Remolino de Emociones.

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-¿Hinata? No sabía que te gustaran las tartamudas y autistas, dobe.-

No sabía exactamente porque dije eso, pero de todos modos no tuve tiempo de pensar en una razón cuando el puño del dobe daba preciso a mi mejilla, mandándome directamente al suelo.

-¿¡Que te pasa idiota?!. -Exclame enojado mientras posaba mi mano en mi mejilla derecha, podía sentir como esta comenzaba a inflamarse y el dolor se hacia poco a poco presente.

-¡No la insultes ttebayo! ¡Ella es así porque ha pasado por cosas difíciles en su vida! -Su rostro detonaba furia total, y su respuesta solo me hizo enojar más.

¡¿En serio estaba prefiriendo a esa mujer que a mi?!

-¡Me importa una mierda la vida de la tartamuda! -Me levante solo para seguirle gritando en la cara.- Esa perra no te conviene.

-¿Y según tú, quien me conviene? -Note como su mirada se posaba penetrante en mi con cierto desprecio, quizás por el enojo del momento.- ¿Tú?

Observe el suelo como si fuera lo mas interesante del universo, y mi flequillo me había ensombrecido el rostro pues, eso había dolido... Eso ultimo había sonado como si tras esa simple pregunta el dobe estuviera diciendo "¿Tu me convienes? Que broma de tan mal gusto."

Y no lo culpo, ¿Quién querría estar con el antisocial e inadaptado Sasuke Uchiha?

Yo jamás demostraría una muestra de debilidad en frente de Naruto, preferiría que siguiera pensando que soy el arisco, antisocial, amargado y narcisista Sasuke, en vez de que se diera cuenta que en realidad soy tan débil, tan frágil como si estuviera hecho del mas fino cristal.

No quería que se diera cuenta que los pedazos que logre unir en todo ese tiempo gracias a él comenzaban a desmoronarse, y antes de que cayera la primera lagrima, le enceste un puñetazo en pleno rostro.

Le haría pagar por haber hecho una nueva herida en mi vida.

Ese puñetazo fue el inicio de una serie de patadas, insultos y diversos tipos de golpes que nos llevaron a revolcarnos por toda la entrada de la escuela, no paso mucho tiempo cuando ya nos habían separado y por ende terminamos sentados frente al escritorio del director, con tres días de suspensión para cada uno.

Ese día no solo Naruto me había roto el corazón, sino también en mi nació una nueva sensación; Vergüenza, pues había decepcionado a Itachi.

Curiosamente, después de los tres días de suspensión tan pronto como el dobe y yo nos vimos las caras nos volvimos a pelear, nos volvían a castigar, pero aun así nuestras peleas se volvieron tan frecuentes que ya hasta se nos había hecho costumbre, o a veces el idiota variaba, pues en vez de encestarme mas puñetazos solo me hacía bromas pesadas, y cuando ya habían pasado los meses, el idiota se acercó con intención de que habláramos, ¿De qué quería hablar? No lo sé, y no lo quería averiguar.

Aun así, no podía evitar que todas las noches algunas lágrimas rebeldes escaparan de mis ojos y resbalara por mis mejillas, para despues con coraje limpiarlas, ¿Por qué demonios estaba llorando? No es como si algo hubiera terminado, pues nunca hubo un comienzo, él y yo no somos más que amigos, o al menos eso éramos.

¿Entonces porque dijo que me quería?, ¿Acaso malinterprete todo? Ahora sentía que todo había sido una pérdida de tiempo, ¿Para qué sonreír?, ¿Para que confiar?, fui un completo idiota, jamás debí dejar que Naruto entrara en mi vida, sin proponerlo le di razones para ser mi salvación, y también mi perdición.

Aquel Día. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora