Capítulo 5

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-¡Me estás empezando a poner furioso de verdad! -gruñó desesperado.


Ronie se sintió calentita y cómoda. Cuando un hombre comenzaba a repetirse, era evidente que estaba dominado. Volvió a encogerse de hombros lo mejor que pudo, dado que él seguía agarrándola por los antebrazos.

-¿Y?

-Pues que me des una buena razón para que no te lleve esposada y amordazada el resto del viaje. Y si tienes algo de inteligencia, morocha, vas a darte prisa en dármela, porque estoy a punto de perder la paciencia.

Aquello le arrancó la diversión de cuajo. ¿Qué paciencia? Y, cielo santo, ya estaba más que harta de sus arrogantes amenazas. Ronie alzó el mentón y se quedó allí, los rostros frente a frente, las narices casi rozándose en el polvoriento aparcamiento, mientras el calor de la mañana empezaba a vibrar en el asfalto en visibles olas. Durante unos cinco segundos combatió la imprudente tentación de desafiarle abiertamente.

Había ganado ese asalto y él no podía aceptarlo, y por eso pretendía establecer su autoridad. Mirándole a los ojos, su reacción instintiva era decirle: «Pues adelante, abusón. Saca las esposas y la mordaza, si tan decidido estás».

Por suerte el impulso pasó. Ronie no había perdido del todo el raciocinio, de manera que consideró la pregunta. Y por fin contestó pensativa:

-Supongo que porque llamaríamos demasiado la atención, y tendrías que responder a demasiadas preguntas.

Él tensó las manos, levantándola de nuevo del suelo sobre las puntas de los pies. Hasta que de pronto la soltó y retrocedió con el rostro del todo inexpresivo. La agarró del brazo, recogió el equipaje y echó a andar de nuevo.

-Bien -murmuró-. Como si no llamaras tú ya la atención por tu cuenta.

¡Ja! Había logrado que el matón se echara atrás.

La idea la hizo frenarse en seco y se ganó un tirón en el brazo que la obligó a echar a trotar de nuevo tras él.

¡Por Dios! Pero ¿qué le había pasado? ¿Había llegado a disfrutar del enfrentamiento con aquel gorila? Dios,

Dios, Dios. ¿Y quién le aseguraba que había logrado que se echara atrás? Styles podía estar sencillamente considerando sus opciones. Aquello no era un comportamiento muy sabio por su parte. Tal vez debería permanecer calladita un rato y dar así tiempo a que él se calmara un poco.

Harry iba echando chispas. La llevó al motel más cercano y pidió una habitación. Una vez allí tiró las bolsas en el colchón hundido de la cama más cercana a la puerta, y ella inmediatamente pasó su maleta a la otra cama, la abrió y comenzó a rebuscar en ella.

Harry estaba decidido a mantener las distancias, a recuperar su profesionalidad. Después de mirarla durante varios minutos, sin embargo, le pudo la curiosidad.

-¿Qué demonios estás haciendo?

Ella apenas le miró.

-Voy a darme una ducha y a ponerme ropa limpia.

Harry desechó de inmediato y sin contemplaciones la imagen de la espuma deslizándose por las curvas desnudas. Le dio la espalda, se acercó a la ventana y apartó las cortinas. Tuvo que entornar los ojos para protegerse del sol que se reflejaba en los coches del sórdido aparcamiento del motel. Una alarma sonó en su cerebro al oír que ella se alejaba. Dejó caer las cortinas y se volvió a mirarla.

-Quieta ahí, morocha. -Pero al ver que ella seguía avanzando, exclamó con rabia-: ¡He dicho que esperes un momento, joder!

Ella se detuvo dándole la espalda, pero Harry advirtió el movimiento de sus hombros bajo la fuerza del suspiro impaciente que emitió.

Bounty / h.s ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora