Capitulo I

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19 de Marzo.

Aquella mañana de verano, calurosa, con el sol en su punto máximo de luminosidad solo provocaba en mi unas ganas de descansar en aquella cama del hotel hasta el día siguiente en donde regresaría nuevamente a casa, aunque vacilaba tal decisión puesto que la cama era incomoda, rígida y dura: cubierta por un edredón verdoso, viejo, relativamente gastado y por unas sábanas blancas extremadamente ligeras, pero no me preocupaba por el frío puesto que por el exterior de la habitación: el ambiente se encontraba alrededor de los veintiocho grados sino es que más. Gracias a Dios gozaba de una refrescante brisa del aire acondicionado de la habitación idéntica a una brisa matutina de invierno aunque en mero siglo XXI ya era dudoso si eran brisas producidas por el frío o de algún tipo brisa provocada por alguna lluvia ácida por el calentamiento global.

Aproximadamente a la una treinta de la tarde. Decido pararme de mi letargo puesto que fui invitado por una conocida a vagar por la cuidad, una zona costera, con fama de ser centro de millones de turistas durante los periodos vacacionales, por lo que comienzo a cambiarme en aquel cuarto frío, de mosaico grises y paredes blancuzcas, con sus respectivas cortina de algodón grisáceo, pero escuchó a alguien tocar y una voz traspasaba por la puerta de lacada blanca:
-Disculpe la molestia estamos teniendo problemas con el aire acondicionado. - Al escuchar tal aviso procedo a mirar el dispositivo blanco incrustado en el muro; ubicado por encima de la cama y ciertamente no estaba en su funcionamiento normal, tal parecía que estaba inactivo por la manera en la que sus botones inferiores izquierdos se encontraban en una tonalidad negra. Así que apresuradamente le contestó al hombre:
-Si, al parecer el aire acondicionado no funciona.
-Creé que pueda pasar a arreglarlo. -No sabía qué decir puesto que estaba desnudo de la parte superior de mi cuerpo y con un bóxer negro, pequeño, de algodón, gastado. Me negaba a permitirle el acceso hasta ponerme ropa.
-Permítame un momento.- Por lo que lanzó mi maleta sobre la cama y empiezo a sacar ropa a tal punto que la cama quedo forrada por ropa, bóxers en la parte superior, distintas camisas en las esquina, sobre el borde de la maleta un pantalón de mezclilla. Tomé lo primero que encuentre; había vestido únicamente con una camisa de tirantes, roja con una gran franja gris y mi traje de baño naranja. Al momento de abrir la puerta se hace presente un caballero de clase media, relativamente bajo; vestía una camisa ligera, blanca, pantalón de mezclilla, cubierto por manchas de pintura. Afortunadamente fue objetivo y no pregunto el porque vestía de tal manera intentando relacionarlo con alguna salida futura a la playa: únicamente se concentró en reparar el aire acondicionado y terminada su labor procedió a retirarse sin realizar ningún comentario.

Al salir de la habitación, ubicada en el primer piso, irónicamente blanco a casi todos muebles del hotel como: puertas, paredes, barandales y sin contabilizar unos camastros frente a las habitaciones. Me dirijo hacia las escaleras de mármol salmón hasta la planta baja donde se encontraban las primeras cuatro habitaciones; frente a ellas unas jardineras con vista a la piscina, la cual estaba adornada con diferentes piedras de ornato café. Bajó por las escaleras de mármol blanco, con distintos focos de led en sus lateral para llegar a la recepción donde salude a la recepcionista una mujer de edad mayor, con un ceño fruncido permanente, relativamente social para en la esquina emprender un viaje en taxi hacia el lugar citado; un pequeño restaurante de buffet cerca de la costa: todo lo que puedas comer por noventa y nueve pesos parecía ser todo una ganga. Bajando del taxi me encuentro el establecimiento lleno a excepción únicamente de mesas para parejas y aunque sería mejor que ella y yo estuviéramos solos: me había confirmado la presencia de otras personas por lo que sería necesario una mesa más grande y como moría de hambre no pensaba esperar hasta que alguno de los comensales desocupará. Así que fui a otro establecimiento ubicado en contra esquina: un restaurante comercial, con estilo rústico, mesas de madera circular y otras cuadradas con blanco en las orillas, en su mayoría conformada de madera. Al llegar ser atendido por una mujer con un peinado de chongo; vestida cual quinceañera, con un extravagante mono que desempeñaba como mesera; tomó mis datos y procedió a llevarme a mi mesa, cerca de la cocina por lo qué tuve esperanzas de recibir mi comida antes.
Espero en la mesa paciente, hasta el momento para degustar un platillo típico de esa cadena de restaurantes: no era nada del otro mundo solo era un caldo de pollo, el cual se adornaba con la palabra "Especial" dentro del menú, pero era un simple tazón lleno del caldo caliente con arroz blanco en una cantidad suficiente, pollo deshebrado, pero daba un aire distinguido en comparación de otros, posiblemente por efecto de la fama de aquel establecimiento.
Al cierto tiempo recibí una llamada. No era otra más que mi conocida, la cual respondía al nombre de Emilie, una joven de veinticinco años, de una buena familia de burócratas del gobierno, peinado rizado, morena, alta.
-¿Donde estás? - lo dijo en un tono alarmante. -Enfrente del Velwool, estaba lleno así que mejor decidí ir al restaurante de enfrente.
-Si, es lo que notó parece ser que todos aprovecharon este fin para venir. - lo decía relajada puesto que ya conocía como se ponía está cuidad. Era uno de los destinos turísticos más conocidos se encontraba dividido en tres secciones: "Antiguo" era la zona rústica, donde se encontraban las clases bajas, tiene grandes índices de criminalidad y era la zona menos visitada, "Dorados" era un nombre alegórico referente a todas las playas, siempre concurridas, llenas de todo tipo de gente y por último "Diamante" era la zona más cara de la cuidad, tenía distintas plazas y variados condominios.
-No tardaremos mucho en llegar.  Sus palabras resonaron en mis tímpanos como una alarma para apurarme a desayunar en paz si es que llegaban antes de lo previsto. Sin embargo había diversos problemas en la cocina, las meseras únicamente traían las bebidas y recomendaban la preferencia por el insípido buffet del restaurante, pero yo prefería ordenar a la carta aunque me mataba de risa como la mesera intentaba persuadirme por optar por el buffet.
Solo consiguiendo perder mi tiempo. Después de algunos minutos trajeron mi sopa en un tazón de porcelana blanco con rayas azules, junto con un par de limones en forma de gajos. En ese momento con una fuerza leve levantó mi cuchara de la esquina inferior de la mesa para después introducirla dentro de mi boca y al sumergirme tanto en mi personaje distinguido; derramó una mínima porción de sopa sobre mi mano; provocando que se quemara levemente mi epidermis y mi único reflejo fue reírme cuál demente; atrayendo la atención de los otros comensales y meseras cercanos a mi.
-Siempre haciendo tu espectáculo pequeño. - Era la voz de Emilie disfrutando mi casual incidente con una fuerte carcajada al terminar su diálogo.
-Pero si miren quien llego "Lady Costas".
Oye! Te dije que ya no me digas así. -Únicamente contestándole con una fuerte risa. Al escuchar tal comentario sus acompañantes se acercaron a nosotros, rodeándonos; preguntando:
-¿Lady Costas? Emilie porque no nos habías contado de ese apodo tan interesante. - Con un tono de burla en su voz, rostros risueños y miradas culposas rodearon a Emilie hasta que empezó a sonrojarse mimetizado a la tonalidad de un salmón.
-Acaso no les contó. - los chicos parecían desconocer tal anécdota. - ¿Emilie por qué no les comentaste a estos caballeros sobre la "Lady Costas"?
-Porque tú y yo sabemos que no es necesario. - los chicos demostraron interés por el relato así que uno de ellos le pregunto a Emilie si podría contarles, por lo que no tuvo más elección que aceptar.
De repente reaparece la mesera de entre ese mar de misterio que se generó en la mesa.
-Desean ordenar algo los caballeros. -Tenía una cara de disgusto al ver que había más personas que atender, pero a mí me alegro ver tal reacción.
Los chicos estaban decididos. Todos confirmaron su aprobación por ese horrible buffet y rápidamente fueron por un plato para tomar su comida de la mesa del buffet para luego regresar y escuchar la historia. Por lo que decido aprovechar mientras ellos no están en la mesa para pregúntale a Emilie:
-Nuevamente andas de niñera. - con un pequeño tono de burla para ver si reía.
-Si, trágicamente y lo siento por ti, ya que sé cómo te desagrada abrirte con las personas. - lo decía feliz puesto que era su venganza.
-Buena suerte puedo tratarlos, no parecen ser un desafío para mí. - y no era por presumir, pero eran chico pequeños, el mayor parecía tener dieciséis años, ojos café miel, alto, apiñonado, muy atractivo, con un mínimo sentido de rebeldía y los otros dos, gemelos, catorce años, actitud infantil, casi idénticos a excepción de un pequeño lunar cerca de su labio superior a uno de ellos.
-Eso lo veremos. - al terminar su comentario regreso ese trío de chicos con diversos platos en sus manos, el mayor con unos chilaquiles verdes, con diversos pedazos de tortilla duros, escasos gramos de queso desebrado, con una temperatura fría a plena vista y los gemelos un plato con papaya aguda, insípida; se sentaron sobre aquel banco de piel, fijo, color vino, largo de la pared para escuchar mi historia.
-Pues todo comenzó cuando mi tío nos había invitó a la playa: durante toda la cena Emilie había echado copas, por lo que andaba borracha y al ver un hombre joven, musculoso, de un aproximado de dieciocho años, ojo verde. No lo pensó dos veces e intentó ligárselo, pero al acercársele empezó a vomitarse por toda la costa. Aquel chico intento ser educado,  pero al ver que Emilie sacó billetes uno tras de otro para intentar invitarlo a beber; el únicamente empezó a reir.
Ya tuvimos que recoger a Emilie puesto que intentaba meterse a nadar con su dinero. Desde entonces todos los que estuvimos presentes acordamos decirle "Lady Costas". - al terminar mi relato los chicos vieron sarcásticamente a Emilie y le preguntaron si siempre había sido una "Asalta cunas" a lo cual ella metio un trozo de carne en su boca con un masticar lento.

Voyerista anónimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora