Capítulo 2: Yo (según él)

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Estaba estudiando en mi habitación cuando me di cuenta de que no había forma de aprobar el examen parcial del día siguiente. Habría llorado, pero no tenía tiempo para hacerlo. A veces extraño lo fácil que me resultaba el secundario. Aunque en su momento estaba totalmente desesperado por terminarlo, y definitivamente no volvería a pasar por todo eso otra vez. Recuerdo al colegio como una resaca de educación formal. Tengo imágenes confusas, palabras sueltas. Revolución Rusa. Cianuro. Isótopos. Era mesozoica. Arturo Illia. Hipotenusa. Retículo endoplasmático. No me gustaba el colegio, yo tenía la mente en otro lado. Lo único que aprendí en el colegio fue que yo no tenía nada que ver con la gente de mi edad. A los diez años me dieron el diagnóstico de que estaba enfermo, y desde entonces tuve que crecer a los golpes. Mientras lo único que les importaba a los demás era sacar músculos y conseguir la atención de la persona que te gustaba, para mi la felicidad era no sentir dolor en el cuerpo. Aprendí mucho más estando en el hospital que en la escuela, conocí gente tan sabia, y compartí habitación con tantas historias, que me enriquecí mucho. Tenía tiempo de más para leer, para escuchar música, para pensar. No les digo que me gustaba el hospital, odiaba estar ahí, pero ahora que estoy en casa me puedo dar el lujo de ver el lado bueno de esa experiencia. Cuando me daban el alta yo volvía al mundo y disfrutaba del aire libre más que cualquier persona en el mundo. Es verdad eso que dicen, no hay mejor escuela que la vida. Me atendía siempre un médico que se llama Joaquín, yo le decía su nombre y me pedía que lo llamara "doctor", así evitábamos tener un lazo afectivo y era menos doloroso separarnos cuando yo me recuperara o me muriera. Pero no podés evitar querer a las personas, mucho menos las que te dan una razón para estar vivo. Mi médico me daba esperanza, que era lo único que yo necesitaba. En el hospital todas las mañanas eran iguales. Me despertaban a las siete de la mañana, me hacían algunos estudios de rutina, a veces hacía el tratamiento en planta baja, usando el descensor. Joaquín me decía que se llamaba ascensor. Pero sería ilógico llamar ascensor a algo que desciende. En fin, a los 17 años me dijeron que estaba mejor pero que necesitaba terminar el tratamiento acá en la ciudad, donde tienen mejores hospitales. Así que comencé una nueva vida, me mudé a una ciudad grande, empecé la facultad de odontología como siempre había querido, me mudé solo a un departamento, hice amigos nuevos, conocí las mujeres más lindas que vi en mi vida, y me puse de novio con la más linda de ellas. Conocí a Clara en Anatomía 2, el segundo cuatrimestre del primer año de la carrera. Era una rubia despampanante, tan linda que no necesitaba maquillaje, y me senté cerca de ella para que al menos supiese que existo. Tuvimos que hacer un trabajo en grupo juntos, así que el viento soplaba a mi favor, le pedí el número de celular con alguna excusa pedorra, y empezamos a hablar. Un mes después éramos novios. Sinceramente no tenía nada de qué quejarme.

Al día siguiente todo salió bien. Me desperté al lado de Clara, fuimos a cursar, me fue bien en el parcial, a la tarde volviendo de la facultad encontré cien pesos tirados en la calle, me llamó mi mejor amigo Lorenzo diciéndome que habíamos aprobado el final de Biología, una chica pasó por mi departamento diciéndome que había encontrado el documento que yo había perdido el día anterior, y a la noche vinieron Lorenzo y Pedro a comer pizzas con cerveza mientras miramos el partido, y ganamos. Sé que mucha gente cree que decir "ganamos" un partido cuando lo único que hiciste fue mirarlo desde tu sillón no es válido. Pero cuando toda tu alma está en ese partido, y transpirás y sufrís y gritás y puteás como si estuvieras en la cancha, creo que ese "ganamos" se vuelve totalmente coherente. El que lo entiende, lo entiende. En fin, el día había sido un éxito de principio a fin. Pero como todo lo que sube tiene que bajar, el día siguiente fue una mierda.

