-BTS IN VENEZUELA-

•02•

Narra Jin.

Después de que los muchachos y Najoom se fueron, me quedé sentado en el porche mientras tomaba un poco de café.

Entre la humedad del día y el humo del café, las gotas de sudor me rodaban por la frente y continuaban su recorrido por todo mi cuerpo.

¡Malparición! Son las seis de la mañana y ya me siento como un topocho en una olla.

Mi vista se encontraba en un punto muerto de la calle cuando veo que se me acerca Carlota y me pregunta por Yoongi, pude notar cierta molestia en su semblante.

«Seguramente viene a formar un verguero a Yoongi por las cervezas que le fió el marido, Jonaikel. O como se le conoce por el barrio: El negro.»

Yoongi siempre anda de aquí para allá con los colegas y los mechuos del bar. Siempre bebiendo y fumando chicote. El negro y él se conocen porqué Yoongi le hace el favor de apartarle sus cajas CLAP inmediatamente el camión llega. Además de que lo pasa de primero en las mardicientas colas de la gasolina, pues, al ser uno de los que comanda ahí en patrullaje del GNB, es bastante sencillo para él.

Y bueno, El negro podrá ser el dueño del bar y muy amigo de Yoongi, pero no es pendejo.

Yoongi es muy cómodo y el piensa que tiene a Dios agarrado por la chiva. Nada más alejado de la realidad; solo es un pobre diablo con delirios de grandeza basados en su alto potencial pa matraquear en las alcabalas.

La otra vez, casi lo acribilla, y es que, desde Marzo le anda diciendo que aún no le ha pagado las 3 cajas de cervezas fiadas en Abril. Estamos a Junio y sigue sin pagarlas. Le ha intentado sobornar con cajas CLAP pero él ya no cae en esa verga. Está mamao' de comer harina maluca todo el tiempo.

—¿Dónde está la maldita plasta e' mierda esa?—preguntó Carlota con ese tono de voz tan característico de ella, ese tono tan marginal y cerrero.

«Respira, Jin, no le pegues, si le pegas, es maltrato animal.»

Con mi expresión tranquila que a su vez es espeluznante—según los muchachos— le sonreí y procedí a dialogar con ella.

—Buenos días, Carlota. Yo estoy bien, gracias por preguntar.—nótese lo fingido que sonaba todo.

Parece que eso la hizo arrechar más.

—No me cuentes tú vida y dime dónde anda ese diablo. El mario' mío la va a caer a coñazos cuando lo vea.

«¡A la verga!»

Me mostré indiferente ante la loca que tenía enfrente y asentí restándole importancia. Ciertamente me daba igual si molían a coñazos a Yoongi, ese desgraciado me ha escoñetao todos los muebles de la casa y me descosió un chinchorro. Se pasó de bolas.

Así que, vale verga.

—¿Qué me darás a cambio de qué te diga en dónde está?—pregunté alzando una ceja mientras miraba a la mujer con superioridad.

— Yo te consigo el tinte.—pronunció, y solo eso bastó para que yo soltara el yoyo.

—Está en el patio. Acostado en el chinchorro.