Epilogo

9.3K 466 46
                                    


-¡Madre mía! Creía que iba a darme un infarto con las prisas por llegar a tiempo. -Kaylee llegaba sin aliento al vestuario de la iglesia-. El avión llegó tarde y luego retuvieron el equipaje. ¿Hemos retrasado la ceremonia?
-No, aún dispones de tiempo para vestirte. -Ro abrazó a su hermana-. Me alegro de verte.
-Y yo. Ojalá hubiéramos podido venir con más tiempo, pero ha sido una semana de locos. Ya te contaré cuando tengamos un momento.
-Te voy a presentar a las damas de honor -comentó Ronie, y retrocedió un paso aguardando la esperada reacción.
Kaylee no la decepcionó.
-¡Joder, Ro!-Se quedó mirando con los puños en las caderas los vestidos de color verde pálido que llevaban las otras dos damas de honor-. Cuando me dijiste que te encargarías tú de elegir el vestido perfecto para las damas de honor, la verdad es que tragué saliva, porque todos mis instintos me gritaban que estaba cometiendo un gran error. -Las damas de honor, con una sonrisa tensa, se disculparon entre murmullos y salieron de la habitación. Kaylee se volvió de nuevo hacia su hermana-. Debería haber sabido que tu boda sería de lo más anodina.
-Yo prefiero llamarla elegante -replicó Ronie con calma, ofreciéndole una sonrisa irónica-. Aunque admito que resulta un poco pobre comparada con la Capilla del Amor Ardiente Hunka Hunka. Y por supuesto, nos va a casar un cura normalito, no el espectacular imitador de Elvis que te casó a ti.
Kaylee sonrió con expresión soñadora.
-¿A que fue genial?
-Hummm -replicó Ro sin querer comprometerse. Luego le devolvió la sonrisa-. De todas formas, Kaylee, deberías tener un poco más de fe en mí. ¿Crees que no conozco tus gustos?
-Pues a juzgar por los vestidos tan sencillos que llevaban las otras damas de honor, no. -Kaylee observó pensativa el vestido de novia de su hermana-. Aunque tengo que admitir que estás muy guapa. El vestido podría ser un poco más ceñido y le vendrían muy bien unas cuentas, para hacerlo más vistoso. Pero aun así, Ronicca estás estupenda. Realza tu figura.
-Sí. Es genial, ¿verdad? -Ronie se admiró en el espejo.
El vestido, un largo y esbelto tubo de color crema, resaltaba su figura de reloj de arena sin ser demasiado ceñido. Tenía el escote bajo y daba la impresión de no llevar tirantes bajo las perlas que se extendían de los hombros a la cintura, donde el traje se estrechaba antes de extenderse sobre sus caderas hasta caer al suelo.
Estaba preciosa.
Se cruzó con la mirada de Kaylee en el espejo y alzó una ceja.
-Bueno, ¿estás lista para ver el tuyo? Cierra los ojos.
-¿Tan feo es?
Ronie abrió la bolsa que colgaba de la puerta y sacó el vestido de su hermana. Se lo puso delante y anunció:
-Ya puedes mirar.
-¡Oh! -Kaylee se quedó sin aliento-. ¡Dios mío! ¡Dios mío! -Y comenzó a quitarse la ropa de inmediato-. Es precioso. ¡Precioso!
-¿No te dije que confiaras en mí? -Ro le tendió el vestido verde esmeralda a su hermana-. Le dije a la modista que pensara en Jessica Rabbit, pero no lleva mucho tiempo en el país y no lo entendió bien. Así que le pedí que añadiera muchas cuentas. Y que me lo ajustara tanto que impidiera sentarme.
-¡Perfecto!
-Sí. -Ro sonrió viendo a su hermana estrechar el vestido contra sus pechos-. Ya me imaginé que te gustaría. Anda, póntelo. Ya casi es la hora del show y quiero ver cómo te queda.

Varios minutos más tarde, en el altar, Harry se tiró de la pajarita con el dedo.
-Joder -masculló-. ¿Es que esto nunca va a empezar?
El sacerdote había acompañado hasta allí a los padrinos y a él mismo hacía un minuto. Y allí los había dejado, para que sudaran delante de una muchedumbre de desconocidos.
Gary alzó la vista hacia él.
-¿Te estás poniendo nervioso?
-Eso es decir poco.
Bobby, que todavía se estaba ajustando la faja del esmoquin, dijo por la comisura de la boca:
-Respira hondo. Te relajarás en cuanto la veas.
-Joder, a juzgar por todo esto -observó Gary, echando un vistazo a la iglesia-, te has dejado aquí una pasta.
-Sí. Menos mal que te negaste a aceptar el dinero de la recompensa. No sabía que por el precio de una boda podía financiarse un país pequeño. De haberlo sabido, le habría quitado las joyas a Jimmy Cadenas antes de entregarlo a los federales.
-Por cierto, que el Cadenas y Sanchez salen mucho en las noticias últimamente, en Miami -comentó Gary-. ¿El asunto ha llegado hasta aquí?
-No. A Seattle no le importa lo que ocurre en Miami. -Harry se tiró de nuevo de la pajarita, con la vista fija en la puerta al final del pasillo.
-Al final Kaylee no tendrá que testificar -terció Bobby-. Llevamos toda la semana hablando con el fiscal del distrito, y ayer ya nos lo confirmaron. Por lo visto han llegado a un acuerdo con el abogado de Sanchez. Nos han quitado un peso de encima, os lo aseguro.
El órgano empezó a sonar, pero la puerta seguía cerrada. A Harry le dio un brinco el estómago.
-Le han caído de veinte a veinticinco años -dijo Gary-. El Cadenas ha salido mejor parado. De quince a veinte.
Por fin se abrió la puerta y Harry dejó de atender a la conversación. Su vista pasó de largo a las dos damas de honor vestidas de verde pálido, a Kaylee con su flamante esmeralda, y se centró en
Ronie Llevaba el pelo recogido hacia arriba, y llameaba bajo la tenue luz. Era una visión con su vestido blanco, pálida y serena. Al cruzarse con la mirada de Harry, Ronie esbozó una sonrisa radiante.
Harry se quedó sin aliento y sus nervios desaparecieron para dejar paso a un fiero orgullo. Ro, era inteligente, era hermosa y era suya.
-Cariño -murmuró bajo la música del órgano, alzando ligeramente las comisuras de la boca-. Ven con papá.

El banquete estaba en su apogeo cuando Gary se acercó al novio.
-¿Puedo bailar con la novia? -pidió. Harry se había mostrado una pizca posesivo con Ronie desde el momento en que recorrió el pasillo de la iglesia, e incluso ahora lanzó un gruñido de protesta-. No estoy pidiendo que me dejes besarla, tío. Solo quiero un baile

Ronie se echó a reír, le dio una palmadita a Harry en la mejilla y se alzó la falda para sentarse en el regazo de Gary. Él, ofreciendo a su amigo una sonrisa de maníaco, inclinó la silla hacia atrás sobre las ruedas, dio media vuelta y salió disparado hacia la pista de baile. Una vez allí, se dedicó a recorrer despacio el perímetro.
-Nunca había visto a Harry tan feliz -comentó, mirando la expresión radiante de Ronie. Ella le ofreció una sonrisa tan dulce y satisfecha que Gary se echó a reír-. Claro, que tú no te quedas atrás.
-Estoy muy contenta, sí. Y me alegra hacerle feliz. Pero no es solo por mí, Gary, también es por lo de la academia de policía.
Para su gran satisfacción, Harry se había matriculado poco después de llegar a Seattle.
-Sí, ya era hora de que se decidiera. Me alegro de que por fin viera la luz.
Ronie le tocó el antebrazo. Los músculos saltaban y se flexionaban bajo los dedos.
-Te echa mucho de menos, ¿sabes?
-Pues cómprale un perro. Lo que necesita es alguien a quien cuidar. -Gary esbozó una sonrisa traviesa-. O mejor todavía, dale un hijo -añadió, observándola con atención-. Por otra parte, esto está muy bien. A lo mejor me traslado cuando acabe los estudios. Estáis Harry y tú. Y está Microsoft. Desde luego no me importaría trabajar aquí.
Ro le enroscó el brazo en el cuello y sonrió.
-Nos encantaría.
-Devuélveme a mi mujer, Proscelli.
Los dos alzaron la vista hacia Harry con idénticas sonrisas en el rostro. Gary se tocó un sombrero imaginario.
-Tus deseos son órdenes para ella.
-Qué más quisiera yo. -Harry ayudó a Ronie a levantarse y alzó una ceja mirando a su amigo-. Allí en el bufet hay una chica bastante guapa. Si te das prisa, a lo mejor llegas a tiempo de ligártela. -Gary dio media vuelta y se alejó-. Y con algo de suerte, te tendrá demasiado ocupado para que intentes ligarte a mi mujer -añadió entre dientes.
Ronie le rodeó la cintura con un brazo para estrecharle.
-No serás uno de esos insoportables maridos celosos, ¿verdad?
Él la abrazó y comenzó a moverse al ritmo de la música.
-Solo hoy. Y durante la luna de miel. Luego me calmaré.
-Bien. Porque te quiero a ti y solo a ti.
Él miró sus brillantes ojos y le acarició con la punta de los dedos la mejilla arrebolada.
-Ya lo sé. Y yo te quiero con locura, morocha. -Saludó a Kaylee y Bobby al pasar junto a ellos y volvió a mirar a la novia-. Después de la luna de miel, los hombres pueden mirarte todo lo que quieran. Claro que si alguno intenta tocarte -y pasó las manos con gesto posesivo por la curva de sus nalgas y bamboleó las caderas, lanzando una exclamación al ver que ella seguía a la perfección su movimiento- tendré que ponerme violento.

Y así fue, quien iba a pensar que una simple equivocación como confundir a las hermanas gemelas, llevara consigo un futuro amor como este, al final de todo, la fogosidad de Ronie se esfumó convirtiéndose en cariño y ternura de el y para el.

Bounty / h.s ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora