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Me duele el pecho de esconder al monstruo que en él habita, de evitar que rompa todos los lazos que tanto me ha costado conseguir.
De tener que enjaular a la bestia y que haga amagos constantes de salir, de comerse el mundo, empezando por mí.
Estoy cansada de llenar las noches a la luz del flexo, con olor a humo y sabor a ron. Porque bebo sola, pero jamás para olvidarte, sino para olvidarme a mí. De lo mísera que soy a tu lado, del daño que te hago.

Por la madrigueraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora