Killian Jones: Un villano en el pasado, un héroe en el presente (PARTE 1)

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"Si le digo lo que hice ella no querrá casarse conmigo. Pero si se lo ocultó, yo no podré casarme con ella", fue lo que Killian le dijo a Archie luego de contarle el motivo por el que no le había pedido matrimonio a Emma todavía.

Veinticuatro horas fue el plazo que Killian Jones se había dado para salir de la vida de Emma Swan para siempre. Veinticuatro horas en las que podría besarla, acariciar su lozana piel y grabarse en la mente cada uno de los detalles de la mujer con la que estaba dispuesto a pasar el resto de su vida. Aquel plazo llegaba a su fin y la ansiedad llenaba su pecho. Unos minutos más y todo, todo, terminaría para siempre.

Los recuerdos lo abrumaban. ¿Cómo podría olvidar a Emma? ¿Cómo?

¿Cómo podría olvidar la sonrisa que le daba cada mañana desde el extremo opuesto de la cama que compartían?

¿Cómo podría olvidar el aroma de su piel y el sabor de sus besos?

¿Cómo podría olvidar el suave y relajante tono de su voz?

¿Cómo podría olvidar la vida perfecta que se había imaginado con Emma a su lado?

¿Cómo podría olvidar que Emma significaba todo para él?

¿Cómo podría olvidar las veces que Emma le había recordado que era un buen hombre si ni siquiera podía reunir el coraje suficiente para haberle contado que él era el asesino de su abuelo y que él tenía la culpa de que David haya crecido sin un padre?

Se sentía como la peor alimaña en la faz de la tierra. Era un completo egoísta. Emma tenía el derecho de saber la verdad la noche anterior, pero él había preferido callar y continuar ocultando el secreto. Ella merecía a alguien mejor que el viejo Capitán Garfio.

Esos fueron los pensamientos de Killian antes de entrar a la casa que él y Emma compartían. La misma casa que se podía haber llenado de niños, en algunos años, si es que a Emma le hubiera gustado agrandar la familia. Niños corriendo por el amplio jardín, idénticos a ella pero llamándolo "papá". Killian sacudió la cabeza. Aquello nunca sucedería. La sola idea de comprender que en unos momentos la idea de un futuro con su princesa se terminaría, le cavó un nudo en la garganta.

Respiró profundo. "Es hora", se repitió mentalmente, y aventuró un paso dentro de la casa.

―¡Killian! ­―Emma se arrojó en sus brazos antes de que el pudiera reaccionar. Parecía que lo hubiera estado esperando. Quizá lo había visto desde el interior de la casa, pero él no se había percatado al estar perdido en sus cavilaciones.

Killian apenas pudo responder el abrazo.

―Escucha. Tenemos que hablar ―le dijo él, con voz serena.

―Lo sé ―respondió Emma tras romper el abrazo. "¿Lo sabe? ¿Lo ha descubierto?", pensó Killian, imaginando que Emma había encontrado las páginas que August le dio y había imaginado que él era el asesino de su abuelo―. Tú me estas ocultando algo ―dijo sin poder reprimir una resplandeciente sonrisa.

Se veía tan hermosa sonriendo de aquella manera. Talvez esa hubiera sido la sonrisa que ella hubiera tenido el día de su boda, si hubiesen tenido una.

―¡Oh, vamos! No me mires así ―dijo Emma, sonriendo de lado―. Nadie me dijo nada. Es sólo que soy bastante perceptiva. Hoy tuve que ayudar a mi padre con algunas tareas en la comisaría y el no dejaba de mirarme las manos mientras llevaba guantes. Luego preguntó si había novedades entre tú y yo. Y cuando finalmente me quité los guantes, lucía algo decepcionado al ver mis manos.

Emma rodeó a Killian con sus brazos.

―Y tú has estado bastante extraño hoy, en la mañana parecías estar en otro mundo. Imagino que estas planeando cierta sorpresa para mostrarme cierta pieza de joyería que prefiero no mencionar ―concluyó Emma, de manera juguetona.

―Lo que supones es cierto ―intervino Killian. Emma sonrió satisfactoriamente―, pero eso no era de lo que quería hablar, Swan.

Los brazos de Emma se separaron de Killian y terminaron cruzados sobre su pecho.

―Killian, ¿qué es lo que ocurre? ―la voz de Emma tenía un tinte de preocupación.

―Yo ―Killian tragó saliva―, no puedo proponerte matrimonio antes de contarte una pieza de mi pasado que nunca te he contado.

―Killian, ya hemos hablado sobre eso. Sé que fuiste un villano, pero ahora eres un hombre diferente. Cualquier cosa que hayas hecho es parte del pasado.

―No, déjame terminar. Esto es realmente importante.

Emma asintió.

―Ayer, tu padre y yo estuvimos investigando quién asesino a Robert, tu abuelo. ―Emma estuvo a punto de decir algo pero Killian le hizo un gesto para permitirle continuar―. Descubrimos que tu abuelo hizo lo correcto e intentó llevar de vuelta al gemelo de tu padre a casa, pero el rey George lo impidió y mandó a matar a Robert. George parecía ser el culpable del asesinato, pero él no lo hizo, tampoco sus guardias, lo hice yo.

La expresión interrogante de Emma se convirtió en sorpresa, mientras sus brazos caían a los costados de su cuerpo.

―Yo no lo sabía ―dijo Killian, mientras las palabras salen atropelladamente de sus labios―. Yo no sabía que yo lo había asesinado hasta que August me entregó unas páginas del libro donde se muestra a Robert. Y lo reconocí, Swan. Recuerdo cómo mate a los guardias para quedarme con la recompensa del rescate del pequeño príncipe y cómo maté a tu abuelo porque nunca quise testigos de mis crímenes. Recuerdo cada uno de los rostros de las personas que asesiné, sus expresiones, y sus súplicas antes de morir. Lo recuerdo todo ―la voz de Killian se volvió un hilo mientras el nudo en la garganta se incrementaba.

Emma lo miró perpleja.

―Y pensar que tu padre me dio su bendición para casarme contigo ―una solitaria lágrima resbaló por la mejilla de Killian.

―Killian, escúchame, David entenderá...―Emma comenzó a decir, pero de pronto Killian la interrumpió.

―No, Emma. David no entenderá ―una decena de lágrimas comenzaron a resbalar por las mejillas de Killian―. No hay forma de que él me acepte como parte de su familia después de que yo destruí la suya en ese entonces. No hay manera de que él me acepte como tu esposo. ¡Ni siquiera hay forma de que yo pueda mirarlo a él después de causarle tanto sufrimiento! ¡Soy un asesino, Emma! ¡Yo mate a tu abuelo! ―espetó Killian, entre sollozos.

Cuando Killian dio media vuelta, listo para salir, Emma lo detuvo. Acunó su rostro entre sus manos.

―Killian, detente. Escúchame tú a mí. Tú ya no eres un villano. Mataste a personas, lo sé. Pero también salvaste a otras. Me salvaste a mí y a mi familia. Has cambiado. Eres un héroe, entiéndelo. Esto será difícil, pero lo superaremos, juntos.

Algunas lágrimas comenzaron a resbalar por el rostro de Emma.

―Ese es el problema, Emma ―le dijo, mientras acariciaba con una mano la mejilla de la que nunca podría ser su esposa―, ya no existe un "juntos". Yo merezco un castigo por lo que hice y tú mereces a alguien mejor, Emma. A alguien mejor que yo. A alguien que no te haga daño. Te amo, y por eso es que hago esto. Lo siento.

Killian salió y cerró la puerta apresuradamente. Ingresó la llave y aseguró el cerrojo. Era la única llave que tenían de la casa y no tenían ninguna copia; ni siquiera la utilizaban porque Storybrooke era un lugar relativamente seguro respecto a ladrones, los villanos, como él, eran el problema.

Killian se alejó de la casa sin mirar atrás sabiendo que, posiblemente, nunca volvería a ver a Emma. Los gritos de Emma inundaban sus oídos, lo llamaban por su nombre y le pedían que no hiciera lo que iba a hacer. Ella lo conocía muy bien y sabía cuál sería la siguiente parada de Killian.

¿Lo golpearía hasta que la sangre inundara su rostro? ¿Le incrustaría una espada en el pecho? ¿Lo mataría? No sabía qué era lo que haría David con él. Pero sí estaba seguro de una cosa, el príncipe quería justicia y eso obtendría. Killian no lucharía, aceptaría con agrado cualquier castigo que David le impusiese. Incluso si eso implicaba la muerte.


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⏰ Última actualización: Mar 19, 2017 ⏰

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