Una calle y un cabaret.
Calentar el espíritu es lo único que la mujer del fondo logra al morderse los labios. Me acercaría, pero las cosas son mejores fuera del edificio.
Sus mallas, su vestido hermoso, su mirada penetrante y su cabellera rubia me hace pensar en llevarla a mi cuarto esta noche. La manera en que me llama es acogedora, en especial si sus deseos son parecidos a los que busca encontrar en mí.
Seguidamente se levanta el vestido pero no logra llevarme al deseo.
Una calle y un cabaret. Un reloj y una hora de salida. El glorioso sonido de las campanas del Big Ben, la maravilla inglesa me dice que es hora de divertirme.
La dulce damicela sale de su lugar de trabajo, y decide dirigirme la palabra con un tono burlesco.
-¿Qué hace una rata de universidad en la puerta de este palacio del placer?- dice sonriendo mientras le tomo de la cintura.
-Oh señorita, pues, a veces las ratas buscan su queso. Llámeme Jack-