Día 1

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Dia uno, sí, pero no de nuestra historia cliché amorosa. Más bien es el primer día desde dónde los problemas comenzaban a surgir.

Aclarado esto, supongo que es hora de comenzar.

La radiante luz del día daba de
lleno en mi cara de una manera irritable. Apreté los ojos aún más, queriendo que el sol se apagara en aquel instante.

<El sol>

-¡Es de día!

Me levanté de un salto, buscando desesperadamente el maldito reloj.

"9:10"

Por dios, nuevamente tarde.

Había logrado cambiarme en menos de 5 minutos, acababa de romper mi récord. No podía esperar a contarle a Shiro sobre esto, y seguramente luego esperar por uno de esos reproches de mil años que a el tanto le gustaba dar.

<Tan típico, el y sus benditos sermones>

Ya había bajado y de camino hacía la puerta vi de reojo una pequeña nota sobre el cubremesa en la cocina.

"Buen día.
Preparé tu desayuno, tuve que salir temprano hoy y por eso no pude despertarte. Perdona, (aunque no tengo por qué pedirte disculpas, si tú eres el irresponsable que se queda dormido.)
Aún así, te amo.
     Shiro. "

Sonreí. Porque con solo ese pequeño acto había logrado animarme la mañana.

<Es demasiado tierno de su parte.>

De camino al trabajo todo se volvía demasiado agotador.        Los niños gritando en el tren, las personas que empujaban aunque no quedara más lugar en dónde meterse...
Y luego me preguntaban que por qué odiaba levantarme temprano a trabajar todas las mañanas, maldición.

Para cuando llegué el jefe me miró de arriba a abajo. Y sí, seguramente notó esas pintas de recién levantado al instante en que me vió.
Completamente resignado, decidió volver a lo suyo sin decirme nada. Bien, al menos no tendría que pasar por uno de esos momentos incómodos de sermones frente a mis compañeros.

Trabajo como secretario a tiempo completo en una oficina justo en el centro de la ciudad. No era lo que verdaderamente deseaba hacer de mí vida, pero era algo.

No podía pedir ni más ni menos. Tenía una casa que mantener y varias cuenta que pagar. Y Shiro no podía lidiar el solo con todo.

Soñaba con ser veterinario, y lo intenté. Si es que se puede decir que cursar la mitad de un año fue haberlo intentado.
No se podía hacer más, Shiro estudiaba, y ahora tenía su trabajo a medio tiempo. No había manera de que pudiera seguir costeando mis estudios. Supuse que como mayor (Si, soy el mayor.) era mi responsabilidad el aportar buenos ingresos al hogar. No iba a permitir que Shiro también dejara sus estudios.

Y acá estaba, no muy cómodo, pero al menos con buenos compañeros de trabajo.

Llegué a casa rondando las 8, creí que Shiro ya había vuelto del trabajo, pero el inmenso silencio del lugar me dictó lo contrario.
  Agotado, dejé los zapatos por ahí y las llaves por allá. Solo necesitaba relajarme.
Sin notarlo, me había quedado dormido sobre el sofá

.......

-Ey, amor.

La voz de Shiro me seguía hasta en los sueños. Su dulce tono meloso, la manera en que me llamaba "amor" rebosaba de dulzura y cariño. A veces parecía empalagoso, pero por más que me repitiera eso en mi cabeza, sabía que no era cierto.       ¿Cómo podria siquiera llegar a cansarme o molestarme esa palabra tan preciosa con la que me llamaba?

No es demasiado tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora