Capitulo 10

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''Cuarenta por ciento''

—Enamorarte será más fácil de lo que pensé —me dijo Rubén mientras nos sentábamos en una banca vacía que encontramos.
Hice esfuerzos sobrehumanos para no retractarme de la decisión que había tomado.
Rubén había velado por mí desde los ocho años, diez años cuidándome sin que yo me diera completamente cuenta. Podía dejar que el intentara conquistarme hasta la boda, además ya tenía cierta parte ganada, como un 30% de mi amor.
—Nunca te subestimas —le respondí. Hacía un frío horroroso que me obligaba a mantenerme cerca de él. 
—No es eso. Es que el simple gesto de quedarte a mi lado me hace feliz y comienzo a creer que de verdad me quieres.
—Yo si te quiero… el problema es que no te amo —a pesar de mis palabras, no dejó de sonreír. Entrelazó nuestras manos y acarició mis dedos, se sentía culpable.
—Ya lo sé —se limitó a decir. No solté su mano, ahora que estábamos solos había menos presión, además siempre contaba con Rubén como guantes sustitutos.
—Me aburro… —murmuré. 
—¿Quieres algodón de azúcar? 
Asentí y nos levantamos para ir a comprar. En todos los lugares del parque había fila, nada se salvaba. Nos colocamos detrás de un chico moreno y esperamos.
—¿Qué harás si no logro enamorarte? —me preguntó Rubén de pronto. Lo miré a los ojos y algo me decía que temía de mi respuesta. Podía ver el dolor anticipado y era insoportable. No, jamás podría hacerle daño a pelos locos.
—Presiento que lo lograrás —sonreí para darle ánimos, podía odiarlo pero era incapaz de negar a aquella parte de mi ser que lo anhelaba. 
Apretó más mi mano y tiró de mí hasta hacerme chocar contra su pecho. Besó mi cabello y me abrazó. ¿Acaso quería matarme o ya había comenzado con el plan “Enamora a _______”?
—Te amo, no lo olvides —y ahí íbamos de nuevo. 
—¡La pareja feliz, ya es su turno! —me zafé de Rubén cuando el chico moreno que estaba delante de nosotros nos gritó. Mientras comprábamos el chico no dejó de mirarnos. 
—¿Se te perdió algo? —me sorprendió escuchar el tono ácido de Rubén en su voz, parecía casi enojado.
—¿Ella es tu novia? —le preguntó el chico sin inmutarse por la clara amenaza de Rubén. 
—¿No te lo parece? —le dijo Rubén en el mismo tono. Me estaba asustando.
—No, porque ella no dijo que te amaba, incluso parece incómoda a tu lado.
—No es tu asunto.
—Sí lo es, porque si ustedes no son novios eso significa que ella está soltera…. Y resulta que yo también lo estoy.
Después todo pasó como un relámpago. El chico comenzó a reír mientras comía algodón de azúcar, Rubén se fue contra él pero lo esquivó, el chico en lo que huía de Rubén se tropezó conmigo y yo caí al suelo. Me golpeé la cabeza y lo único que pude ver durante cinco minutos fueron puntos negros sobre el cielo gris.
—¡______! —gritó Rubén. Me ayudó a ponerme de pie y afirmó mi rostro con sus manos—. ¿Estás bien? ¿Te duele algo? Espera a que atrape a ese idiota…
—Estoy bien, estoy bien —lo repetí unas cuantas veces más para convencerme de que en realidad lo estaba.
Rubén trató de perseguir al chico, pero lo detuve para que no cometiera una locura. Le dije que estaba mareada y volvimos a la banca.
—Sólo bromeaba, no seas tan dramático —le dije mientras nos sentábamos. Saqué un pedazo de mi algodón y me lo comí. Rubén se refregó la cara con las manos y se quedó así por un buen rato.
Los chicos estaban demorando, una vuelta en la montaña rusa no podía durar más de cinco minutos, pero llevábamos esperando alrededor de diez. Y en todo ese tiempo, Rubén no cambió de postura.
Aproveché que él no estaba mirando y observé su cabello. Seguían gustándome su cabello y ahora los tenía al natural: sin peinar y extremadamente geniales. Tomé un mechón de su cabello y lo acaricié hasta que él se dio cuenta y me miró.
—¿Qué haces?
—Me gusta tu cabello —le dije. Acomodé los pelos que tenía sobre sus ojos y los peiné hacia el lado, de modo que quedaran como flequillo.
Volvió a sonreír y acercó su rostro al mío. Sabía lo que venía y estaba dividida entre aceptarlo o no. Entonces me dije a mi misma que si quería hacerlo feliz a costa de mis sentimientos, no quedaba más alternativa que hacerlo.
Cerré los ojos cuando me besó, no estaba en mis planes pero por un momento sentí que me desmayaría cuando su aliento se fundió con el mío. Su boca estaba tibia y se me hizo adictiva, ni siquiera me quejé cuando me sujetó de la cabeza e hizo que nuestros labios se juntaran más de lo que estaban.
Cuando nos separamos pude sentir mis mejillas encendidas. Aparté la mirada de Rubén y esperé a que una brisa helada me calmara. ¿Si nos casábamos sucedería lo mismo en la Iglesia? 
—Lo siento, ______. Pero de ahora en adelante te trataré como a mi prometida, no voy a soportar que otros chicos te miren —con su mano volteó mi rostro y me beso otra vez—. Y si los demás te molestan, sólo dímelo y hablaré con ellos.
Y con eso tenía un 40%. Esperaba que el resto no le fuera tan fácil de conseguir como ese diez por ciento.
—Una simple charla con ellos no hará que dejen de bromear por el resto de sus vidas —le bufé.
—Entonces tendrás que acostumbrarte —me dijo y me volvió a besar. Me sorprendí cuando me di cuenta de que sus besos no me eran indiferentes, como deseaba que lo fueran. No rechisté ni me quejé.
—¡Oh por Dios! —nos separamos rápidamente cuando escuchamos que alguien gritó—. ¡Lo sabía, ustedes se aman!
Willy no dejó de dar saltos y de apuntarnos exclamando que él ya sabía que nosotros terminaríamos juntos. Sus gritos atrajeron la atención de la gente que nos miraba de manera desvergonzada.
—Grita un poco más, en China no te escucharon —refunfuñé cuando se calmó y se sentó junto a nosotros. Rubén pasó su brazo sobre mis hombros y me acercó a él, Willy estaba que reventaba de la emoción.
—Es que… ¿cuándo tenían planeado decirme que eran novios?
—Y prometidos —agregó Rubén. Quise matarlo cuando dijo esas palabras. Willy abrió la boca de la sorpresa y comenzó a gritar otra vez.
—¿Por qué tanto escandalo? — Mangel venía hacia nosotros con un globo en forma de jirafa, junto con Alex, Franco, Sol, Abi y Fati.
—Nos vamos a casar —le dijo Rubén. Tenía una sonrisa de suficiencia en el rostro y parecía que la sorpresa de Mangel le era satisfactoria.
¿De verdad creía que entre Mangel y yo había pasado algo? Al parecer, la broma en la escuela de verano le había afectado demasiado.
—¡¿Qué?! —exclamó Franco.
Después de explicarle diez veces a Mangel que yo “siempre estuve enamorada de Rubén y que ya no podía soportar viviendo sin tenerlo a mi lado”, las cosas se calmaron. Al menos podía mentirles a Franco, a Mangel y a Willy, los demás ya sabían la verdad.
—¿Y cuándo es la boda? —inquirió Franco.
—Lo más pronto posible —le respondió Rubén.
—Yo no me caso hasta cumplir los 18, así que la boda va a tener que esperar —eso era cierto. Pensaba disfrutar mis últimos meses de inmadurez con mis amigas antes que iniciar mi vida como mujer casada.
Y pensando en mi cumpleaños, recordé el día de ayer y los regalos. Sandy le había regalado condones a Rubén, él me había dicho que los guardaba para una chica especial… eso quería decir que ¿él planeaba acostarse conmigo?
Un escalofrío recorrió mi espalda cuando me di cuenta de lo que tenía frente a mis narices. La luna de miel… 
Podía dejar que Rubén me besara, pero de ahí a hacerlo con él era otra cosa.
Mientras los demás conversaban sobre lo inesperada que era nuestra relación, le susurré en el oído Ruben:
—pelos locos, en la luna de miel… —pero él se limitó a sonreír y besar mi cabello. No quise interpretar ese gesto y dejé que mi mente creyera que todo saldría bien.
Pero es que sólo pensar en lo que sucedería esa noche me erizaba la piel, yo no quería acostarme con Rubén, tendría que hablarlo con él cuando estuviéramos a solas. Si de verdad me amaba, respetaría mi decisión.
Alex propuso ir a la casa de los espejos, así que todos fuimos para formarnos en la fila. Willy se puso a hablar con Rubén, que parecía mucho más animado de lo que lo había visto antes en mi vida, Mangel  iba con ellos y parecía estar emocionado con la idea de la boda al igual que Willy. Franco les hablaba de la despedida de soltero que le organizaría a Rubén.
Pero los que sabían la verdad no tardaron en acorralarme y hacerme un interrogatorio completo.
—Se supone que no te querías casar —me dijo Sol. Se notaba la incertidumbre en su rostro, hace menos de una hora estaba dispuesta a todo para cancelar este compromiso y ahora iba por la vida anunciando mi boda.
—Pero es que… —intenté defenderme, pero Fati me interrumpió.
—¡Necesitamos organizar de que color irán vestidas las damas de honor para que todo combine! —exclamó.
—______, ¿por qué lo haces? —me preguntó Abi. Me quedé en silencio ignorando el parloteo de mis amigas y me pregunté realmente por qué lo hacía.
Para hacer feliz a Rubén. Porque él me amaba y yo no. Para sentirme mejor conmigo misma y creer que no era un monstruo.
Por eso, por Rubén.
Alex me tomó de la mano y me dio un apretón junto con una mirada tranquilizadora, él me entendía. Él sabía por qué lo hacía y también sabía que contaba con su apoyo.
—Y dime, ¿qué tienes pensado hacer antes de casarte? —me preguntó en voz baja para no distraer la apasionada conversación de las chicas sobre que lugar era más apropiado para una boda.
—Muchas cosas —le contesté.
—¿Y una de esas es asustar a tu futuro esposo en la casa de los espejos?
—Probablemente.
Cuando nos pusimos en la fila, pude distinguir una cabellera castaña entre la multitud. Era el chico del algodón de azúcar. Y se me ocurrió una idea.
—Alex, ¿ves a ese chico? —apunté disimuladamente con el dedo al moreno y Alex asintió—. Hace un rato hizo enojar mucho a Rubén, ¿estás pensando lo mismo que yo?
Sus ojos se encendieron con maldad pura.
—¡Hey, tú, ven aquí! —le gritó Alex al castaño. El chico nos miró y se rio al verme, caminó hasta nosotros y nos hizo una reverencia graciosa.
—¿En qué puedo servirlos? 
—¿Quién es él? —Sol había visto la escena y miró con desconfianza al castaño.
—Me llamo Enrique pero diganme Thous —respondió él con extrema cortesía. No podía aguantar las ganas de reírme, ya imaginaba la cara de Rubén cuando lo viera.
—Qué pasa… —la voz de Fati se apagó cuando vio a Thous. Por un segundo creí que no respiraba.
—Fati, despierta, Fati. ¡Fátima! —le gritamos Alex y yo, y cuando ella reaccionó le sonrió y le estrechó la mano a Thous. No nos habíamos fijado, pero él parecía estar en las mismas condiciones que Fati.

—Bueno, nos preguntábamos si querías entrar con nosotros a la casa de los espejos —le dije.
—Por supuesto —dijo casi en un suspiro sin apartar la mirada de Fati.
Rubén, Mangel, Franco y Willy ya habían entrado cuando Thous se nos unió, pero ahora que veía la manera en que se venían con Fati, preferí abortar la misión.
—Más te vale lanzarme el ramo, ______ —me susurró Fati cuando entramos.
Apenas pusimos un pie dentro y nos perdimos, como seguía de la mano de Alex él era mi única compañía. 
—Parece que Fati ya encontró pareja para la boda —le comenté mientras veíamos nuestros reflejos alargados en un espejo distorsionado. 
—Sí, y Abi seguro irá con Franco y Sol con Mangel, ¿y yo?
—Con Willy —le dije y el frunció el ceño. Me reí de él e hicimos caras raras frente a un espejo que nos deformaba.
—¿Me dejarás bailarle a Rubén para la despedida de soltero? —inquirió de repente.
—Jamás me negaría a eso —ambos reímos y continuamos jugando. Quizás las cosas no estaban tan mal, los chicos se divertirían planeando cosas para la boda, de una u otra forma ellos estaban conmigo.
—¿Por qué está ese chico con Fati? —escuchamos de pronto. Rubén caminaba hacia nosotros con los ojos desorbitados.
—Primera pelea de pareja, mejor me voy —Alex se fue y me dejó sola junto a varios Rubius de distintos tamaños y formas. No sabía de donde venía entre los espejos, pero los supe cuando me agarró del brazo y me volteó para que lo mirara a los ojos.
—¡Alex lo invitó! —le dije desesperada, estaba enojado y esa no era la reacción que imaginé.
—¡Fue idea suya! —gritó Alex desde algún lugar que no pudimos ver.
—Quiero que se vaya —me dijo Rubén.
—No va a poder ser, a Fati le gusta, es cosa de mirarlos —le dije tratando de sonar divertida. Pero no resultó.
—¡Bésalo y se le pasará! —volvió a gritar Alex.
—¡No te metas, Alex! —le respondí.
—No quiero que se acerque a ti —reiteró Rubén. Lo miré, decía la verdad y yo sabía por experiencia propia que lo decía en serio.
—Quedó flechado por Fati, no creo que debas preocuparte por eso —sin embargo, no cambiaba la expresión, estaba decidido a correr a patadas si era necesario a Thous—. Ok, hagamos algo: Él se queda, pero no le hablo.
Eso pareció convencerlo de alguna manera, aunque yo jamás cumplía mis promesas y eso él lo sabía. 
Me abrazó con fuerza y me besó en la frente, de verdad debía querer mucho a Rubén para hacer todo esto por él.
—¡Su primera pelea y reconciliación! —Willy salió de la nada junto con el resto de los chicos, incluido Thous. 
—Bueno, será mejor que tengas la charla con los chicos lo antes posible, si vuelvo a escuchar algo así de cursi te juro que pido el divorcio antes de haberme casado —le dije a Rubén y él me estrechó aún más fuerte contra sus brazos.

"Cásate Conmigo" [Adaptada] Rubén y tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora