Sus alas blancas cubrían ese pequeño cuerpo vestido en tonos blancos. Aún no quería despertar, y no tenía que hacerlo.
Era, después de todo, un ángel sin alguien a quien proteger.
—¡Hobi!— una voz aguda se oía de lejos.
Se sentó sobre la suave nube, y al mirar hacia una nube más baja pudo ver a su amigo de cabello castaño.
—Oh, Kookie... ¿Ocurre algo?— le preguntó con esa sonrisa hermosa de ángel.
—Oí que hay un demonio buscándote... — dijo algo asustado.
—Vaya— no le tomó casi importancia. En el cielo estaba, después de todo, 'aislado' de los demonios.