Viaje.

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Podría escribir todo un libro sobre el viaje desde mi casa hasta la escuela. Desde que salgo de mi casa y siento la briza matutina que me eriza la piel, y el leve cantar de las aves que se posan en sus nidos.
Camino cinco cuadras, cruzo la calzada y me siento a esperar el camión en la jardinera frente a la estación de gas, sintiendo un pinchazo de dolor en mis hombros por el peso de la mochila, escucho el lijero rumor de la corriente de agua que pasa por el canal que se encuentra a algunos metros de mi lado. Recién inició la primavera, es temporada de riego así que las presas se abrierón.
Hay gente que se sienta al lado mío, cada quién ocupado en sus asuntos, con sus propios ángeles y demonios.
Cerca de ahí, puedo ver la copa de un arbol en particular que, si lo observas con atención, tiene cierto aire siniestro, nunca lo eh visto con hojas floreciendo de sus ramas retorcidas, sólo eh visto cuervos negros mirando hacia el sol creciente.
En cualquier momento, un camión dará vuelta a dos calles de donde estoy y frenará frente a mí. Y así lo hizo, cuando menos me dí cuenta, ya me había depositado en el primer asiento que encontré, del lado de la ventana.
Siempre eh disfrutado de lo viajes en camión, no me gustan los autos porque van demasiado rápido y no me permiten apreciar bien el paisaje, en cambio, el camión va lento y vibrante, haciendo paradas constantes para recojer gente que no van a ningún lugar en particular.
Me gustaría tomarme mi tiempo para conocer a estas personas, de alguna forma saber de donde vienen y hacia donde van, descubrir el porqué de su aspecto o el porqué de su humor. Me gustaría saber qué soñarón la otra noche, si es que durmierón, saber si se consideran felíces o miserables. Trataría de acompañarlos en sus alegrías o tristezas, conocer, comprender, aceptar y aconsejar. Pero esto es imposible cuando nisiquiera me conósco, comprendo o acepto a mí misma, si no puedo conmigo me sentiría hipócrita tratando de lidiar con otros.
Atravez e la ventana veo cómo el paisaje va cambiando, el clima se aclara paulatinamente y yo me acerco cada vez más a mi destino, mientras veo pasar ante mis ojos casas grandes y pequeñas, lugares hermosos y otros lamentables, gente con la vida pagada y gente mendigando por un pan, queriendo ayudar a todos con sólo mi mirada, hacer al vanidoso más humilde y al ignorante más culto, pero no puedo.
Mi viaje ah terminado, eh llegado a mi destino. Mis ojos estan más abiertos y mis sentidos se adaptan a la atmósfera.
Eh llegado a la escuela, con otro mar de gente deseosa de hablar, pero no pueden, los prejuicios le callán, al igual que a mí.



                                                                              Ashley Rmz. Gtz.

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