Capítulo 1: El chico rubio

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Juan Braian salió de la villa bien temprano, como era costumbre, para ir a laburar en los colectivos. Era vendedor ambulante. Se puso su camperita Adidas roja -que era de imitación, por no decir trucha- y su visera, y agarró la caja de 100 chocolates.

"Hace un frío del orto" pensó mientras esperaba en la parada. Sus ojos oscuros se achicaron con el viento que le pegaba en la cara. Subió al primer colectivo, y comenzó su clásico discurso con su voz clara y fuerte: "Buenos días señores pasajeros. En esta oportunidad les traigo una oferta exclusiva..."
El día transcurrió de colectivo en colectivo, hasta que, pasado el mediodía decidió volver. "Tengo una lija bárbara" dijo Juan Braian para sí mismo.

Llegando al barrio, se encontró con el Bamba, un jovencito delgado y alto, con el pelo teñido de un rubio que destacaba por sobre su tez morena. El Bamba era albañil, bah, en realidad hacía todo tipo de changas para ganar algo de plata. A veces era albañil, a veces pintor, a veces plomero. Se habían conocido de más chicos en el barrio, y ahora vivían en la misma pensión. Ambos estaban en edad de ir a la secundaria, pero por distintas circunstancias se habían visto obligados a dejar la escuela para poder trabajar.
"Eeaaa Bamba, que onda ran?" Exclamó JotaBe energicamente al verlo.
"Todo piola, gato?" Contestó el Bamba, chocándole el puño a manera de saludo.

Siguieron charlando un rato más, hasta que el Bamba le comentó:
"Che Jota necesito que me banques en una. ¿Viste que yo estoy arreglándole la casa a una vieja que tiene toda la guita? Bueno, mañana tengo que terminar el trabajo ese sí o sí, y no llego ni en pedo. Te jode si venís y me das una mano con eso? De paso te ganás unos mangos."
"De una ran, estoy en esa". Contestó Juan Braian. A pesar de tener una educación escasa, tenía un gran corazón y siempre estaba dispuesto a ayudar, y más aún si se trataba de su mejor amigo.

Ese mismo día, por la tarde, Juan Braian se tomó un bondi al centro para vender los últimos chocolates que le quedaban. A eso de las 6 de la tarde, ya los había vendido todos, y decidió parar en un kiosco a comprarse una birrita. Pasó directamente para la parte de las heladeras cuando escuchó que un cliente en la caja discutía en voz bastante alta con el vendedor: "Este turrón que me vendiste ayer está duro, esto es una falta de respeto, voy a ir a atención al consumidor, es más lo voy a denunciar y además..."

Braian pensó que el chico de pelo oscuro y ropa cara era un exagerado -a decir verdad sí lo era- y soltó una risa sin querer.

El chico de pelo negro se dio vuelta y con furia en los ojos miró a JB, quien todavía tenía en la mano su botella de cerveza. JB ya estaba a punto de soltarla y pararse de manos, cuando de la nada entró al local un chico rubio con uniforme de colegio privado. Éste tomó al caprichoso joven del brazo y le susurró: "Vámonos Junior, no importa..." y dirigiéndose amablemente al vendedor con una sonrisa le dijo: "Le pido que disculpe a mi amigo señor, ya nos vamos, perdón por las molestias". Ambos abandonaron el local y Jota B quedó boquiabierto ante la escena. No era por la posible pelea que le latía fuerte el corazón. Era por ese chico rubio y su sonrisa. Nunca había visto alguien tan.. luminoso. El vendedor interrumpió sus pensamientos: "Son veinte pesos, pibe".

JB pagó y pensó que $20 por una birra era un afano. En la villa estaba más barata. Pero no podía dejar de pensar en el chico rubio. Ese chico rubio de sonrisa de ángel.

Amor sin barreras - JackBumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora