Capítulo 1

838 51 17
                                    

Siempre he amado estar limpia, amo los baños, me hacen feliz, bueno... me hacían feliz

Todas las reclusas del dormitorio D deben realizarse una inspección por piojos. 

Me estaba duchando en aquel momento cuando a mi cubículo llegó una chica afroamericana de piel oscura y me apuraba para que saliera de la ducha.

—Okay, terminé, ya salgo ahora me voy.

—Vaya chica tienes unas bonitas tetas. —Me comentó cuando me estaba saliendo y enrollando la toalla sobre el cuerpo, en ese instante me ruboricé y reaccioné sólo a darle las gracias.

—Tienes tetas de televisión, firmes y paraditas y eso. —Reía ella y en ese momento miró mis sandalias y vio que eran hechas a lo caníbal—. Sabes que venden sandalias en la despensa, ¿no?

—Oh, si pero aún no ha llegado mi dinero.

—Eres creativa chica, eso te lo concedo. Ahora quitate de ahí. — Me corrí y seguí caminando y miré mis pechos, la verdad es que eran muy lindos, pequeños sí, pero lindos. Sonreí internamente.

Días antes...

Estábamos en la cama junto a Dylan mi prometido, luego de haber hecho un asado de despedida junto a nuestros mejores amigos Chelsea y Ryan. Sabía que está sería la última vez que tendría vida íntima con Dylan así que me esforcé en mostrarme lo mejor emocionalmente luego de haber llorado en el baño.

Nos encontrábamos en el auto junto a mi prometido camino a la prisión de Litchfield en Nueva York, todo se veía escalofriante y Dylan tomó mi mano mostrándome su apoyo.

—Nada de visitas hoy —Dijo un oficial que llegó a nuestro lado con su furgoneta.

—Hola, Estoy aquí para entregarme — Le dije. 

—Oh, ok bien entonces —dijo algo sorprendido el oficial.

Estuve unos cuantos minutos hablando con Dylan hasta que al final me quité el anillo de compromiso pasándoselo a él. Nos bajamos, fuimos al recinto y le informe a la oficial sobre mi entrega voluntaria, mientras ella hablaba con otra por teléfono dándole mis datos y le decía que no estaba informada de nada, finalmente me dijo que tomáramos asiento y así lo hicimos.

—Mi madre les dijo a sus amigas que me iba de voluntaria a África —Le comenté a Dylan mientras reía irónicamente.

—De seguro le aterroriza que vayas a un lugar tan sucio y peligroso.

Nos miramos y recordé la vez en que le conté a mi familia de como me había involucrado en esto y que había salido con una mujer.

—¿Eres lesbiana entonces? — preguntó mi madre.

—En aquel entonces, si.

—¿Aún eres lesbiana? — preguntó mi hermano.

—No, no soy lesbiana.

—¿Tú sabías de todo esto Dylan? —le preguntó mi padre.

—No, no lo sabía. Me dijo que había viajado después de la Universidad, pero no mencionó lo de la amante lesbiana que dirigía una banda internacional de narcotráfico, imaginen mi sorpresa.

—¡Cabello! —me llamó una oficial con aspecto rudo sacándome de mis pensamientos.

—Si, soy yo. Pero tiene que esperar —Le dije lo más amablemente posible. Dylan había ido a dejar mi celular al auto y quería despedirme.

—¿Me dices lo que tengo que hacer? Mueve tu trasero hasta aqui, ahora vamos. —justo en ese instante había llegado él así que nos despedimos sabiendo que no lo vería hasta dentro de unas semanas más. La oficial me dirigió dentro del recinto para pasarme mis pertenencias.

Green is the new brown (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora