ¡Hey, tú!, ¡Chico suicida! — en esta ocasión la escuchó, porque giró a verla, pero al hacer esto se movió bruscamente y por el impulso resbalo.

—Mierda — Touka corrió lo más rápido que pudo a donde se encontraba el chico momentos antes.
Al llegar, se acercó a la orilla para asomarse.

—Con qué aquí estás — se agachó un poco mientras se agarraba de las varas de metal del puente para no caer — Toma mi mano.

—No — respondió sin verla al rostro.

—Oye estúpido, no te estoy preguntando, te estoy diciendo que la tomes — habló molesta, ella nunca ayudaba a alguien desconocido, y cuando lo hizo ¿qué recibió?

—Mis dedos no aguantarán más mi peso — dijo para sí.

—Pues entonces ¡sujeta mi maldita mano! — comenzaba a irritarse.

Él la volteo a ver al rostro, sabía de quien se trataba, eso ya era demasiada casualidad.

Al principio lo pensó mucho, pero cuando resbaló sintió miedo a morir, por lo que rápidamente sujeto de las varas metálicas. Era un cobarde, por eso que buscaba muertes instantáneas, aun así, la valentía le duraba poco.

—Vamos ¡Toma mi jodida mano! — exigió harta — ¿A caso quieres morir?

—No — respondió melancólico y deseperado — ¡No quiero morir!

"No quiero morir"

Por impulso tomó la mano de la chica, ella hacía todo el esfuerzo que podía para ponerlo a salvo, y lo logró, pero no hubiese resultado si el no hubiese puesto de su parte.