Clara se había quedado a dormir y nos despertamos cuando su celular sonó a las cinco de la mañana. Le pregunté quién le había mandado un mensaje y me respondió que no era nadie. Insistí para que me diga y terminó diciendo que era un compañero del secundario.

- ¿Cómo se llama?

- Es Cristian, pero no lo vi nunca más, no flashes.

- ¿Y qué hace mandandote mensajes a las cinco de la mañana ese pelotudo?

- Qué se yo, habrá salido y se confundió de persona, no te preocupes.

- No, sí me preocupo porque no se confundió nada, te estaba mandando a vos.

- ¿Cómo sabés?

- Porque estoy al lado tuyo y no estoy ciego, veo que te puso "qué onda clari". Clari te dice, bloquealo boluda.

- No lo voy a bloquear Benjamin, es una boludez.

- No es una boludez que te mande un mensaje un chabón que yo no sabía que existía, a esta hora, cuando está borracho en un boliche.

- ¿Podés dejar de flashear cualquier cosa?

- No estoy flasheando nada, yo sé como son los pibes nada más.

- No te preocupes te estoy diciendo, se termina el tema acá, no le voy a responder. Quiero seguir durmiendo.

Entonces me dio la espalda, apagó el celular y siguió durmiendo. Como soy un pelotudo, no pude dormir, y no tuve mejor idea que escribir en el buscador de Instagram "Cristian". Aparecieron varias personas, pero busqué alguno que la tuviera a mi novia como amigos en común. Encontré al pelotudo y apenas entré a sus fotos vi que Clara le había puesto "me gusta" en casi todas. Un minuto antes me había dicho que nunca más había hablado con él y encuentro que ella miraba sus fotos. No volví a pegar un ojo y ya estaba mucho más que enojado. Dejé que durmiera tranquila y quise tranquilizarme. Pero no pude dejar de sentirme el más cornudo del mundo. Quedé maquinando hasta que a las siete de la mañana le sonó la alarma y se despertó. Yo ya estaba en la cocina tomando mates solo con la bronca más fresca que dos horas antes.

- ¿Dormiste bien? - me preguntó.

- No volví a dormir Clara, y gracias por mentirme.

- ¿Qué?

- Primero decís que se confundió de número cuando te estaba hablando a vos, y después me decís que no hablan desde el secundario cuando le ponés me gusta en todas las fotos.

- ¿Estuviste revisando eso? Sos un enfermo Benjamín.

- No soy un enfermo, vos me estás mintiendo que es diferente.

- ¿Me podés dejar tranquila que recién me despierto? Estás flasheando cualquiera y me voy a terminar enojando.

- ¿Vos me cagás y encima vos te enojás?

- Ah noooo, ¿Vos pensás que te estoy cagando? ¿Podés bajar un cambio?

- Si, pienso que me estás cagando.

- El chabón me mandó un mensaje, no yo. Y tampoco le respondí.

- No le respondiste hoy, pero qué se yo si no le repondiste otras veces.

- Bueno mirá, si te vas a poner paranoico jodete vos solo, yo no tengo ganas de que desconfíes de mí gratis. No hice nada malo. Pensé que había confianza entre nosotros, pero ya veo que no.

- Está bien, Clara. Ya fue. Te creo. Pero ¿Cómo querés que reaccione bien? No me gusta que te anden buscando así, y encima que vos le pongas me gusta, un hombre ve eso y piensa que estás atrás de él. Corta.

Clara no dijo más nada. Se vistió y se fue sin saludar.

Todos y yo noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora