Nuestro banco

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Las semanas iban pasando mientras Emma luchaba contra sus miedos. Su mente racional la empujaba a sopesar los pros y los contras de lanzarse al vacío junto a Regina, por un lado no sabía si era correspondida y dar semejante paso podía llevarla a estrellarse contra un muro de granito y destruirse a sí misma, por otro lado cada día le costaba más mantener las distancias, las miradas en clase se volvieron intensas e incesantes, parecía que solo daba su cátedra para la morena, que no tenía más alumnos que su amada de mirada oscura.

Tras la noche en la que la morena se quedó cuidando de Noa, la pequeña había generado un cariño desmesurado por ella, repetía su nombre incesablemente, preguntando por ella a todas horas, incluso a Mary Margaret cuando la pobre no sabía a quién se refería la pequeña. Conversaciones de besugo mantenían madre e hija en las que Regina era el centro, peleando y riendo, ya que Noa aseguraba que la mujer más hermosa del mundo era su madre y esta que Regina, sin que ninguna de las dos llegase a un acuerdo.

Los habituales garabatos rojos y amarillos que componían sus dibujos se llenaron de marrón y negro, simulando a Regina. La pequeña se empeñaba en dibujarla a su manera, con pequeños garabatos de los colores que la caracterizaban en la mente de la pequeña.

Dichos garabatos adornaban cada rincón de la casa, ya que Emma se empeñaba en demostrar su desmesurado orgullo buscando lugares de prestigio para las creaciones de su pequeña, regalándole sonrisas llenas de ternura y sobre todo admiración.

Durante sus clases se mostraba exigente, conocía el potencial de su morena, sabía que exprimiéndola podía sacar de ella maravillas, por lo que trabajos que normalmente calificaría con la más alta nota, se los entregaba con notables, obligándola a exigirse cada día más para llegar al excelente. Era un reto y sabía que Regina no se rendiría, que lucharía por la mención honorífica pues estaba convencida de que la merecía con creces.

Las notitas entre trabajos y apuntes se hicieron habituales, ya no eran sobre olvidar un amor que te ha destrozado sino palabras como ¿Es todo cuánto puedes hacer? O Demasiado flojo para una mente brillante le regalaban por parte de la morena miradas de reproche y desafío, nunca con ira pues Regina comprendió desde su primera nota baja que su profesora solo quería lo mejor de ella, sacar todo su potencial e interiormente la admiraba por ello, Emma le enseñaba de verdad y en sus clases aprendía mucho más que en cuatro años de carrera.

Con ella era distinta pues ella era el motivo por el cual se decidió a luchar nuevamente, había cogido la pluma después de año sin que un solo verso escapara de su mente y tras la llegada de Regina la ideas volaban sueltas, dándole alas a un corazón que se había negado durante años a latir sin más propósito que bombear sangre.

Todos los alumnos eran conscientes de la mirada que Emma guardaba exclusivamente para Regina, la impoluta alumna de primera fila por la que desde el primer día demostró un aprecio distinto. Los murmullos y las habladurías no tardaron en llegar mientras Ruby se empeñaba en volver a sus teorías sobre su posible homosexualidad, asegurándole que tras la mala experiencia con Robin lo que necesitaba era salir del armario y dejar de engañarse a sí misma.

Para Regina el recuerdo de Robin solo quedaba relegado a un rincón de sus recuerdos durante sus clases en la 108, la profesora Swan tenía la capacidad de evadirla del mundo con sus palabras, de enseñarle, de transmitirle tranquilidad y confianza. No le había contado a su amiga la experiencia que tuvieron en aquel banco en el parque, tampoco le dijo que había estado en su casa cuidando de la pequeña Noa, porque se montaría sola películas y tendría que aguantarla meses burlándose de ella.

Interiormente el gusanito de la duda la estaba devorando, Emma Swan era un misterio, como un enigma casi imposible de resolver. Su mirada aguamarina la cautivaba y la aterraba con la misma intensidad, era la mujer de las mil caras, fría y distante con el resto del mundo, amable y exigente con ella, completamente adorable y tierna cuando estaba junto a su hija, era tantas cosas a la vez que no podía encontrar una palabra para definirla, ni un sentimiento para explicar todo cuanto llevaba dentro cuando clavaba en ella sus ojos claros.

Aula 108Donde viven las historias. Descúbrelo ahora