-Capítulo 2-

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Hoy es mi primer día de clase, estaba un poco nerviosa pero no tanto cómo creía. 

Era todavía temprano así que me di una relajante ducha tomándome mi tiempo en echarme mis jabones y acondicionadores. Salí del baño y di una mini-carrera hasta mi habitación porque tenía mucho frío, me vestí unos pantalones cortos negros porque estábamos en septiembre y había todavía una suave brisa de verano, también una camiseta rosa de manga tres cuartos con unas playeras negras que por cierto eran playeras de la suerte, esperemos que la tenga haciendo amigos. Me hice una trenza de lado aún con el pelo húmedo y bajé a desayunar junto a mi madre.

-Amy, hoy cómo es tu primer día de clase te llevo en coche, no hace falta que vallas andando.- dijo mi madre desde el espacioso comedor.- tienes el desayuno el mesa, te hice tortitas cómo a ti te gustan pero no te acostumbres, sólo te las hice porque es un día especial.

-Vale mami. Muchísimas gracias. ¡Te quiero!- Comí mis tortitas y el desayuno.

Subí a coger mi mochila para ir a clase, dinero y mi móvil, recogí un poco mi cuarto haciendo la cama y subiéndo la persiana para que entrara la luz del sol.

Ya en el coche de camino a clase mi madre me dio los papeles del instituto con mi horario y las clases a las que debía ir. Le di un beso a mi madre en la mejilla y salí del coche. El instituto era muy grande, incluso más grande que al que iba antes, que ya es decir. 

Entré al edificio principal que era como una enorme cúpula pero con todas las paredes de cristal llenas de taquillas azules y blancas. La clase que me tocaba era la 429 que estaba en el ala este así que para allá fui, casi todo el mundo me estaba mirando, supongo porque saben que soy la nueva y las clases empezaron hace una semana y media. Cómo había demasiadas clases pregunté a un pequeño grupo de chicas que estaban a un lado.

-Perdonen, ¿saben dónde está el aula 429? es que soy nueva y mi orientación no es muy buena.- dije un poco nerviosa, no se me da bien hablar  con gente desconocida.

-Mm... Sí, espera que te acompaño, yo también tengo clase allí.- habló entusiasmadamente una chica rizosa de mi estatura de ojos color miel.- Soy Lola, encantada- dijo dándome dos besos.- Chao chicas nos vemos en la cafetería al recreo.- esta vez habló al grupo en el que estaba hace un momento, las chicas respondieron a su saludo con un "chao Lola.

-Muchas gracias por acompañarme, yo soy Amy.

Empezamos a caminar por un pasillo hasta parar en frente de una puerta que estaba abierta y se podía ver a unos cuantos alumnos hablando animadamente desde dentro. Entramos y me senté en la penúltima fila, al lado mío lo hizo Lola que desde el primer momento ha sido muy amable y simpática conmigo.

-Bueno Amy, cuéntame, ¿de dónde eres?- dijo sacando los libros de historia que era la materia que teníamos ahora.

- Soy de una ciudad que está a unas 4 horas en coche, me vine porque a mi madre le dieron un  trabajo aquí y yo no me iba a negar a venir, ya que este sitio me encanta.

En ese momento tocó el timbre y un profesor de unos 50 años entró por la puerta vestido de traje y un malentín en la mano derecha, ¡viste como los compañeros de mi madre del trabajo! que por cierto los odio son  demasiado pijos hablando siempre de sus lujosos coches y sus mansiones.

El profesor dio la bienvenida y se puso a dar clase escribiendo datos sobre la revolución industrial en la pizarra.

De repente la puerta se abrió de un golpe y un chico moreno entró por ella.

-Señorito, llega usted tarde- dijo el profesor sin levantar la vista de la pizarra.- Siéntese en la última fila y no me haga enfadar por un día.

-Vale, como diga- el sujeto caminó hasta la última fila con las manos en los bolsillos se sentó justo detrás mío.

La hora se me hiba pasando, no hacía caso a Robert- creo que así se llama el profesor- Cuando de repente me preguntó sobre el tema del que estaba hablando.

-Señorita Williams- o sea yo- ¿puede decirme cuáles son las causas de la revolución industrial?

Dios. Piensa rápido Amy.

-Mm...- Ag no me acuerdo de nada y eso que lo di en mi anterior instituto.

-Profesor yo lo sé- dijo en chico de detrás mío.- Las causas son...

-Señorito Astorn, mejor no lo diga.- dijo el profesor mirando por encima de las gafas a mi salvador.- Las causas son...- ahí dejé de escuchar ya que alguien me llamó.

-Me debes una señorita Williams- esta vez hablo el sujeto desde atrás.

Me giré y... ¡Dios qué vergüenza! Era Dan mi diana para las braguitas.

Esperemos que no se de cuenta de quien soy.

-¡Perdona! Yo no te pedí ayuda fuiste tu solito.-dije con falsa indignación mirando hacia delante para que no me reconociera.

En ese momento sonó el timbre que daba por finalizada la hora de historia.

-Perdonada estás, pero yo sólo digo que me debes una.- dijo mientras yo me alejaba de él para ir a mi siguiente clase con Lola.-¡Ah! ¡Sé quién eres señorita Williams!- fue lo último que escuché.

Long wayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora