Capítulo 13

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El viernes llegó y partimos en el coche privado del señor Florit. Él en medio, y Wilfred y yo a los lados. Me quedé mirando por la ventana pasar los edificios parisinos, rememorando mi apacible vida de aquellos años. Esa tontería hizo que volvieran a aflorar en mí, la preocupación sobre lo que ha debido pasar tras mi desaparición, ¿Estaría bien mi madre? ¿Seguirá Dan quedando los fines de semana en el garaje de Rai? Ya han pasado casi seis años desde que fui secuestrado y dado por muerto. A lo mejor ahora todos viven sus vidas como si nada, tal vez mi madre ha podido mejorar su vida porque ya no tenía que protegerme o seguir aceptando dinero de aquel hombre. Todo era difícil, en especial en época de guerra, donde la paz es difícil de encontrar. Pensar en todo ello me hizo tener muchas ganas de salir y averiguar yo mismo que había sido de ellos, pero estaba en una misión y eso era lo más importante por el momento. A parte, cuando me miraba en el espejo ni yo mismo reconozco el reflejo que muestra. ¿Cómo habrían de poder reconocerme ellos? Casi ni yo mismo recuerdo como era hace cinco años.

Llegamos, empecé a explorar un poco los alrededores para asegurar el perímetro. No encontré nada raro ni ningún sospechoso por la calle. Algunos edificios altos me daban mala espina, pero era muy difícil que se usaran para disparar desde allí, habría que ser mejor que un francotirador porque estaban bastante lejos de la plaza. Además por orden expresa mía, hice inclinar el estrado así como el escenario donde se subiría, solo unos grados imperceptibles a la vista. Wilfred pidió que revisaran el alcantarillado por si hubiera algún explosivo, cosa que me pareció muy extrema pero no se podía descartar.

Como había sido programado empezó a hablar a y media, el púbico le miraba con entusiasmo y se animaba con sus palabras. Wilfred permanecía abajo junto a las escaleras vigilando. Los otros dos guardias estaban colocados en las esquinas de la tarina del escenario, al fondo junto a lo que sería el logo de su partido.

Había pasado cerca de vente minutos cuando detecté algo en una de las ventabas de edificio lateral. Di una bocanada y subí al escenario empujando al señor Florit hacia el suelo mientras gritaba a pleno pulmón: "¡¡Todos al suelo!!" acompañado de un disparo que pegó contra el escenario, de no haber empujado al hombre de allí le hubieran agujereado la cabeza. De inmediato acompañamos hasta el coche al Señor Florit. La gente asustada corría despavorida de un lado hacia el otro. Antes de entrar yo también en el coche pude ver que la persona de la ventaba ya no estaba. Dejamos a las autoridades encargarse de lo demás.

Ya en la carretera de vuelta a su casa, empezó a sonar una estridente sirena.

- ¿Pero que pasa ahora?- fustigaba Florit al conductor para que acelerara.

- Señor, son las sirenas que avisan de un bombardeo- respondió sereno Wilfred.

- O de aviones enemigos sobrevolando la ciudad- comenté mientras me pegaba al cristal.

Detecté algo y abrí ligeramente la ventana para asomar la cabeza. El aire me molestó en los ojos unos segundos, pero en acostumbrarme fijé la vista en los tres objetos en el cielo.

- ¡Todos! ¿Me oís?- dije mientras activaba el aparato de mi oído para comunicarme con los demás de la mansión.

- Alto y claro- respondió Ezequiel.

- Preparad a todos los de la mansión para evacuar por los pasillos secretos en cuanto lleguemos. Nos sobrevuelan aviones verdes y con la punta de las alas moradas y el emblema de un arco con tres flechas, en la cola. Ya sabéis que significa.

- Sagitta Soris- les oí responder a todos.

Antes de llegar a la mansión, pudimos oír como descendían dos bombas de aquellos aviones. Las explosiones eran tremendas pero aun lejanas, pronto llegarían. La gente no estaba preparada para algo así y corrían en pánico y desesperación. No sabían dónde meterse, las vibraciones hacían que los edificios temblaran y muchos empezaran a venirse abajo. Los primeros cadáveres aparecían por las calles. La batalla aérea también empezó, los aviones de la nación contra los de Sagitta Soris, derribaron uno, pero estaba claro que la única misión de aquellos aviones era lanzar las bombas y suicidarse.

Código: RESETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora