Despertar con Pipi el pajarito

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Todas las mañanas, Pipi el pajarito, se posaba suavemente en la ventana de Laurita, e inmediatamente se ponía a cantar una dulce canción para despertarla, porque sabía que era un poco dormilona y le costaba levantarse.  Y así era que Pipi se acomodaba, se ponía en pose de cantor famoso y en su idioma de pajarito comenzaba con una canción que decía algo así:
Despierta pío pío,
Ya es hora de abrir los ojos pío pío
Y ver el sol brillar pío pío
Que alegría te dará
Lalalá, lalalá, pío pío lalalá.

Ese momento,  le causaba una gran emoción a Laurita, quien corría a la ventana para poder ver a su cantante favorito, a quien también consideraba su amigo, ya que siempre la recordaba y visitaba sin faltar.
Pipi era un hermoso pajarito, no muy grande, redondito, con plumas de hermosos colores que iban entre las gamas de los azules y amarillos, sus ojos eran pequeñitos pero brillaban tanto como las estrellas y sobre todo cantaba con una voz tan linda que daban ganas de ponerse a bailar al ritmo de su pío pío lalalá, lalalá.


A Pipi le encantaba jugar entre las plantas del jardín de la casa de Laurita, revoloteaba alrededor de las flores, oliendo sus exquisitos perfumes y a veces jugaba a las escondidas entre ellas con sus aves amigas del barrio y aprovechando sus bellos y variados colores lograba esconderse tan bien que les resultaba muy difícil encontrarlo.  Solo Laurita lograba descubrirlo y juntos se reían a más no poder y entonces cantaban juntos pío pío lalalá lalalá.


Y así fue que se convirtieron en mejores amigos, pasaron los días, las semanas, los meses, los años! Y Pipi no fallaba jamás, siempre volvía a la misma hora, si hasta los días de lluvia se las ingeniaba para poder llegar.  Era feliz viendo a su querida amiga.
Hasta que una mañana Laurita esperó y esperó pero Pipi no vino.  Le pareció muy raro, iba a cada rato a la ventana, salía al jardín, revisaba entre las flores pero nada, Pipi no estaba.
Eso la tenía preocupada, así que se lo contó a sus papás para que estuvieran atentos y le avisaran si lo veían por algún lado.
Ella le guardaba migas de pan del desayuno, las dejaba en la ventana con la esperanza que cuando volviera ya no estuvieran pero cuando regresaba de la escuela revisaba y las miguitas seguían en el mismo lugar.  Y ella a pesar de la tristeza que sentía por no ver a su amigo, de todos modos cantaba sola pío pío lalalá lalalá.


El Tiempo pasó y Laurita no volvió a sentir a Pipi cantar sus bellas melodías en la ventana de su cuarto, hasta que una mañana de primavera en la que el sol brillaba de una manera que hacía que todo se viera más lindo, Laurita que aún seguía remoloneando en su cama, escuchó el cantar de varios pajaritos en su ventana, al principio creyó que estaba soñando, pero luego, puso más atención y si! Eran cantos de pajaritos.  Entonces corrió a la velocidad de un rayo y vio maravillada a su entrañable amigo Pipi, rodeado de otros hermosos pajaritos que tenían casi sus mismos colores y a una bella pajarita que estaba a su lado, entonces Laurita se dio cuenta que se trataba de la familia que Pipi había formado! Y todos juntos cantaron pío pío lalalá lalalá lalalá.


Pero claro se dijo Laurita! Ahora comprendía la ausencia de su amigo, se había ido por tanto tiempo porque formó su propia familia y ahora que sus pichones habían aprendido a volar podían acompañarlo a todas partes, y lo primero que hizo fue llevarlos a visitar a su amiga de siempre, Laurita, y fue así que con mucho orgullo los presentó ante la mirada de asombro de Laurita.


Esta increíble amistad duró para siempre, la familia de Pipi creció y creció y cada vez fueron más los pajaritos cantores en la ventana.  Y desde entonces se oían muchos más pío pío lalalá lalalá lalalá .
Y colorín colorado, este cuento pío pío se ha terminado lalalá lalalá.


FIN

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⏰ Last updated: Apr 18, 2017 ⏰

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