Day

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Viviendo el Día

- ¡Al que madruga, Gaia lo ayuda!

Gritó el peliblanco con las mejillas rojas a la misma vez que sacudía al rubio.

- ¿Quieres callarte?- ladro el joven con el ceño fruncido. Ambos iban camino a la corte del cielo y con el humor del Rey Día al parecer que sería un gran día soleado así que amanecer tenía que esforzarse el doble.

- Que molestia...- Murmuró al pensar en eso mismo, llegaron al centro dándose cuenta que ya no había nadie entonces el Virrey amanecer se sentó quedando con los pies colgando del asiento. Era alto pero no lo suficiente para tocar el suelo.

- Yuri... ¡que pequeño eres! - Comentó asombrado el Rey Día posando una mano en su boca con asombro, el nombrado chasqueo los dedos en dirección del mayor iniciando una luz proveniente de ellos sin embargo el peliblanco atacó lanzando un rayo de Sol a su cara cegándolo por un momento.

- ¡Viktor! - Gritó el menor con evidente frustración en el rostro.

- Eres malo, me querías atacar primero y yo sólo respondí- atacó el Rey con fingida indignación.

- ¡Ustedes dos! - Ambos temblaron al escuchar aquella voz, era Yakov y el que estuviera ahí no era más que una mala señal. El consejero riñó con la mirada a aquel dúo y los apuntó con el dedo índice. - ¡Son las 6:20 y no hay luz en Tierra!

El Virrey se acomodó en el trono y alzó ambas manos apuntando hacia el horizonte de la corte y varios rayos tenues aparecieron alumbrando la tierra, el rubio se levantó y acarició el cielo con ternura pintando de naranja y un poco de azul y ese día haría mucho Sol asi que aprovechó para abrazar una nube que se dispersó lentamente dejando ver los primero Rayos de Sol .

- Simplemente bello... - murmuró el Rey viendo con detenimiento al joven.

- Tu turno - Día se dirigió al horizonte de la corte y sacó de un camafeo dorado una bolita amarilla, la posó sobre las yemas de sus dedos y tocó el cielo haciendo oficial que el día había llegado.

- Me largo - El rubio se despidió con desdén y se retiró mientras que Viktor tomaba asiento en el trono mirando a los humanos.

Como caminan, como corren...
Como sonríen y como lloran...
Simplemente como viven y como aman.

Y fue cuando su proyección hacia lo que quería hacer en su vida cambió, Viktor dirigió sus orbes azules a aquella bella escena:

Una chica de cabellos dorados recibiendo por otro chico un tipo de flor magistral y bella, color rojo con tallo verde y espinas a su alrededor. Parecía que el color de la planta se había teñido también en las mejillas de ambos provocando un aura tan mágico como la misma flor. 

Vaya, que hermoso.  

Los ojos del rey se iluminaron y miles de ideas reinaron su mente y solamente una única persona se imaginó recibiendo tal regalo, Así que, terminando su labor dio la orden de poner Rosales en su jardín, todas de color rojo y tan preciosas como sus intenciones desde aquel día.


Rey Día vivía aprendiendo de las experiencias ajenas de los humanos, eso le daba gusto ya que podría saber que nunca hacer pero también aprender de ellos y sus diferentes forma de decir los tantos sentimientos que uno tiene a lo largo de su  vida o amar. Simplemente una maravillosa experiencia cada día. 

Así era siempre pero no le molestaba, todo era perfecto ahí y en su reino sin embargo el anhelo de tener a alguien sólo para él estaba aumentando, una vez más aquella persona apareció en su mente y lo hizo saltar junto con su corazón.

- Tengo que hacerlo - se dijo así mismo cuando rozó las nubes poniéndolas de miles de colores, violetas y naranjas - Por favor, Gaia...

Day and Night |Yuri On Ice| [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora