"El hijo de BIEBER"
Capítulo 12
-Sebastián, quédate tranquilo por favor- lo miré reprobatoriamente, ya que estaba inquieto en el asiento de al lado de la ventana
-Tengo hambre
-Hace unos minutos te pregunté, y dijiste que no tenías- negué con la cabeza, no era fácil ser madre
-es que antes no tenía...
-Te aguantas entonces
-No te enojes mami
-No estoy enojada
-entonces sonríe
-¿para qué?
-Para que estés feliz, sé que cuando tu no sonríes estas triste o enojada
-y si sonrío estoy feliz, ¿no?- sonreí, Sebastián me conocía mucho, ese niño se la sabía todas
-exacto....pero ahora tengo hambre- rió, yo rodé los ojos y reí
- tío Christian nos irán a buscar cuando lleguemos, de allí podremos ir a un McDonald- expliqué
-Mami
-¿si?
-Te amo -me miró con sus ojos color miel, y beso mi mano, yo sonreí
-Yo te amo más Sebas- besé su frente, el rió al sentir que le hice cosquillas en su delgada barriga
-dormiré - bajo sus gafas poniéndolas en sus ojos
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-¡Señorita __(tu apellido)!- negué con la cabeza, acabamos de bajar del avión, y ya nos esperaban paparazzis
-__(tu apellido)
-Luego daré una conferencia- expliqué, tomé a Sebastián de la mano, y pasamos con aquella gran puerta de cristal, sintiendo en mi cara varios flashes
-mami, te dije que nos pasaría esto otra vez- susurró, ya Sebastián estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones, aunque no lo suficiente
-__(tu apellido), ¿es cierto que su nuevo novio es Christian Grey?- preguntaron, yo ignoré la pregunta, y negué rotundamente
-¿verdad que no mami?- preguntó Sebastián caminando rápidamente a mi lado
-No mi amor, como crees
-ese Sr grey es un feo...feo señor, un viejo señor, no me gusta mami- habló aterrado
-sebastián, a mi no me gusta el, todas esas cosas son mentiras, no les creas- me agaché y besé su mejilla
-Está Bien
-hay que ir a retirar el equipaje, caminemos rápidos antes que nos alcancen- ¿Cómo diablos se enteraron que yo venía?
-Gracias- agradecí luego de firmar algunos documentos, y buscar las dos grandes maletas
-¿le puedo ayudar?- preguntó un chico alto y de cabello claro, miré a Sebastián, y este se veía inseguro
-Si fueras tan amable- el sonrió, y tomó ambas maletas, tomé la mano de Sebastián, y nos dirigimos a una sala de espera
-Gracias- agradecí al muchacho, el sonrió y se fue, coloqué cerca las maletas en donde nos íbamos a sentar, y recosté mi espalda en aquellas frías sillas
-Estoy cansado- sonó débil, yo asentí, y peiné su sedoso cabellos con mis dedos
-lo sé mi vida...yo también- prendí mi celular, y me conecté del Wi-fi,