Un poco de Esperanza

4 0 0
                                    

-Hola, Des-Esperanza, hace tiempo que no te veía ya, ¿cuánto?, ¿cinco o cuatro meses? Pensé que tardarías más en venir o que incluso ya no te aparecerías por mis rumbos. ¿Esperanza? Sí, sigue alojándose en mi casa, sigue conmigo. No ha sido una visita breve, y que ni Dios lo quiera. La verdad ha sido muy grato el tiempo que ha estado a mi lado, me ha hecho sentir fuerte, poderosa y con convicción. Voluntad ha estado muy feliz por su estadía. Todos los días menciona la importancia de ser atentos con ella y de mantenerla con nosotros. Él hace de todo para que Esperanza se sienta cómoda aquí, está tan decidido a que permanezca con nosotros. Ya sabes cuán firme es con sus palabras, y más con sus acciones.

-¿Que no te agrada?, ¿por qué? ¿Eh?, ¡¿tampoco Esperanza?! Dices eso porque la última vez que estuviste tuve que echarte para que ellos pudieran quedarse, ¿cierto? Pues es que, ¿qué esperabas? Tenía que hacerlo porque ya no había espacio. Además que no venías tú sola como lo había creído, llegaste con colados: Inseguridades y Complejos, y por si fuera poco, habían dejado mi morada hecha un desastre, un verdadero chiquero, era irreconocible. Estaba cansada de tratar de limpiar, puesto que lo poquito que lograba dejar impecable, ellos lo venían a ensuciar con escupitajos y pisotones. Tú sólo te quedabas observando el espectáculo con una media sonrisa de satisfacción. ¿Te parecía divertido?, pues a mí no, yo era la que estaba batallando.

-Esa tal Inseguridades y su amigo el Complejos no me caen muy bien que digamos, ¿sabes? Yo los había visto varias veces por ahí en la calle dirigiéndose con groserías y burlas a cuanto transeúnte se les cruzara. Yo siempre los había ignorado cuando pasaba cerca de ellos, sin embargo, muchas veces no podía ser tan inmune a sus palabras ni a su mala vibra e influencia hasta el grado de sentirme mal en todo aspecto. En algunas ocasiones, eso se desvanecía cuando, al llegar a casa, me recibía la perfecta sonrisa de Voluntad, quien diariamente me animaba a realizar alguna actividad para aumentar mi fuerza; y el amor de Autoestima, quien con sus abrazos y el cariño que siempre desbordaba me ayudaba a mejorar mi sentir.

-En otras ocasiones, sus remedios y apapachos no me hacían ningún efecto, por lo tanto mi malestar lo desquitaba agresivamente con ellos, sobre todo con Autoestima. ¿Que donde está ahora? No... no lo sé, no estoy segura... Perdí todo contacto con ella desde que se marchó, desde que por mi culpa se marchó. Mis arrebatos se volvieron cada vez más constantes y no lo pudo soportar; la lastimé mucho. ¿Que si Voluntad no decía nada? ¡Claro que sí! Se enfadaba bastante conmigo cuando yo me ponía irracional y me exigía que fuera a disculparme; así siempre lo hice. Sin embargo, él sabía que Autoestima estaba llegando a su límite, por lo que acudió a disuadirla de irse en más de una ocasión, mas al último... al último no pudo convencerla de quedarse, ni pudo convencerse a sí mismo. Mi comportamiento se tornó peor y el terminó por dejarme también no mucho tiempo después. Para que te imagines cuán inaguantable estaba que hasta doblegué a Voluntad, sin proponérmelo, claro. Luego de eso, apareciste tú, Des-Esperanza, con aquellos dos, Inseguridades y Complejos.

-A pesar de que Voluntad ya no estaba, tenía el presentimiento de que él seguía pendiente de mí no muy a la distancia, y pude comprobarlo cuando dos o tres veces lo vi andar cerca de mi casa. ¿Por qué no lo mencioné? No tenía que hacerlo, además que ni ganas tenía de tener contacto con él ni de hablar de él siquiera. Entonces un día, 'ese' día, mi hartazgo llegó a su cúspide, medio temblando levanté el teléfono y le llamé llorando para pedir por su ayuda. Me dijo que estaba en la acera de enfrente –quizá por eso tuve la fuerza de marcarle, ya que percibí su energía-, que había esperado mucho por que yo le hablara y que con gusto me echaría la mano, pero primero iría por una amiga que aseguró me agradaría un montón y que sería de gran ayuda; más razón no pudo tener.

-Esperanza es tan dulce y alentadora, siempre te incita a llegar hasta el final. Cuando te caes, enseguida se acerca a darte la mano para levantarte, de igual manera te ofrece su hombro para que te sostengas de ella si acaso se percata de que no puedes mantenerte en pie por ti mismo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 29, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Batalla interminableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora