Para mi gran sorpresa, acababa de despertar antes que Shiro. Miré el despertador que estaba sobre la mesa de luz. Eran las seis y media.
Dirigí mi vista hacía Shiro y con la escasa luz del pasillo logré apreciar al bello durmiente que dormía profundamente.
Me aguanté las ganas de acariciar ese suave rostro, puesto que no quería despertarlo aún. El se merecía un rato más de sueño que yo.
Además me había despertado con algo en mente: los chupones.***N/A: Chupones= chupetón. Tenía que aclararlo porque sé que en varios países se dice distinto. Pero se entiende la idea supongo. Esas marcas de besos apasionados con tanto amor(?)***
Me dirigí hacia el baño a pasos lentos. Y ya estando frente al espejo me aguanté el poner el grito en el cielo que seguramente iba a despertar a medio vecindario.
Cuello, clavículas, mentón.
Completa y exageradamente repleto de marcas.
Intenté no perder la calma, porque estaba seguro de que si lo hacía comenzaría a entrar en pánico y a querer matar a golpes al idiota de Shiro.Imbécil, estúpido, idiota por mil.
Y me quedaba corto con todo eso.Después de varios minutos frente al espejo y largos suspiros por algún intento de encontrar como tapar semejantes marcas, me dí por vencido.
Salí del baño para encontrarme con el aún imbécil dormido. Completamente desnudo boca abajo, durmiendo como si ya estuviéramos en pleno verano. Abrí las persianas para dejar que los primeros rayos del sol comenzaran a entrar, haciendo que los negros cabellos de Shiro brillaran.
Me acerqué hacia el y sin pensarlo dos veces, pegué con todas mis ganas en una de sus codiciadas nalgas. (Codiciadas solamente por mí, quisiera creer.)
El sonido retumbo por todo el cuarto. Y mi mano había quedado marcada en ese blanco trasero que Shiro tenía.
Despertó gritando de dolor, se lo tenía merecido.
Finalmente entre llanto y sollozo, terminó de despejarse para mirar el reloj.-¡Apenas son las siete! ¿Que problemas tenes?
Intenté no reírme, tenía que parecer realmente enojado.
-Había pensado en dejarte dormir un poco más. Pero en cuanto ví el desastre que me hiciste en el cuello opté por hacerte sufrir un rato.
Shiro me miraba furioso, pero sin embargo no acotó una sola palabra.-Voy a hacer café, aprovecha para ducharte. Te espero abajo.
El rato pasó, ya eran las siete y veinte.
Shiro bajó vestido y deslumbrante. Sus duchas por la mañana lo despertaban bastante bien.
Yo por mi parte todavía me encontraba en ropa interior, sentado en el sofá de la sala bebiendo café. Shiro acababa de sentarse a mi lado, me estaba mirando fijo.-Lo siento.- Dijo de pronto.
-¿Qué es lo que sientes?
-Todo, sé que fuí un imbécil.Solté un largo suspiro. Shiro continuó.
-No voy a dejar la Universidad si es lo que quieres. Es que el tan solo pensar que no tenemos tiempo para hacer nuestras vidas...
-No se trata solo de eso. Se trata de que estás estudiando algo que realmente te gusta, es tu sueño. No voy a permitir que lo dejes solo por...-
-¿Solo por qué? ¿Por querer pasar más tiempo juntos? ¿Por estar en casa o salir a algún lado con el hombre con el que elegí pasar la vida y que amo?Dejé la taza casi vacía sobre la pequeña mesa frente al sofá. No podía mirar a Shiro a los ojos, porque sabía muy bien que él tenía razón. Aún así, el que dejara sus estudios seguía pareciendome una maldita y estúpida idea.
Mi silencio era obvio, y Shiro lo entendió.
-¿Ves esto? Míralo, observalo bien. ¡Mira!
Giré la vista un tanto exaltado. Shiro tenía su mano izquierda frente a mí, mostrando su anillo de matrimonio.