16 años de mi amor.

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Aquí les dejo un pequeño fic de mi pareja favorita de Sekaiichi Hatsukoi, la Trifecta \*o*/

Lo hice aburrida en clases xD espero les guste ^^/

La canción es sin duda alguna el ending de la película, pero va bien para acompañar la historia, o al menos a mi me lo pareció cuando la releí buscando errores :3

-.-.-.-.-.-


Kirishima Zen entró bostezando a su apartamento, diciendo un vago y suave: "Estoy en casa" recibiendo el silencio como respuesta, no era de extrañarse, después de todo eran pasadas las doce de la noche, sin embargo que él recordara, Yokozawa se había adelantado a la casa. Ingresando con cautela a la sala de estar, recorrió con la mirada el lugar buscando indicios del mayor, mas no había nadie, y dudaba mucho que él se hubiera ido dejando sola a Hiyori. Adentrándose un poco más en la habitación, un suave ronquido captó su atención. Se asomó con cuidado a uno de los sofás de la sala, encontrando al azabache profundamente dormido, y en una posición no muy cómoda, pues su cabeza básicamente estaba en el aire. Conteniendo una risita que amenazaba con salirse de sus labios se acercó más a él y lo tomó con máximo cuidado entre sus brazos. Puede que midiera más de 1.80, pero era bastante ligero, al menos para Kirishima.

Llegó hasta su habitación propia recostando a Yokozawa con delicadeza a un lado, seguido de él mismo acostándose frente al contrario viéndolo dormir. El azabache frunció ligeramente sus cejas mientras refunfuñaba algo inentendible para el castaño quien no pudo resistirse más y rió ligeramente, moviendo su mano por puro impulso hacia su rostro acariciándolo suavemente; la sonrisa divertida que tenía hasta hace poco en sus labios, se había transformado por completo en una llena de ternura y amor, y es que no lo podía evitar, lo amaba, así de simple, fue un sentimiento salido de la nada, nacido a primera vista tal vez. Lo amaba tanto, tanto, que si llegase a perderle a él también no lo soportaría, y posiblemente la tristeza lo mataría. Jamás en su vida se hubiera imaginado que alguien de su mismo sexo, alguien con quien apenas si convivía en las reuniones de la oficina, llegaría a ser tan importante para él, realmente sería imposible para cualquier otro creer que se llegase a enamorar de un hombre...

-¿Eh? –una sensación de deja-vú se apoderó de él. "Enamorarse de un hombre". Él mismo lo había dicho, le atraían las personas de voluntad fuerte independientemente del género, aun así, todas sus relaciones hasta antes de conocer a Yokozawa habían sido con mujeres, y a pesar de eso, ¿qué era ese sentimiento de extraña familiaridad? Era la primera vez que se percataba de aquello.

Un nuevo bostezo, el sueño podía cada vez más con él, hasta el punto que ni toda su fuerza de voluntad servía para mantener sus ojos abiertos. Grabando por última vez el rostro durmiente de Yokozawa, se rindió finalmente ante el sueño.

Y ahí estaba otra vez, caminando tranquilamente por la calle con su mochila a cuestas, cubriendo con una chaqueta la parte superior de su uniforme. A sus cortos catorce años, Kirishima Zen ya era un experto en saltarse las clases, ya era su tercera vez en apenas una semana, no es que la escuela le molestara en sí, pero le era sumamente aburrido escuchar hablar a todos esos profesores que a su parecer no decían nada interesante, y eso hasta cierto punto le fastidiaba lo suficiente como para llevarlo al extremo de no entrar a la escuela e irse por ahí a matar el tiempo.

Llegando hasta un parque, se sentó en el césped bajo la sombra de un árbol. Miró su reloj, aún era demasiado temprano como para volver a casa. Se recargó contra el tronco del gran árbol mirando como la tenue luz del sol se colaba entre las hojas de este. Perdiéndose en sus pensamientos, no se percató de unos pasos que se acercaban peligrosamente a él.

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