Capitulo 27

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Los sueños. Crean tus esperanzas pero poco a poco las van destruyendo.
Ya ha pasado tiempo desde la última vez soñé con el dueño de esos ojos esmeraldas que tanto extraño.
Llore, prácticamente me quede vacía, pero aun así sentía la necesidad inmensa de llorar, de desahogar todo lo que llevaba dentro y me consumía día a día.
Hoy se cumplen 6 meses de que tomé el diario de la maleta y solo pude leer pocas palabras, las barreras que había construido para protegerme se habían caído y hasta ahora no llevaba ni la mitad construida de nuevo.

Mi mamá se mudó conmigo, ahora ella está aquí, me destrozó el corazón verla llorando cuando me vio. No pensé en ella cuando estaba con Harry, no pensaba en nadie más, solo él y yo. Ella me dijo que no iba a alejarse de mi de nuevo, era obvio, después de un secuestro nada es igual, te cambian los sentimientos, la vida, todo.
Después de enterarme que Harry estaba en la cárcel de Manhattan e intentar entrar y me detuvieran, el juez, sabiendo que Harry podía escapar ó algo así, nos dieron una orden donde teníamos que mudarnos de ciudad ó país.
Mi sueño literalmente, era estudiar en Dallas, le rogué a mi mamá que me dejara ir sola, pero entiendo que una mamá después de estar a punto de perder a su única hija, jamás la volvería a soltar; ambas vivimos en Dallas, ella tuvo que dejar su gran empleo que le apasionaba para terminar trabajando en la misma empresa pero por tantos peros que le pusieron perdió su cargo y ahora está iniciando desde cero, de nuevo.
Pareciera como si el tormento y el desastre que hizo mi papá cuando nos dejó volviera pero está vez había sido mi culpa.

Hubo noches en que no dormí por estar pensando en las buenas y malas desiciones que tome en mi vida. Todavía no concibo la idea de que mi papá haya sido el encargado de mi secuestro. No entendía qué fue lo que hice mal o por qué el destino siempre arruinaba todo lo bueno que me pasaba.
Después de dar tantas vueltas al asunto, decidí ir con la única persona que me podría dar respuestas.
Salí de mi habitación con pasos lentos y pesados no sin antes partir cualquier rastro de lágrimas en mis ojos.
Mamá nunca había tenido la oportunidad de contarme como había sido su relación con mi papá antes de que empezara con su adictiva manía de comprar boletos de lotería y la bebida. Es decir, recuerdo que ellos eran felices pero detalles no hay en mi mente.
Toqué la puerta levemente, al no escuchar respuesta departe de mi mamá, entré.
—¿Mamá?, ¿Estás despierta?—me acerqué lentamente a su cama y pude ver sus mejillas enrojecidas y algo húmedas, las toqué con mi dedo pulgar, estaban húmedas, mi mamá había estado llorando.
—¿Denisse?, ¿Qué haces aquí?—dijo mientras se hacía a un lado para dejarme sentarme junto a ella.
Tomé asiento y la miré.
—Quiero que me cuentes todo sobre mi papá—susurré mirando mis manos.
Hubo un silencio incomodo y después un suspiro.
—¿Qué quieres escuchar?—me sorprendió que cediera en tan poco tiempo.
—Todo, ¿Me quería?—pregunté con los ojos rojos y cansados de tanto llorar.
Ella me miró como si estuviera perdiendo la cabeza ó al menos como si ya lo hubiera hecho.
—Claro que lo hacía, es decir, aun te quiere,¿Por qué preguntas eso?—dijo acariciando mi brazo.
—Si me hubiera querido, ¿Por qué me mando a secuestrar?—la miré confundida.
Ella volvió a dar otro triste suspiro de los que ya estaba acostumbrada.
—Princesa, él habrá tenido sus razones.
Negué y volví la mirada hacia mis manos que no paraban de jugar entre ellas.
Toda la habitación estaba en silencio. Hasta que ella lo rompió.
—Solían jugar en el patio al fútbol y escondidas al mismo tiempo, él te hacia feliz y tú a él, todos los días llegaba de trabajar y salían corriendo directo hacia el césped, dejaban el balón en el medio del patio y tu papá contaba hasta 10 en lo que te buscaba, tu salías y metías gol; con el tiempo las grandes jornadas de juego que hacían fueron bajando hasta quedar en cero—dijo mirándome con angustia a que fuera a caer de nuevo en unos de mis ataques.
Grandes recuerdos invadieron mi mente y entre ellos aparecía mi papá corriendo y riendo hacia mi. Mi corazón se partió en más trocitos de los que ya estaban.
Miré a mi mamá para que pudiera proseguir con la historia que me hacia tanto daño como leer el diario de Harry.
Ella apretó mi mano y continuó.
—Hubo días donde todo fue empeorando, ya conoces eso tú, tu papá de joven era todo un casanovas, me corrompió, tenía un humor horrible cuando se enojaba pero aun así aprendía a amarlo, con el tiempo el amor que él sentía por mi fue disminuyendo hasta que lo único que nos unía eras tú. No mal pienses, te amamos, pero cada día se iban silenciando tus risas que eran lo que le daba vida a la casa; él tuvo una vida dura, eso influyó en él.
—He intentado aclarar las ideas en mi cabeza pero no puedo, es muy difícil—miré a mi mamá.
Ella me sonrió, pero en su mirada demostraba tristeza y cansancio.
Luego de unos minutos salí de la habitación, con más preguntas que respuestas. Amaba a mi papá pero sus acciones me demostraron todo lo contrario. El me quería hacer daño.

Stockholm Syndrome.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora