Sábado 20 de octubre del 2012. 18:50.
Un fuerte y fresco viento cubría las estrechas calles de la ciudad, amenazando con caer una gran tormenta. Dos jóvenes en silencio caminaban con bolsas de supermercado en sus manos.
— Mónica, ¿puedes ayudarme con una bolsa?— preguntó la que tenía los dedos morados por la carga que llevaba.
Eran dos hermanas las que se encontraban caminando una junto a la otra. Con el mismo cabello negro, el mismo tono de piel, la misma voz y los mismos ojos.
—Lo siento, hermanita. Me duelen los hombros.- contestó Mónica con una Lolipop en el cachete.
Uno podría imaginarse el tipo de personalidad que tenía cada una con tan corto diálogo. Es innegable que eran tan distintas, a pesar de parecerse tanto físicamente.
— Es la última vez que salgo a ayudarte... — susurró, con una notable cara de desagrado, la que mayor esfuerzo se encontraba haciendo.
Ahora les ha quedado mucho más claro la personalidad de cada una, tal vez. Y puede que ya hayan deducido el tipo de relación que mantenían, ¿no?
— Ajá.
Ya frente a la puerta, tocaron el timbre e, impacientes, esperaron hasta que se abrió. Y habrían agradecido que la puerta se hubiese quedado cerrada, después de ver la expresión de su madre al aparecer tras la puerta, ambas sabían que esa mirada significaba una cosa.
— Podrían explicarme, ¿dónde estaban? ¿Por qué no atendieron mis llamadas?
Estaban jodidas.
— Eh... madre... — Mónica trataba de justificarse, aunque sabía que no sería tan necesario — Estábamos comprando las cosas; había mucha fila.
— Pues a mí no me dijeron eso.— dijo la mujer viendo a sus hijas, tratando de adivinar quién era a la que debía castigar.
Las chicas comenzaron a sudar frío, quedando perplejas.
— Ma', traemos las cosas del supermercado.— dijo la segunda mientras levantaba las bolsas que traía colgando en manos.
La mujer las dejó pasar sin decir una palabra más y esperó a que dejaran las compras sobre la barra de la cocina. Miró a los ojos a una de sus hijas, lo que significaba que tenía que hablar con ella.
Esperó a que Mónica subiera las escaleras hacia su cuarto y comenzó a hablar.
— Maya, sé que fuiste tú la que se fue con sus amigos. Sin pelear, vete a tu cuarto y arréglate para los invi...
La chica le replicó, interrumpiéndola, indignada:
— ¡Madre! ¡Cómo puedes juzgarme así porque sí! ¡Yo vine con las cosas del supermercado! ¿Te vas a creer lo que te dice cualquier gen...?
— ¡Ya! ¡Dije que sin pelear te fueras a tu cuarto! — la interrumpió —No tengo tiempo para tus excusas, tengo que arreglar las cosas para la cena.
Sin una palabra más que pudiera salir para defenderse, Maya subió las escaleras.
— Luego hablaremos de tu castigo, señorita.
Por último, rodó los ojos y cerró la puerta de su alcoba con tanta fuerza como pudo.
"Otra vez se salió con la suya." Pensó recostada en su cama.
Sábado 20 de octubre del 2012. 12:35.
Vieron el cielo y supusieron que sería un día soleado. Caminaron con las maletas hacia un carro viejo pero en buenas condiciones.
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Pláticas pendientes
RomanceMaya no era la hija perfecta. Su hermana sí. Ellas jamás compartían nada. Entonces, ¿qué pasará cuando un chico no pueda dividirse entre ambas? ¿De quién se enamorará su nuevo inquilino? Odio, romance, humor y drama. A Maya no le faltaba más en...