Capítulo 2 : Albañiles

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Al día siguiente, le tocaba ayudar al Bamba con su trabajo como albañil. Después de tomarse unos mates con pepas como desayuno, se puso la ropa más crota que tenía -no era muy diferente de su ropa diaria- agarró unas herramientas y salió para encontrarse con el Bamba que lo esperaba afuera.

Tomaron el colectivo hacia el barrio donde quedaba la casa en cuestión. Sin dudas era un barrio muy distinto al suyo. Casas enormes de dos pisos, con elegantes jardines y autos caros estacionados en los garages. Rápidamente llegaron a destino. Bamba tocó el timbre y atendió una señora de mediana edad, suficientemente grande como para ser su madre pero definitivamente no tan vieja como el Bamba la había pintado. Para él, todas las mayores de 25 eran viejas.

"Hola señora Sofía, hoy vine con el ayudante del que le hablé vio? El es el Braian"

"Ah sí si, pasen chicos" dijo la elegante señora sin prestar mucha atención. Y volvió a mirar su telenovela en el sofá de la sala.

Jota siguió a Bamba hasta el segundo piso, y de allí hasta el baño donde debian trabajar. Comenzaron rápidamente, mezclando el cemento para los azulejos y pegandolos uno a uno. Cuando aún faltaba una sección pequeña del baño por azulejar, se quedaron sin cerámicos.
"La puta madre Juan. ¿Me bancás 15 minutos que voy a comprar más? Hay un lugar acá cerca." Pidió el Bamba. "Sí al toque ran" dijo JB, aunque se sentía algo incómodo con la idea de quedarse sin compañía. De todas formas, les pagaban bien.

Mientras esperaba que su amigo volviera, JB miró por la ventana del baño. Había un gran parque trasero con muchas plantas y una pileta. Nunca había estado en un lugar tan lujoso. Se sintió curioso por el resto de la casa, y aprovechando que la dueña de casa seguía mirando tele, salió al pasillo dispuesto a chusmear la habitación de al lado. Se encontró con un gran dormitorio, con varios trofeos y medallas que adornaban las paredes. En una esquina había una cama de dos plazas, enorme en comparación con el sofá cama destartalado donde dormía él. En el otro extremo, había un pequeño cuarto que parecía ser un ropero gigante. Jota se acercó. Había decenas de pantalones y camisas de marca colgadas y organizadas por color. Todo olía a recién lavado. En la otra pared del ropero había unos cajones, y en unos estantes del piso, calzado de todo tipo. Tomó unos zapatos de vestir de charol negro muy elegantes, que para su sorpresa, eran de su mismo número.

"Ma sí, yo me los pruebo" dijo para sí mismo. Después de todo nunca iba a tener la oportunidad de usar algo así en su vida. Secretamente le gustaba la idea de vestirse bien y verse a la moda. Se sacó sus zapatillas sucias y se calzó los zapatos. Eran increíblemente cómodos y le quedaban muy bien. Un ruido interrumpió su tranquilidad: "Mierda debe ser la tipa que viene para acá"pensó, y sin perder un segundo, se escondió atrás de la ropa colgada. Como realmente había mucha, se camuflaba bastante bien entre tantas prendas.

"Maaa, me hacés la leche?" escuchó que decía una voz masculina, algo rasposa pero joven. Era la persona que acababa de entrar en la pieza.

"Bueno pero primero cambiate esa remera que venís de entrenar y seguro está toda sucia" se escuchó la respuesta de la madre desde la planta baja.

"¡¿Cambiarse?!" pensó JB "Si se cambia va a venir para este lado y me va a ver, nos van a despedir y el Bamba me va a cagar a pedos, noooo". Estaba en esa ráfaga de pensamientos desesperados cuando sintió que el joven se acercaba. Contuvo su respiración, cerró los ojos y esperó lo peor.

Con alivio abrió los ojos y descubrió que las remeras estaban en los cajones del otro lado del enorme ropero, por lo que el chico quedaba de espaldas a él. Lo espió desde atrás de las perchas. Era un joven rubio platinado, y su espalda y brazos estaban bien ejercitados. No era muy alto pero sí esbelto, y emanaba un suave olor a transpiración.

"Joacooo, ya está la leche" se escuchó el grito de su madre desde abajo. "Ya voy ma!" dijo el joven al tiempo que se ponía una remera limpia y bajaba las escaleras corriendo.

Jota volvió a respirar. "Fiuuuh, cómo zafé" pensó. Se sacó los zapatos que todavía tenía puestos, agarró sus zapatillas y volvió sigilosamente al baño. Justo a tiempo, el Bamba estaba regresando con los azulejos. Decidió no contarle nada de lo sucedido, al menos por ahora.

Terminaron el trabajo en pocos minutos, y fueron con la señora de la casa para recibir su pago. Mientras ella les completaba un cheque, Jota se puso a mirar la decoración de la sala. Era una amplia sala de estar, había una lujosa alfombra y en una esquina una chimenea llena de portarretratos encima. Su atención se posó en una foto familiar. ¿Era quien él creía que era? ¿Era... el chico rubio de ayer en el kiosco? ¿Acaso era el mismo que había visto sin remera hacía un rato? ¿El que olía increíblemente bien? Su corazón latía fuerte.

La señora terminó de hacerles el cheque, se agradecieron y se despidieron.

"Joaco" Pensó Juan Braian mientras volvían en el bondi para su barrio. "Así que el pibito ese se llama Joaco". Ya no podía sacarlo de su cabeza.



Amor sin barreras - JackBumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora