Capítulo 16

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Cameron subía a grandes zancadas las escalinatas de la entrada principal del Museo de Bellas Artes. Tal como acordaron, Samuel le mandó un correo con el teléfono de John Jensen y también le escribió para que supiera que lo iba a contactar y que contaba con su autorización para examinar las tablillas. Cuando hizo la llamada temprano en la mañana, ya John estaba al tanto y coordinó una visita para esa misma tarde al departamento de curación a su cargo. Lo atendería la doctora Katrina Parsons, filóloga en jefe del área y la persona comisionada para la traducción de las tablillas. Mejor imposible.

Aunque tener acceso a las tablillas y evaluarlas personalmente era importante, lo mejor de todo era no tener que inventar ningún cuento ni cambiar neumáticos para llegar a Katrina, empezar a relacionarse con ella y escudriñar en su mente en busca de indicios sobre la naturaleza de Sanders y sus planes. Realmente, todo había salido mejor de lo que pensaba y la visita a la galería de Sanders ya no era indispensable para averiguar pistas sobre los últimos acontecimientos y la dirección en que se estaban encaminando las cosas. Ya no le quedaba duda que se estaba gestando un plan en los niveles más bajos del Inferos y que Adrian Sanders estaba involucrado. Súbitamente habían aparecido piezas y documentos antiguos que parecían interconectados y esto era obra del Universo, porque nada es azar, esa idea era un invento para mantener distraídos a los mortales de la abrumadora realidad con la que operaba el Universo: todo tiene un fin. Era obvio que estaba gestándose un evento mayor a lo aparente, que esto era la punta del iceberg. La energía que se había puesto en movimiento había empezado a levantar capas y capas de polvo sobre la historia oculta de los hombres, los dioses y los seres angélicos. En cuanto revisara las tablillas y las tradujera, tendría una mejor comprensión de por dónde venían los tiros y podría armar un plan para enfrentarlos.

Mientras entraba por la puerta del impresionante ala central del museo, su expectación iba en aumento. Trataba de no pensar mucho en el trasfondo de la agradable energía con la que vibraba, que para un humano se traduciría en alegría. Se sentía motivado por primera vez en mucho tiempo y la anticipación de una gesta en proceso lo mantenía alerta, como en los viejos tiempos. Caminaba con su gabardina negra abierta, que dejaba ver unos jeans y un jersey también negros, su mejor versión de formalidad, pues generalmente vestía pantalones desgastados y camisetas de cuello en V. No pudo evitar una media sonrisa al descubrirse preocupado por su apariencia, esto era un hito que esperaba pasara desapercibido a los ojos burlones de sus pocos allegados, que se limitaban a Haz, Miranda, Marduk y Booz y, por supuesto, a la indeseable criatura llamada Samsara. Podían hacer una fiesta con el asunto y tomarle el pelo por los próximos cien años sin derecho a quejarse.

Si bien era excelente examinar las tablillas en persona, la verdad es que tuvo la oportunidad de darles una ojeada el día anterior cuando estuvo en forma incorpórea en el despacho de Katrina, pero entre el cetro y el bendito aroma que despedía la chica y que lo distraía, no le dio por leerlas. Lo que sí notó es que la lengua en la que estaban escritas era una forma de acadio temprano. Iba a tener que concentrarse en la escritura cuneiforme y desconectarse de su sentido olfativo si quería aprovechar la visita al museo, así que más le valía no dejarse llevar por su nueva adicción. En momentos como este se alegraba de no tener a Miranda cerca para poner el dedo en la llaga y señalarle que tenía una debilidad, algo fuera de lo normal en él. Siempre se había mantenido centrado en la acción, como una buena máquina de guerra, sincronizada y eficiente. Cuando se concentraba en una misión se metía en un túnel y no veía nada más que su objetivo al final de éste y la manera de conseguirlo. Miranda decía que era un caballo con anteojeras, tal vez no estaba tan alejada de la realidad, pero ciertamente se mantenía muy atento a lo que lo rodeaba y estaba listo para contrarrestar cualquier ataque o distracción que lo alejaran de su misión. En esta ocasión no era diferente y estaba claro que una distancia prudente entre su nariz y esa chica era lo más recomendable.

CRÓNICAS DE ÁNGELES - EL PORTAL A INFEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora