El consejo de mamá.

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En alguna provincia de Argentina vivía una joven de 17 años que era muy amada por todos sus vecinos por su belleza, bondad e inocencia, tenía el cabello colorado y por esa razón la llamaban 'Caperucita Roja', trabajaba en el campo con su madre que siempre la educó estrictamente para que algun día Caperucita llegará a ser una mujer 'hecha y derecha' como decía ella. La progenitora de la chica la educaba desde su hogar por lo que la joven de cabellos rojizos no tenía amigos de su edad ni conocía demasiado el exterior, sus únicas amigas eran su abuela y la mujer que la crió.
La educación de nivel secundario de la muchacha ya había concluido y había llegado la hora de mudarse a la gran ciudad de Buenos Aires con su abuela para ir a la universidad, ya todo estaba preparado y la inscripción hecha, la joven ese día partía en tren hacia su futuro.
-Cuidate muy bien hija, acordate de que no tenes que hablar con cualquiera, siempre hacele caso a la abuela y recordá que lo primero siempre es la educación, de eso depende el resto de tu vida.
-Si mama, ya me tengo que ir.
La madre de la joven derramo un par de lágrimas y se abrazaron. Ya era tiempo de que su pequeña partiera del nido.
-Chau, hija mía.
-Chau, ma.
Caperucita saludo por última vez a su madre, levanto su equipaje del suelo y se subió al ferrocarril, se sentó en el asiento indicado en su boleto y comenzó a disfrutar el paisaje de su tierra natal.
Caperucita noto en el viaje que un hombre canoso y según ella muy peludo la miraba con curiosidad y algo más.
-Buenos días, señorita.- Saludo el hombre parado al lado del asiento de la chica.
-Buenos días.- Contesto ella con una sonrisa incomoda.
-¿Esta ocupado?- Pregunto el hombre refiriéndose al lugar libre al lado de la pelirroja.
- No.
- Con permiso entonces.- Dijo y tomo asiento. Caperucita miraba por la ventana. - Me presento, soy Charles Wolf. ¿Puedo saber como se llama usted?
Sin mover la cabeza, desconfiada, contestó.- Me dicen Caperucita Roja.
- Que apodo tan peculiar. Disculpe mi atrevimiento, pero no pude evitar notar la belleza que usted posee.- Caperucita ni se inmuto recordando las palabras de su madre. El soltó una corta risa que se oyó por todo el vagón por lo grave de su voz y dijo:- Veo que eres tímida, pero verás, soy el dueño de una empresa de modelaje en Estados Unidos y una chica con tus atributos es justo lo que busco.- Al decir eso ella finalmente giro su cabeza con asombro y miro al hombre a los ojos que en su opinión eran enormes. El hombre sonrió y busco en su chaqueta una tarjeta con su nombre y número de teléfono, se la extendió y ella con timidez la tomo.- Bueno, yo ya me voy, si estas interesada en trabajar para la agencia no dudes en llamarme, tienes un gran futuro por delante.- Y con esas últimas palabras el hombre se retiro dejando a una Caperucita muy confundida mirando con curiosidad el objeto en sus manos.

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