Pasados dos años recuerdo el final de aquel día, aquella noche y el día siguiente, sólo como una serie interminable de procedimientos policiales, con fotógrafos y periodistas entrando y saliendo por la puerta de la casa de Gatsby. Extendieron una cuerda a través de la portada principal y al pie de ella un agente mantenía alejados a los curiosos, pero los niños pronto descubrieron que podían entrar atravesando el jardín de mi casa y siempre había allí varios caminando en grupo, mirando boquiabiertos la piscina.
Alguien con actitud positiva, un detective quizás, usó la expresión "un loco" cuando se agacho sobre el cadáver de Wilson aquella tarde, y la advenediza autoridad de su voz dio la pauta para las noticias del periódico de la mañana siguiente.
La mayor parte de los reportes fueron como una pesadilla grotesca y circunstancial, morbosa y falsa. Cuando el testimonio que dio Michaelis al ser interrogado trajo a luz las sospechas de Wilson sobre su esposa pensé que toda la historia iba a ser servida muy pronto en pasquines podridos, pero Catherine, que pudo haber declarado cualquier cosa, no dijo palabra. Hizo gala de una sorprendente entereza con respecto a esto también: mirando al médico forense con ojos firmes bajo aquellas cejas corregidas que tenía, le juró que su hermana jamás había visto a Gatsby, que su hermana era completamente feliz con su esposo, que su hermana no estaba metida en ningún enredo de ninguna clase. Se convenció a sí misma de esto, y lloró en su pañuelo, como si la sola sugerencia fuera más de lo que pudiera soportar. Entonces Wilson se redujo a un hombre "enloquecido por el dolor", para que el caso pudiera permanecer en su forma más simple. Y en eso quedó.
Pero todo aquello me parecía remoto y carente de importancia. Me encontré del lado de Gatsby, y solo. Desde el momento que telefoneé la noticia de la tragedia al pueblo de West Egg, todas las conjeturas y las preguntas concretas sobre él fueron a parar a mis manos. Al comienzo me sentí extrañado y confundido; luego, cuando vi que yacía hora tras hora en su casa sin moverse, respirar ni hablar, empecé a sentir que yo era responsable, porque a nadie más le interesaba; le interesaba, quiero decir, con aquel intenso interés personal al cual cada persona tiene un cierto derecho al final. Telefoneé a Daisy media hora después de que lo encontráramos; la llamé de manera instintiva y sin vacilar. Pero ella y Tom se habían marchado muy temprano aquella tarde, llevándose el equipaje consigo.
-¿No dejaron dirección?
-No.
-¿Dijeron cuándo volverían?
-No.
-¿Alguna idea de dónde pueden estar-? ¿Cómo puedo localizarlos?
-No lo sé. No puedo decir-.
Yo quería traerle a alguien. Quería ir al cuarto donde yacía y tranquilizarlo: "Yo te conseguiré a alguien, Gatsby. No te preocupes. Ten confianza en mí y verás qué yo te traeré a alguien..."
El nombre de Meyer Wolfsheim no aparecía en el directorio telefónico. El mayordomo me dio la dirección de su oficina en Broadway; llamé al servicio de información, pero para el momento en que había conseguido el número ya eran más de la cinco y nadie me contestó al teléfono.
-¿Quiere marcar de nuevo, señorita?
-Ya he marcado tres veces.
-Es muy importante.
-Lo siento. Parece que no hay nadie.
Regresé al salón y por un instante pensé que todos aquellos agentes qué de repente lo llenaron eran visitantes que habían venido sin saber. Pero cuando le quitaron la sábana y- lo miraron con ojos impávidos, la queja de Gatsby aún continuaba en mi cerebro.
Mira, viejo amigo, tienes que conseguirme a alguien. Debes hacer el esfuerzo. No soy capaz de seguir pasando por éstas solo.
Alguien comenzó a hacerme preguntas, pero yo me le fui y ya en el segundo piso di un vistazo a aquellos cajones de su escritorio que no estaban cerrados con llave; en definitiva, nunca me había contado que sus padres estaban muertos. Pero no había nada en ellos; sólo la fotografía de Dan Cody, recuerdo de violencia olvidada, miraba desde la pared.
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EL GRAN GATSBY
RomanceEl Gran Gatsby tiene como fondo la alta sociedad norteamericana, en la que se desenvuelve un hombre misterioso e inmensamente rico, Gatsby, quien, a pesar de ello, es considerado un advenedizo y solo se le acepta como invitado. Pero Gatsby se empeña...