Capítulo I

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-Realmente eres un tonto Jack-

-No lo creas, ¿Fui demasiado obvio?- decía Jack a un hombre escondido en las sombras -Solo es una más, nada de excesos, ya sabes, divertirme un rato-

-Tú bien sabes que la policía está investigando esto. Borrar pistas, ocultar datos, ubicaciones falsas, esto se me está iendo de la mano Jack, no podré ocultarte por mucho más- decía el hombre en tono molesto.

-Relájate, nadie adivinará nada, ni se sabrá lo suficiente, ¿Entiendes?- Respondió Jack...

"11 de Abril de 1888
Asesinato en Whitechapel.

Se ha encontrado restos de un cadaver. El estado del mismo es tan degradado, que no se hubiera podido ser reconocido, de no ser por una malla característica del cabaret de la calle Cook. El supuesto asesino usaba guantes, por lo que no pudo ser identificado.
Se ha encontrado cabello arrancado, dientes, pedazos de carne por todos lados.
La ciudadanía Londinense está aterrada con tal suceso. Se espera dar encuentro con el culpable lo más antes posible.

Bender McGregor.
Daily Case"

-No lo entiendo señor- decía el oficial Davis ante el comsionado Lecks y el reportero McGregor -Anoche no hubo un grito, una llamada, un indicio. No hubo testigos, marcas, pasos, nada. Solo hubieron dos personas: El Cazador Silencioso, y la víctima inocente. Solo dos personas, una calle y un cabaret, del que salió la víctima. Seguramente fue a altas horas de la noche, pues nuestras patrullas cesaron la guardia total pasado las 12:00 PM-

-Dígame, señor Davis, ¿Cree usted que en Londres hay solo dos personas? Alguien debe estar asociado a él. Podría ser desde un familiar, hasta un culto a algún ídolo, no sabemos eso. Nadie lo sabe. Podría ser una sociedad secreta- Dijo McGregor acentando con fuerza una mirada en Davis.

-¿Una sociedad secreta?- refutó el comisionado Lecks con incredulidad latente -Eso es tan improbable como que el asesino haya sido un primogénito de dos años, ¿No cree McGregor?-

-Soy reportero, comisionado Lecks, es mi trabajo ir hasta donde sus sirenas no pudieron- respondió McGregor algo molesto.

Ante estas palabras, el comisionado se levantó de su mesa, dirgiéndose hacia Davis, le ordenó -Davis, consígame un reporte de todas las sociedades que haya en Londres, y todos los datos que a ellas se asocien-

Seguido, se dirigió a McGregor, y con una palmada en el hombro afirmó -Bueno amigo mío, parece que ya puede irse en paz, tendrá su reportaje-

McGregor, aliviadido de la tensión sufrida, se retiró de la estación de Whitechapel, dirijiéndose a un callejón aparte.
Lecks no confiaba en McGregor, y le ordenó que le espíe, tenía en su mente que no se podía confiar en un reportero. Un verdadero oficial londinense solo tendría confianza en su preparación y su mente prodigia.
Desde que se supo la historia del asesinato de Whitechapel, McGregor, quien fue su amigo desde la academia, se había comportado extraño. Ya se encontraba extenuantemente serio desde hace dos semanas atrás, algo que cortaba su característico Carisma de Reporte. El día anterior no salió de su apartamento, decorado con un clásico estilo victoriano, se encontraba ensimismado, pensativo, meditabundo de lo que podría ser una idea psicótica, como también algún caso pasado.
Solo Dios sabe que pensaría este hombre, ex-policía y reportero de criminalística. Pero si algo sí se sabía de aquel hombre de humor cambiante, es que Lecks no debajaba de cureosear en su vida, especialmente desde la intrigante desición de entrar en la vida de reportaje,  en la que sin dejar de medrar, mantendría el fuerte lazo con su amigo Lecks...

El Asesino del CabaretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora