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—Me gustaría saber por qué estoy viéndote frente a mí.

Recibió inmediatamente una sonrisa de quien tenía al frente. El moreno de anteojos le miraba fijamente, tanto que sentía que estaba en una terrible película porno de la cual no tenía escape. Lo más perturbador de todo era quién era el que le acompañaba en la habitación. Si tan sólo fuera una chica no le mosquearía tanto.

—Eso es porque un pajarito me ha dicho que necesitaba un psicólogo urgentemente.

—Blaise, déjate de tonterías.

Él rodó los ojos y se apartó los anteojos de la cara. Hace un rato intentaba comenzar con eso, no tenía tanta paciencia como parecía, y Theodore no estaba poniendo de su parte.

—No son tonterías. Necesita un chequeo.

—Lo que yo necesito es que te largues de mi casa, ahora —dijo amenazadoramente.

—Tendencias violentas, empezamos mal...

Theodore se llevó una mano al rostro, Blaise nunca se rendía, y por lo mismo siempre que veía que se le estaba ocurriendo algo —que sabía lo podía perjudicar— lo mandaba a volar o se alejaba de él como quien lleva el diablo. Tendencias violentas mi trasero. Esta vez no había tenido oportunidad, después de todo ni siquiera sabía cómo se supone que había logrado entrar.

—¿Qué cojones haces aquí?

—Soy el señor Smith y cojones mis cojones, su padre me llamó con urgencia para esto a causa de la preocupación de su madre.

—Mi padre está muerto, y yo lo mate. ¿Me dices ahora quién se supone que es mi padre? ¿Y qué es eso de mi madre? —inquirió, totalmente confundido.

—Adrian y Tracey Nott, por supuesto. Y agrego conducta asesina, eso de asesinar al propio padre... —El moreno negó con la cabeza, reprobando la idea, al tiempo que anotaba en una libreta que estaba en su mano.

Vaya, y él que pensaba que era el único heredero de los Nott porque precisamente sus padres estaban muertos y solo les había alcanzado para un mocoso. Eso parecía una mala novela, una de la que no tenía ni el más mínimo interés en participar, y había esperado que Adrian y Tracey tampoco.

—Blaise...

—¡Señor Smith, señor Nott, que no se le olvide!

—¿Me dices ya qué fue lo que ingeriste?

—Nada de eso —alegó—. Estoy aquí porque ha sido acusado de, además de ser un tirano, arrogante, violento y psicópata, ser un pervertido.

Por un momento creyó que no estaba escuchando bien. ¿Estaba Blaise metido en un mal papel, montando una mala escena en su propia casa, porque alguien —que seguramente era él mismo— había agregado a su historial de conducta que era un pervertido? Era tan gracioso que no pudo evitar reírse a carcajadas por lo que acababa de escuchar. Blaise se quedó en silencio, esperando pacientemente que dejara de reírse para poder proseguir.

—Maniático, anotado.

—¿Ahora me dirás que tú eres un tranquilo gatito? No me disculpes, eres un idiota por decir que necesito de un psicólogo por ser tan pervertido como tú.

—¡Eso no importa si no perjudicas a alguien! Digo... ¡Soy el señor Smith, no soy su amigo y el único pervertido aquí es usted!

—¿Si no perjudicas a alguien? —enarcó una ceja, ignorando lo demás.

Blaise se cruzó de brazos, volviendo a recuperar la compostura.

—Así es. Está siendo acusado de ser un pervertido, un fetichista del averno, influenciando a gente inocente con sus acciones.

Tal vez algún día, heroínaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora