Parte 1 "El comienzo"

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CAPÍTULO 1 

"EL COMIENZO"


«... Privados de la patria potestad del menor José Raúl Ramos Martín, encargando la tutela del niño a los servicios sociales de la Junta de Casilla y León».

Si bien esta fue la sentencia que se dictaminó por un juez, creo firmemente que la justicia divina y la providencia de Dios se encargaron de impulsar esta orden judicial en mi favor hace muchos años. Posteriormente a este suceso vendrían los diferentes centros de acogida por los que pasé, el despertar del dolor y finalmente el cumplimiento de los sueños antes rotos por causa de una infancia y una adolescencia turbulentas y desoladoras. Todo esto deseo contárselo de la forma más ordenada posible para que comprenda bien los hechos que me llevaron a la perdición, para encontrarme (años después) con la redención.

Para ser sincero, mi nacimiento es tan dramático como mi infancia, pues los detalles del mismo son poco transparentes y a menudo lo único que he encontrado es el oscurantismo más severo cuando traté de reconstruir algunas partes de la historia de mi vida. Hay quien dice que fui un niño no deseado y otros aseguran que en mí se desató la ira de una madre colapsada por la desgracia, la pobreza o incluso por alguna enfermedad de tipo psicótico. Sea como fuere, hoy estoy aquí, y lejos de considerarme un error o un hijo «no deseado», comprendo ahora que nací con un propósito divino bien definido y poderoso. Al igual que usted. Propósito que ahora, convencido de ello, sé que estoy cumpliendo, no sin luchas y batallas, como todo ser humano, pero debo decir con total seguridad que también con gran éxito, pues la mano de Dios está hoy sobre mí como desea estarlo con usted también. Pero hablaremos de esto más adelante.

Nacimiento

Llegué al mundo una fría mañana de martes, concretamente a las 9 horas del 12 de diciembre de 1978. Hasta donde sé, el parto se produjo sin aparentes complicaciones en el Hospital Provincial de Zamora, una pequeña ciudad situada al norte de España. Sin embargo, llegó a mis oídos una versión no oficial que aseguraba que yo nací en el baño de mi casa y no en el hospital. Esto pudiera parecer catastrófico, pero ya haya sido en el baño o en una sala de hospital, hoy puedo decir, como la vieja canción, «Soy un milagro y estoy aquí».

Permítame hacer un inciso histórico para entrar en situación. El año 1978 fue un tiempo de muchísimo movimiento social después de una transición política intensa. En el mes en que yo nací vio también la luz nuestra tan ansiada Constitución Española. El día 6, para ser más exactos. Por aquel entonces y por espacio de una década (como poco), España sufrió una gravísima invasión de drogas que asolaban principalmente las costas gallegas (al noroeste del país). Curiosamente, la ciudad en la que yo nací está unida geográficamente con Galicia y tiene una frontera natural con Portugal. Zamora, lamentablemente (como para cualquier otra ciudad), ostentó por mucho tiempo el puesto número uno en el ranking fatídico de ciudades con mayor índice de drogadicción de la nación. España, recién estrenada la democracia con su también nueva Constitución, trataba de despertar en materia económica. Sin embargo, la renta per cápita de mi comunidad era la más baja de todas las demás, y el desempleo, entre otros males, llenaba las primeras planas de los diarios de la zona. Debo decir que, por fortuna, y hasta donde yo sé, esta debacle de la drogadicción no llegó a mi familia, si bien el azote intempestivo de otros vicios truncaron las esperanzas de muchos miembros de nuestro clan familiar.

Nací en el seno de una familia completamente desestructurada en el sentido más amplio de la palabra. Casi todos mis parientes vivían bajo los desastres de las infidelidades, los divorcios, el alcoholismo, las enfermedades y un larguísimo etcétera. El matrimonio de mis padres nunca se dio a lugar a pesar de la insistencia de algunos familiares, incluyendo la de mis hermanos y la mía propia en nuestra etapa más madura. El ambiente de inseguridad emocional que una relación así genera en una familia ya devastada es sinceramente titánico. La situación laboral de mis padres fue siempre bastante irregular, por no decir casi inexistente. Fue tan irregular como la comida que nos llegaba al plato. Situación que nos convertía en una familia que vivía en una más que notable pobreza.

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⏰ Última actualización: Mar 22, 2017 ⏰

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