Spike

1K 142 23
                                    

Correr...Esconderse...Correr... Esconderse.

Eran las palabras que más había escuchado en los últimos días.

Déjenme contarles lo que sucedió hace un tiempo.

No sé en realidad que día exactamente sucedió, pero al fin conseguí mi libertad. Desde cachorro estuve cautivo con esos humanos que tenían el instrumento de tortura más horrible para perros. Ellos lo llamaban: hijo.

Tampoco sé que es lo que creía ese diminuto humano de mi, pero aseguro que no era nada bueno. El siempre era comparado conmigo, continuamente escuchaba como los demás humanos decían.

"Mira, el niño y el perrito están igual de gordos"

"Mira, el perrito está igual de gordito que el dueño".

Entre otras cosas, mismas que me generaron un trauma al decirme "gordo" y es que no estoy gordo, estoy lleno de ternura y eso los humanos deberían de saberlo, al inicio intenté explicarles pero termine asfixiado en los brazos del mini humano. Ahora sé de antepata que el humano y el perro son idiomas que nunca podrán coincidir porque... ¡Los humanos no ladran!

En fin, como les iba contando. Tenía días buenos, malos y regulares. Definitivamente ese día no fue ninguno de los antes mencionados. Era una combinación de todo. Recuerdo que ese día estaba haciendo frío y mis humanos habían salido a una especie de cena, no tengo idea de lo que eso significa pero por la forma en la que el niño barrigón rascó su panza, supongo que implica comida. Era mi oportunidad. Busqué el hueco que llevaba rascando en el jardín trasero desde hace tiempo y continué arañando la tierra hasta que por fin vi la salida al exterior. Continué rascando felizmente y cuando vi un hueco lo suficientemente grande, supuse que ahora si podría pasar... Dije supuse porque al instante en que llegue a la parte de mi barriga, me quedé atorado.

Que humillación...

- ¿Tienes...Como se dice? Uh, si, ¿Problemas?

Escuchar ese ladrido fue como encontrar un hueso. Al fin el santo perruno se había apiadado de esta pobre y gorda alma. El perrote me había ayudado a escapar, corrimos y corrimos hasta que mi gordura no me dejó avanzar más.

-Y dime perrote... ¿Como te llamas?- Le pregunté.

- Yo compadre, yo soy el SPIKE.

Y fue así como conocí a mi compañero de aventuras.

¡Una Vida Patitas Pa'rriba!Where stories live. Discover now